Mucho miedo, mucho coraz¨®n
El Athletic no supo apuntillar al Valencia, que con nueve jugadores le encerr¨® en el ¨¢rea
?Se juega mejor con diez?, ?con nueve?, ?con once? Si preguntan al Valencia, responder¨¢ que con nueve. Con once fue nulo, con diez, aparente, y con nueve, heroico. Todo el infortunio se le junt¨® al Valencia a borbotones y se ali¨® con el Athletic, que afe¨® su fortuna con una actitud r¨¢cana, de equipo menor, asustadizo, que acab¨® abroncado por su p¨²blico.
El f¨²tbol ser¨¢ as¨ª, si as¨ª lo quieren los jugadores y los ¨¢rbitros, que en esto tienen algo que ver. En dos minutos, entre el 37 y el 39, la balanza se inclin¨®. En el 37, Mejuto pit¨® penalti por un agarr¨®n de Karanka a Baraja en un saque de esquina. Ya es hora de que los ¨¢rbitros impartan justicia en estas acciones, pero debieran hacerlo por igual y todos a la vez. Lo cierto es que Aranzubia despej¨® el penalti y en el c¨®rner posterior se mont¨® el contragolpe rojiblanco que culmin¨® Etxeberria con un ejercicio de precisi¨®n. En dos minutos se conoci¨® el veredicto del partido Pero cab¨ªa el recurso. Y vaya si lo hubo. Con el Valencia al completo, el Athletic le ech¨® del campo. A medida que fue perdiendo unidades, primero por la absurda expulsi¨®n de Mista y despu¨¦s por la lesi¨®n de Kily Gonz¨¢lez, tras una alevosa entrada de Karanka, fue creciendo. Como no ten¨ªa f¨²tbol, tir¨® de coraz¨®n y a poco sobrevive al naufragio.
ATHLETIC 1 - VALENCIA 0
Athletic: Aranzubia; Javi Gonz¨¢lez (Murillo, m. 91), Ocio, Karanka, Larrazabal; Tiko (Felipe, m. 74), Prieto, Alkiza; Etxeberria, Urzaiz y Ezquerro.
Valencia: Ca?izares; Reveillere, Marchena, Ayala, Fabio Aurelio; Angulo (Carew, m. 60), De los Santos (Rufete, m. 70), Baraja, Vicente (Kily Gonz¨¢lez, m. 78); Mista y Aimar.
Goles: 1-0. M. 39. Saque de esquina del Valencia, tras el penalti fallado por Fabio Aurelio, que despeja la defensa, Ezquerro conduce el contragolpe con Etxeberria, en un dos contra dos, que bate a Ca?izares con una precisa vaselina.
?rbitro: Mejuto Gonz¨¢lez. Expulso a Mista (m. 55) por doble amonestaci¨®n. Mostr¨® tarjetas amarillas a Vicente, Karanka, Ezquerro, Urzaiz, Prieto y Alkiza
Unos 35.000 espectadores en San Mam¨¦s.
El Celta arruina las cuentas del Atl¨¦tico
El Atl¨¦tico no se lleva con las matem¨¢ticas. A la que se pone a echar cuentas, a sumar mentalmente tres puntos por aqu¨ª y otros cuantos por all¨¢, a correr en la imaginaci¨®n cuatro o cinco jornadas por delante, el Atl¨¦tico se la pega. Ya puede cumplir cien a?os o mil que las cosas son as¨ª, tan propias de la casa como el mismo escudo. De modo que, quiz¨¢s por pura tradici¨®n, los rojiblancos perdieron ante el Celta. Y todos los sue?os recientes, ¨¦sos que hab¨ªan mandado repentinamente su mirada hacia la Liga de Campeones, se fueron al garete de sopet¨®n.
Lleg¨® el Celta, se blind¨® por los costados, le prohibi¨® al Atl¨¦tico su juego de costumbre y se gan¨® todo el derecho al empate. Y lleg¨® al final Berizzo, cuando los rojiblancos andaban tir¨¢ndose a la cara su propia idiosincrasia ya simplemente por la igualada, y remat¨® el petardazo con un gol inesperado que pesc¨® desprevenido a los de casa. Pero ni la hora tan tard¨ªa a la que se asom¨® la derrota hizo inmutarse a la gente del Calder¨®n, tan preparada como est¨¢ a golpe de insistencia para salir con resignaci¨®n de determinadas jornadas.
Para los que desconf¨ªan de lecturas tan cabal¨ªsticas, para los que prefieren interpretar el f¨²tbol desde el puro f¨²tbol, habr¨¢ que apuntar que el Atl¨¦tico jug¨® mal, peor que ¨²ltimamente, y que por ah¨ª puede explicarse tambi¨¦n su tropiezo. Albertini sigui¨® entonado, gobernando sabiamente la posesi¨®n de la pelota, de manera especial mientras anduvo sobrado de ox¨ªgeno -es decir, que fue de menos a m¨¢s-; Coloccini conserv¨® su nivel de las ¨²ltimas jornadas (r¨¢pido, anticipativo, seguro y contundente), un central seguro tanto por alto como por bajo, una garant¨ªa, y estuvo ¨¢gil Esteban, cerrando su porter¨ªa a las repentinas visitas del Celta. Pero el Atl¨¦tico mostr¨® muy poco m¨¢s.
Fernando Torres dibuj¨® una actuaci¨®n menor, aunque no fue suya toda la culpa. Sus compa?eros apenas le buscaron. Y cuando lo hicieron, el Ni?o s¨ª respondi¨® -Albertini lo comprob¨® al filo del descanso al tirarle un globito por detr¨¢s de la defensa, al invitarle a correr-. Pero el Atl¨¦tico sangr¨® especialmente por las bandas, el objetivo que se hab¨ªa trazado el Celta para conquistar el partido. Ni Aguilera y Contra por la derecha ni Sergi y Luis Garc¨ªa por la izquierda acertaron a entrar por los costados, territorios que Lotina hab¨ªa llenado de minas. Jos¨¦ Mari, de segundo delantero primero, de extremo izquierdo despu¨¦s, tampoco sum¨®. S¨®lo la salida de Jorge, que logr¨® confundir al Celta en su trabajo defensivo de entrel¨ªneas, hizo crecerse al Atl¨¦tico, que tuvo sus veinte minutos de insistencia para llevarse el partido.
Meti¨® en apuros a Cavallero por decisi¨®n, casi a empujones, en jugadas a bal¨®n parado principalmente. Pero ayer ni con Aguilera acudiendo a todos los remates, que se ha venido arriba con su gol en Mestalla, hizo demasiado da?o en la estrategia. Y la aparici¨®n de Javi Moreno, al que alg¨²n cachondo le llama el Ronaldo del Calder¨®n -por la barriga, claro- y de Movilla tampoco remediaron nada -y eso que la mejor ocasi¨®n local fue un control con el pecho y posterior remate del 19-.
Aunque con menos gente, el Celta atac¨® con m¨¢s peligro. Su excelente partido se ci?¨® a los asuntos defensivos. Muy sobrio atr¨¢s y en el centro del campo, muy serio para la recuperaci¨®n de la pelota, supo jugar su partido. Pero el mejor futbolista sobre el campo en asuntos creativos tambi¨¦n fue suyo. Situado de forma antinatural, a banda cambiada, Gustavo L¨®pez fue un permanente tormento para Sergi. Por ah¨ª, por la banda derecha de su ataque, el Celta conserv¨® siempre un hueco por el que meterse en el partido. Le permit¨ªa llegar lo mismo o m¨¢s que su rival aun teniendo menos la pelota. Por ah¨ª, claro, por la sabrosa conducci¨®n de Gustavo L¨®pez, lleg¨® el contragolpe mortal que culmin¨® Berizzo a escasos minutos del final. El gol que le recordaba al Atl¨¦tico que no le conviene ponerse a sumar.
Si el Valencia ven¨ªa cansado, el Athletic le puso el partido a cien por hora; si quer¨ªa tocar el bal¨®n y jugar con parsimonia, le puso el campo como un circuito automovil¨ªstico. Es decir entre el Athletic, brioso, y el campo, rapid¨ªsimo, el Valencia perdi¨® el bal¨®n, condenado a la vulgaridad de equipo cansino, tanto mental como f¨ªsicamente. Para colmo, en ese c¨²mulo de circunstancias, naufrag¨® Aimar, su referencia obligada para el balance del colectivo. Claro que en eso tuvo mucho que ver un chico de aspecto liviano, Luis Prieto, que se peg¨® a la camiseta del argentino y no s¨®lo le sec¨®, sino que adem¨¢s le aburri¨®.
El Athletic entendi¨® el mensaje de sus ¨²ltimos fracasos. La victoria, en su caso, siempre pasa por un sobreesfuerzo f¨ªsico. La vieja m¨¢xima de correr m¨¢s que el contrario. Incluso, su actitud, hab¨ªa sido puesta en duda toda la semana en el entorno rojiblanco. As¨ª que cuando comenz¨® el partido, parec¨ªa que llevara veinte minutos jugando. En media hora, barri¨® al Valencia, obligado a correr tras el rival, replegado en su campo y sometido al criterio futbol¨ªstico de Alkiza. Casi todo lo que se esperaba de Aimar, lo hizo Alkiza: ganar el espacio, proteger el bal¨®n y desplazarlo con el m¨¢ximo sentido. Lo malo para el Athletic es que sus carencias se manifiestan en dos cuestiones: el ¨²ltimo pase y el remate. Casi todas sus acciones ofensivas, que fueron muchas en esa media hora, acabaron o mal servidas o mal resueltas. Acciones geniales como la de Ezquerro entre tres centrales acab¨® resuelta al modo de un colegio: trompicado, malamente. Lo que nac¨ªa bello, mor¨ªa feo.
Y as¨ª transcurr¨ªa el partido, acelerado, raro, con continuas perdidas de bal¨®n, revoltoso, en suma. La figura engrandecida de Alkiza apenas encontraba una t¨ªmida respuesta en Baraja, discontinuo, y en Vicente, vibrante, pero acelerado. Entre ambos cuadraron la ¨²nica jugada ofensiva de ese tiempo que Angulo no caz¨® por mil¨ªmetros.
Y llegaron los minutos decisivos. Pero quedaba mucho m¨¢s, porque el Athletic muri¨® en la reanudaci¨®n, tras un disparo de Tiko al larguero. No hizo m¨¢s. Cuando se fue Mista, por sacar indebidamente una falta, decidi¨® guarecerse y cuando se retir¨® Kily, tras una acci¨®n de Karanka, innecesaria y dur¨ªsima (el Valencia hab¨ªa agotado los cambios), decidi¨® esconderse, volver a ser el equipo pacato de los ¨²ltimos partidos, asustado por un equipo mermad¨ªsimo y cansado.
El Valencia tir¨® de coraz¨®n y de Carew, un futbolista que se bast¨® para incomodar a la nutrida defensa del Athletic, incapaz de retener el bal¨®n o de irse hacia adelante. Las ocasiones del Valencia se sucedieron y el miedo se apoder¨® de San Mam¨¦s. Heynckes colabor¨® a ello. Felipe y Murillo, dos jugadores defensivos, se unieron al esp¨ªritu numantino. Y Carew remat¨® una y otra vez, y Baraja chut¨®. Y el Athletic, que empez¨® como un cicl¨®n, acab¨® barrido como una hoja seca. Y silbado. Contra once fue mejor, contra nueve, un horror.
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