El Bar?a vuelve a las andadas
El Alav¨¦s entra en los puestos de descenso a pesar de mejorar su aspecto
El Barcelona de Antic no ha perdido ning¨²n partido. Pero por encima de los resultados, el equipo deja jornada a jornada una imagen cada vez m¨¢s descendente, que retrotrae a las peores tardes de esta campa?a. La escala en Vitoria, donde otros han sacado petr¨®leo, supuso su tercer empate consecutivo, pero el Bar?a roz¨® la derrota. Se comport¨® como cualquier equipo peque?o, desprovisto de identidad, sin futbolistas que pidieran el bal¨®n y la responsabilidad. Reclam¨® la hora y s¨®lo le libr¨® la falta de punter¨ªa de su rival.
Para el Alav¨¦s, el balance es justamente el contrario. Lo peor fue el resultado. El equipo de Man¨¦ ha ca¨ªdo en picado durante la traves¨ªa de los grandes (Deportivo, Madrid y Real Sociedad, antes del Bar?a), con 14 goles encajados en tres partidos. Ayer, con todos los problemas que no ha solucionado de un golpe, ense?¨® lo que le ha faltado ¨²ltimamente: car¨¢cter. No encontr¨® el gol, por mucho que lo intent¨® con balones largos y desde las bandas. Pero s¨ª obtuvo algo. Perdi¨® el respeto al Barcelona y crey¨® en su juego. Se revitaliz¨®, aunque la clasificaci¨®n diga lo contrario. Ha intercambiado el puesto con el Espanyol y el Alav¨¦s est¨¢ ahora en puestos de descenso, en la cola de un cu¨¢druple empate.
ALAV?S 0 - BARCELONA 0
Alav¨¦s: Juan Pablo; Geli, Karmona, T¨¦llez, Llorens; Desio, Ibon Bego?a; Astudillo (Rub¨¦n Navarro, m. 73), Tomic (Turiel, m. 52), Jordi; e Iv¨¢n Alonso.
Barcelona: Bonano; Gabri (Christanval, m. 31), Reiziger, De Boer, Sor¨ªn (Mendieta, m. 46); Overmars, Xavi, Motta, Riquelme; Kluivert y Saviola (Iniesta, m. 62).
?rbitro: Esquinas Torres. Ense?¨® la tarjeta amarilla a Gabri, Tomic y De Boer. Expuls¨® por roja directa a Motta (m. 61) por dar un manotazo a Ibon Bego?a y a T¨¦llez (m. 91) por tocar el bal¨®n con la mano.
19.457 espectadores llenaron Mendizorroza. El p¨²blico form¨® un mosaico blanco y azul antes del partido.
El partido cumpli¨® con los c¨¢nones de un duelo entre dos equipos presionados, m¨¢s preocupados de no perder el bal¨®n en lugares comprometidos que de manejarlo con criterio. Al Bar?a le pesa su trayectoria en la Liga. No saca la cabeza ni encuentra futbolistas comprometidos que le saquen del atolladero. Los jugadores sufr¨ªan con Van Gaal y tampoco se terminan de divertir ahora. Para el Alav¨¦s ¨¦ste no era un partido m¨¢s. Sab¨ªa que ten¨ªa un ultim¨¢tum. Su p¨²blico cumpli¨® con su parte de llenar las gradas de Mendizorroza. El equipo ten¨ªa que responder.
Los miedos de los dos se exageraron al principio. El Alav¨¦s dej¨® sueltos a Kluivert y Saviola. El holand¨¦s estuvo a punto de encontrarse con el gol en una salida en falso de Juan Pablo, sustituto por segundo d¨ªa de Dutruel. El bal¨®n golpe¨® en el larguero. En el otro lado, los problemas los resum¨ªa Gabri, que siempre ve¨ªa a Jordi Cruyff de espaldas. Cometi¨® una primera falta que le supuso la tarjeta amarilla. Y una segunda, muy parecida, a punto estuvo de mandarle a la ducha en el primer cuarto de hora. Antic lo corrigi¨® a tiempo.
Solucionados de distinta manera esos temblores iniciales, el partido cay¨® en la impersonalidad. El Bar?a prolong¨® la segunda parte contra el Bayer Leverkusen, sin un faro al que mirar. Overmars, el desatascador habitual, ten¨ªa una oportunidad que ni pintada ante Llorens, cuyos problemas de marcaje han ido en aumento esta temporada. Pero el valenciano no se meti¨® en problemas esta vez.
No hubo noticias de Overmars en la derecha, y menos de Riquelme por la izquierda, y qu¨¦ decir de Mendieta como lateral. As¨ª, los delanteros quedaron desasistidos. Para agravar sus males, la expulsi¨®n de Motta con media hora de juego por delante, dej¨® al Barcelona a la intemperie, entregado a los contragolpes del Alav¨¦s. Los jugadores de Man¨¦ vieron mejor que nunca que se les abr¨ªa una puerta de par en par, y se lanzaron por el partido sin los miedos del principio y con una velocidad irreconocible. El Bar?a, a pesar de que el campo de Mendizorroza se estrech¨® dos metros, dej¨® dos pasillos en las bandas. Al final del corredor esperaba Rub¨¦n Navarro, pero tambi¨¦n ¨¦l se encontr¨® con el poste y, a veces, con Bonano.
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