No es posible destruir agentes nerviosos de guerra
La situaci¨®n internacional actual nos muestra a unos Gobiernos exigiendo al Gobierno de otro pa¨ªs que destruya su armamento qu¨ªmico con la amenaza de un conflicto b¨¦lico. El Gobierno interpelado dice que ya lo ha hecho. La realidad es que la destrucci¨®n de dicho armamento no es t¨¦cnicamente viable dentro de unos m¨¢rgenes razonables de seguridad. A continuaci¨®n ofrecemos una versi¨®n cient¨ªfico-t¨¦cnica que la opini¨®n p¨²blica deber¨ªa conocer (y que seguro que los gobernantes de los pa¨ªses implicados conocen por sus asesores t¨¦cnicos) de por qu¨¦ esto no es posible. Sabemos que corremos un riesgo, pero nuestra obligaci¨®n como cient¨ªficos y nuestra conciencia nos obliga a hacer p¨²blica nuestra opini¨®n.
Nadie dispone de la tecnolog¨ªa para destruir armas qu¨ªmicas con un riesgo aceptable
Las armas qu¨ªmicas se utilizaron a gran escala por primera vez durante la I Guerra Mundial, donde se liberaron unas pocas toneladas de cloro, gas mostaza y fosgeno, provocando unas 90.000 muertes y m¨¢s de 1.000.000 de afectados. En 1925 varios pa¨ªses firmaron en Ginebra un protocolo prohibiendo el uso de armas qu¨ªmicas en las batallas. Sin embargo, el protocolo de Ginebra no prohibi¨® el desarrollo y almacenamiento de nuevas armas qu¨ªmicas. Desde 1930 a 1940 Alemania desarroll¨® los actuales agentes nerviosos. M¨¢s tarde otros pa¨ªses, como EE UU, la antigua URSS y Francia, crearon arsenales con miles de toneladas de dichos agentes.
Las sustancias mal denominadas gases de guerra, gases nerviosos o simplemente agentes nerviosos, constituyen el tipo de arma qu¨ªmica m¨¢s peligroso y mort¨ªfero inventado por el hombre. En realidad, estas sustancias son l¨ªquidas a temperatura ambiente, pero en el momento de ser utilizadas se vaporizan mediante el uso de explosivos, de aerosoles u otros medios para aumentar su radio de acci¨®n.
Los agentes nerviosos act¨²an mediante un mecanismo similar al de los insecticidas organofosforados, aunque son much¨ªsimo m¨¢s t¨®xicos para los mam¨ªferos, incluyendo los humanos. Ambos tipos de compuestos inhiben la enzima responsable del cese de la transmisi¨®n del impulso nervioso y de la contracci¨®n muscular. Los s¨ªntomas de intoxicaci¨®n aguda tambi¨¦n son los mismos para ambos tipos de compuestos e incluyen salivaci¨®n, sudoraci¨®n, aumento de la secreci¨®n nasal, v¨®mitos, flacidez muscular, confusi¨®n, coma. La causa de muerte suele ser el fallo respiratorio. Las v¨ªctimas supervivientes de los ataques terroristas con sar¨ªn producidos en Jap¨®n en 1994 y 1995 todav¨ªa sufren secuelas como fatiga, astenia, visi¨®n borrosa, p¨¦rdida de memoria, etc¨¦tera.
La s¨ªntesis qu¨ªmica de los agentes nerviosos es relativamente r¨¢pida, sencilla y econ¨®mica. Sin embargo, su almacenamiento, transporte y sobre todo eliminaci¨®n con apropiadas medidas de seguridad es much¨ªsimo m¨¢s dif¨ªcil y costoso. Los agentes nerviosos de guerra m¨¢s comunes son: tabun, sar¨ªn, soman y VX. La Organizaci¨®n para la Prohibici¨®n de Armas Qu¨ªmicas inform¨® en el a?o 2000 de que exist¨ªan legalmente declaradas por los pa¨ªses creadores dos toneladas de tabun, m¨¢s de 9.000 de soman, unas 15.000 de sar¨ªn y 20.000 de VX.
En 1993, el Congreso de Estados Unidos orden¨® a su Ej¨¦rcito la destrucci¨®n de todo el arsenal de armas qu¨ªmicas existentes en el pa¨ªs. El plazo inicial otorgado finalizaba en el a?o 1997. Llegado ese a?o no se hab¨ªa cumplido el mandato y el plazo se ampli¨® hasta 2004. Actualmente ya est¨¢ ampliado hasta 2007 y empieza a o¨ªrse hablar de una nueva pr¨®rroga hasta 2012. ?Qu¨¦ ocurre? Pues simplemente que en el momento actual nadie dispone de la tecnolog¨ªa necesaria para hacerlo de una manera controlada y con unos riesgos aceptables.
Los t¨¦cnicos y el Gobierno estadounidense saben que no es posible eliminar estas armas qu¨ªmicas, y tambi¨¦n saben que otros pa¨ªses con menos medios t¨¦cnicos tampoco disponen de la tecnolog¨ªa necesaria para ello.
Hoy en d¨ªa existen dos m¨¦todos para la destrucci¨®n de este tipo de compuestos: la incineraci¨®n y la hidr¨®lisis qu¨ªmica. En los ¨²ltimos a?os se ha abierto la v¨ªa biotecnol¨®gica, que pasa por la utilizaci¨®n de prote¨ªnas capaces de degradar estos compuestos.
El primer m¨¦todo (la incineraci¨®n) es el t¨¦cnicamente m¨¢s complejo y consiste en tratar los compuestos a unos 14.000 grados cent¨ªgrados hasta conseguir su completa mineralizaci¨®n. El principal inconveniente de este m¨¦todo es que produce residuos potencialmente peligrosos que generan un problema de dimensi¨®n todav¨ªa desconocida. Adem¨¢s se debe considerar el problema de las emisiones al medio ambiente. Tambi¨¦n requiere un estricto control del proceso para asegurar que la incineraci¨®n sea completa y no emitir residuos peligrosos o el propio compuesto intacto. Es f¨¢cil prever la posibilidad de accidentes con consecuencias inaceptables para la salud humana y el medio ambiente si se procede a la incineraci¨®n masiva de estos compuestos, lo que ha llevado a los EE UU a descartar este sistema.
El m¨¦todo qu¨ªmico consiste en disolver el agente nervioso en agua y tratar la disoluci¨®n resultante con hidr¨®xido s¨®dico para que se produzca la desactivaci¨®n por hidr¨®lisis. Esta reacci¨®n de desactivaci¨®n genera calor y no est¨¢ exenta de complicaciones. El m¨¦todo qu¨ªmico es an¨¢logo al empleado en nuestro laboratorio para destruir peque?¨ªsimas cantidades de insecticidas organofosforados. Si extrapolamos las condiciones empleadas en nuestro laboratorio a la destrucci¨®n de un kilo de sar¨ªn (la situaci¨®n ser¨ªa similar para cualquier otro de los agentes) encontramos que ser¨ªa necesario disolver este material en unos 700.000 litros de agua y utilizar unos 40 kilos de hidr¨®xido s¨®dico. Tras completar la reacci¨®n de desactivaci¨®n, estos 700.000 litros de agua quedar¨ªan contaminados y requerir¨ªan posteriores tratamientos de depuraci¨®n. ?Y eso s¨®lo para un kilo! Adem¨¢s, se debe considerar que estos compuestos son mucho m¨¢s t¨®xicos que los insecticidas empleados en nuestro laboratorio y, por tanto, ser¨ªa necesario aplicar un factor de seguridad adicional que conllevar¨ªa la utilizaci¨®n de mayores cantidades de agua y de hidr¨®xido s¨®dico. Trasladando estas cifras a escala de miles de toneladas es f¨¢cil imaginar la magnitud del problema de manejar millones de toneladas de desechos acuosos contaminados.
La v¨ªa biotecnol¨®gica implica modificar ciertas prote¨ªnas para que sean capaces de catalizar la misma reacci¨®n que el hidr¨®xido s¨®dico, pero sin generar calor y sin emplear grandes vol¨²menes de agua. Existen varios laboratorios de investigaci¨®n en Estados Unidos y otros pa¨ªses trabajando en estas prote¨ªnas. Estos laboratorios son financiados por fondos p¨²blicos y sus resultados se publican en revistas cient¨ªficas. Por el momento los resultados son prometedores, pero todav¨ªa se est¨¢ lejos de disponer de una metodolog¨ªa apropiada para resolver el problema de una manera t¨¦cnica y econ¨®micamente viable.
As¨ª pues, deber¨ªa imponerse la cordura y que un Gobierno no justificara sus acciones ante la opini¨®n p¨²blica exigiendo a otro, con menos medios t¨¦cnicos, que haga en semanas algo que ¨¦l mismo no ha sido capaz de realizar en m¨¢s de dos d¨¦cadas. Al igual que el otro Gobierno no deber¨ªa provocar diciendo que ya ha hecho algo que ambos saben que no es t¨¦cnicamente viable.
Miguel ?ngel Sogorb es investigador de la Divisi¨®n de Toxicolog¨ªa, y Eugenio Vilanova es catedr¨¢tico de Toxicolog¨ªa, en el Instituto de Bioingenier¨ªa de la Universidad Miguel Hern¨¢ndez de Elche.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.