Basilea, musa del arte moderno
Una din¨¢mica ciudad suiza en el tri¨¢ngulo con Francia y Alemania
Cada mes de junio, su feria Art atrae a galeristas de medio mundo. A un paso de la Fundaci¨®n Beyeler, en Riehen, y del museo de dise?o Vitra, en la alemana Weil am Rhein, Basilea respira contemporaneidad.
Si se llega a Basilea en avi¨®n, conviene fijarse bien en los carteles del aeropuerto porque, seg¨²n por qu¨¦ puerta se salga, puede uno encontrarse en Suiza o en Francia. Y es que Basilea comparte aeropuerto con la vecina ciudad francesa de Mulhouse. Ha sido ese car¨¢cter fronterizo (en un conjunto de colinas junto al Rin, entre Suiza, Francia y Alemania) lo que ha conferido a Basilea buena parte de su prosperidad y dinamismo econ¨®mico y cultural. Pero, pese a encontrarse en una confluencia de lenguas y pa¨ªses, la ciudad tiene un car¨¢cter inequ¨ªvocamente suizo german¨®fono, que se nota en todos los detalles: en la arquitectura, en los impecables tranv¨ªas pintados de verde, en sus maravillosas tiendas de chocolates, en las no menos maravillosas panader¨ªas con escaparates en los que se amontona una variedad de panes que parecen la ilustraci¨®n de un cuento infantil sobre la tierra de Jauja, y hasta en los aguerridos ciudadanos que utilizan la bicicleta como medio de desplazamiento habitual en esta ciudad de inviernos crudos y calles con cuestas empinadas.
Callejear por la vieja Basilea es descubrir algo interesante a cada paso. Podemos partir de la Spalentor, una hermosa puerta monumental flanqueada por dos torreones, que es lo ¨²nico que queda de la desaparecida muralla que abrazaba la ciudad vieja, estrech¨¢ndola contra las riberas del Rin. ?ste fue, probablemente desde el siglo XIII, el principal acceso desde tierra -otra posibilidad era abordar la ciudad por el lado opuesto, desde el puerto fluvial-, as¨ª que estamos entrando en la Basilea antigua como entraron muchos viajeros a lo largo de los siglos. Recorremos a continuaci¨®n la Spalenvorstadt, una amplia carrera por la que circulan los tranv¨ªas y que hoy est¨¢ flanqueada por tiendas de arte y anticuarios, donde se pueden encontrar algunas exquisitas rarezas propias de una ciudad con una burgues¨ªa consolidada desde hace siglos (en el escaparate de un anticuario puede haber un teatro de sombras chinescas de finales del siglo XIX y, en el portal de al lado, una galer¨ªa de arte inuit, es decir, esquimal).
Fuentes p¨²blicas
En la primera esquina encontramos ya otro de los rasgos caracter¨ªsticos de la ciudad: sus fuentes p¨²blicas. Se construyeron entre el siglo XV y el XIX, cuando obviamente no hab¨ªa a¨²n agua corriente en las casas, y a ellas acudir¨ªa la gente a llenar sus c¨¢ntaros o a dar de beber a las bestias de carga; hoy se mantienen cuidadosamente en funcionamiento; siguen siendo de agua potable y se conservan con mimo no s¨®lo sus ca?os y pilones de piedra, sino las columnas con esculturas policromadas que las adornan, que nos ofrecen un retrato de los tipos, las vestimentas y las costumbres de otras ¨¦pocas: en una est¨¢n representados con rasgos humor¨ªsticos un grupo de campesinos bailando, otra est¨¢ coronada por la gr¨¢cil figura de un rebeco y hasta en alguna hay la figura caricaturesca de un Papa gordo con su tiara de oro, muy expresiva de las convicciones de esta ciudad, que en la Edad Media tuvo como se?or feudal al obispo y que en el siglo XVI se incorpor¨® decididamente a la Reforma protestante. A¨²n hoy el s¨ªmbolo her¨¢ldico de Basilea es un b¨¢culo obispal, pero el obispo cat¨®lico no reside en la ciudad.
Podemos ahora perdernos en las calles que bajan hacia la Marktplatz, la amplia plaza del mercado donde se encuentra el Ayuntamiento. Seg¨²n la calle que escojamos, nos encontraremos en un entorno silencioso y recoleto, de casas antiguas primorosamente conservadas, o en una bulliciosa callecita llena de comercios, entre los que siempre abundar¨¢n las panader¨ªas y las tiendas de art¨ªculos ¨¦tnicos de ?frica y Oriente, muy de moda en esta ciudad cosmopolita.
La plaza del mercado es el coraz¨®n de la ciudad antigua y de la zona comercial. La preside el impresionante edificio rojo del Rathaus o Ayuntamiento, la bordean comercios de delicatessen (confiter¨ªas, tiendas de cigarros puros), la atraviesan varias l¨ªneas de tranv¨ªas y la surcan por todos lados ciclistas y peatones sosegadamente atareados; de aqu¨ª salen algunas de las arterias m¨¢s comerciales.
Pero si uno sigue un poco m¨¢s adelante y sube a la colina de la catedral, vuelve a sumergirse en un peque?o laberinto de calles tranquilas. El templo se levanta en una amplia plaza ajardinada y lo primero que llama la atenci¨®n es su color: est¨¢ construido con la piedra caliza de la regi¨®n, de un rosa fuerte casi amoratado, que le da un aspecto un tanto irreal. En la fachada principal, un san Jorge enorme mata al drag¨®n atraves¨¢ndolo con su larga lanza, y en una de las entradas laterales encontramos una hermosa portada rom¨¢nica con un motivo muy usado en las catedrales suizas: la par¨¢bola evang¨¦lica de las v¨ªrgenes prudentes y las v¨ªrgenes necias, que tambi¨¦n decora la portada de la catedral de Berna. El interior es de un estilo de transici¨®n entre el rom¨¢nico y el g¨®tico, con s¨®lidos muros y arcos apuntados, y todo el conjunto tiene un aire de iglesia-fortaleza. En una capilla est¨¢ enterrado el gran pensador holand¨¦s Erasmo de Rotterdam, que vivi¨® aqu¨ª sus ¨²ltimos a?os; no hay que olvidar que Basilea fue, en los siglos XV y XVI, un importante centro de la cultura human¨ªstica.
Tras el ¨¢bside de la catedral hay un mirador sobre el Rin que permite entender por qu¨¦ los romanos -fundadores de la ciudad- representaban a los r¨ªos como varones barbados y musculosos: la poderosa corriente del Rin muestra aqu¨ª su musculatura de gran r¨ªo centroeuropeo. Desde nuestra atalaya podemos ver los barcos que van y vienen, el hermoso puente de piedra, la parte nueva de la ciudad al otro lado del r¨ªo y, m¨¢s al fondo, un skyline de chimeneas humeantes, porque la industria qu¨ªmica es, junto a la banca y las compa?¨ªas de seguros, la principal fuente de riqueza de Basilea y su regi¨®n.
Una treintena de museos
Tras esta apariencia de ciudad tranquila e industriosa bulle una intensa vida cultural: teatro, conciertos y una activa universidad fundada en el siglo XV, hoy tan integrada en la vida diaria que no hay ciudad universitaria porque los edificios universitarios se encuentran por todas partes, taraceando el casco urbano. En esta localidad de menos de 200.000 habitantes hay m¨¢s de una treintena de museos; seguramente el m¨¢s famoso es el Kunstmuseum o Museo de Bellas Artes, con excelentes colecciones de pintura de los siglos XV-XVI y uno de los m¨¢s valiosos fondos del mundo de arte contempor¨¢neo. Pero tampoco conviene despreciar el Museo Hist¨®rico, el de Arte Antiguo o el etnogr¨¢fico Museum der Kulturen, realmente ¨²nico, con magn¨ªficas piezas de las m¨¢s diversas culturas del mundo, desde Pap¨²a-Nueva Guinea hasta los ind¨ªgenas americanos, Bali o el T¨ªbet, pa¨ªs ¨¦ste con el que Suiza mantiene buenas relaciones (y por cuya independencia aboga).
Despu¨¦s de tanto atrac¨®n cultural, lo mejor es un atrac¨®n culinario. Tambi¨¦n en esto Basilea ofrece un buen men¨² para elegir, desde los numerosos restaurantes turcos hasta las tabernas t¨ªpicamente suizas-germ¨¢nicas en las que los clientes se sientan juntos -aunque no se conozcan entre s¨ª- en largas mesas de madera, a comer las contundentes especialidades de la cocina suiza, alsaciana o alemana, o, simplemente, a beber cervezas y comer a guisa de aperitivo los bretzel, t¨ªpicos panecillos salados centroeuropeos en forma de lazo. Si es verano, la ciudad se llena de terrazas al aire libre; en invierno, los basilenses se refugian en los animados interiores de los m¨²ltiples bares y restaurantes. A veces, entre las mesas pasa alguien vendiendo una especie de insignias; no se trata de un pedig¨¹e?o espont¨¢neo, sino de un miembro de alguna de las comparsas de carnaval, que hace as¨ª cuestaci¨®n para la fiesta. Sus carnavales, que acaban de celebrarse, tienen fama en toda Europa.
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos
Prefijo telef¨®nico: 0041 61. Poblaci¨®n: la ciudad tiene 176.000 habitantes.
C¨®mo ir
- Adem¨¢s del aeropuerto de Basilea, est¨¢ a 86 kil¨®metros el de Z¨²rich. Ida y vuelta en tren (www.sbb.ch): 41 euros.
- Swiss (901 11 67 12). Directo a Basilea desde Madrid y Barcelona: 284 y 254 m¨¢s tasas, respectivamente. A Z¨²rich, en marzo: desde Barcelona, 164, y desde Madrid, 186; m¨¢s tasas.
- Iberia (902 400 500). A Basilea desde Madrid, 352 euros, y desde Barcelona, 318 m¨¢s tasas. A Z¨²rich, en marzo, desde Madrid, 186, y Barcelona, 164; m¨¢s tasas. ?ltima hora a Z¨²rich, en www.iberia.com desde Madrid, 148, y desde Barcelona, 119; m¨¢s tasas.
Informaci¨®n y visitas
- Oficina de turismo de Basilea (268 68 68 y www.baseltourismus.ch).
- www.myswitzerland.
- Central de reservas hoteleras de Basilea (0041 58 206 26 30).
- Art (www.art.ch), del 18 al 23 de junio.
- Museo Fundaci¨®n Beyeler (645 97 00 y www.beyeler.com). Riehen. 10,93 euros.
- Vitra Design Museum (0049 7621 702 37 20 y www.design-museum.de). Weil am Reihn. Entrada: 5,50 euros.
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