La ciudad paciente
Barcelona se desplaza r¨¢pido y a menudo hay elementos urbanos que quedan fijos, detenidos, fosilizados y finalmente convertidos en estratos. Algunos de sus ciudadanos pintan mensajes en las paredes. Se han dado cuenta de que deben ser pr¨¢cticos o la din¨¢mica de la ciudad los estratifica. Por ejemplo, en la calle de Muntaner, casi llegando a Val¨¨ncia, hay una pintada hecha con spray de color plata brillante. Dice: "Moros, fura". Es impensable que a un grafitero castellanopintante, con la precipitaci¨®n, se le escape una letra del medio. Cuando a uno le atrapan con las manos en el spray, lo normal es que se le escape una letra del final. Con lo cual, deducimos que la raz¨®n debe de ser otra y apunta a causas mucho m¨¢s profundas. Quiz¨¢ es una nueva generaci¨®n de grafiteros, no ya xen¨®fobos y biling¨¹es, sin¨® b¨ªfidos. "Moros, fura" ser¨ªa el primer eslab¨®n del cata?ol, la futura lengua de Catalu?a. Un cruce perfecto entre "Moros, fuera" y "Moros, fora" . He aqu¨ª la m¨¢xima practicidad: la imaginaci¨®n del ciudadano se adelanta a la ciudad y se sienta a esperarla.
La ciudad nunca se detiene, pero es generosa. Se ha dejado pintar y repintar muchas veces, a veces con gran inteligencia
Hemos cazado otro ejemplo de tozudez y praxis de la ciudadan¨ªa. Se encuentra en el suelo, en el cruce de Peu de la Creu con Joaquim Costa. Hasta hace poco luc¨ªa la t¨ªpica palabra stop en pintura blanca. Desde hace unos d¨ªas, lleva el a?adido war debajo. Leemos: "Stop war", o sea, parar la guerra. M¨¢s pr¨¢ctico imposible. Lo curioso de este caso es que la palabra war se ha imprimido con plantillas iguales a las que tiene el Ayuntamiento para poner stop. Ello, les guste o no a los pacifistas, los aleja peligrosamente de lo alternativo. Hubieran podido a?adir war a golpe de brocha, pero no. Se fabricaron su plantillita. Un gesto que les dignifica, por cachondos. Puestos a pedir la paz, que sea con iron¨ªa, es decir, con inteligencia.
Guardamos para el final el caso m¨¢s conmovedor. Sirve para reconciliarte con la ciudad, por m¨¢s que ¨¦sta se nos escape a menudo de las manos. Por una vez y sin que sirva de precedente vamos a hablar de algo que no est¨¢, pero que ha existido muchos a?os. Se trata de una pintada reivindicativa que, durante todo el tiempo que estuvo visible, se fue reciclando a?o tras a?o. Probablemente recordar¨¢n que la cr¨®nica de sucesos, en diciembre de 1992, trajo la noticia del asesinato del joven Pedro ?lvarez en L'Hospitalet por un disparo de alguien que huy¨® en coche. Hubo un clamor ciudadano porque todos los indicios apuntaban a un polic¨ªa como autor del asesinato. Fue imposible demostrarlo y el caso se estanc¨®. Los familiares y amigos no estuvieron de acuerdo y se conjuraron para que la muerte de Pedro no se olvidara. En la Verneda, el barrio donde viv¨ªa el chico, aparecieron en 1999 unas pintadas reivindicativas. La movilizaci¨®n social, en ese momento, impidi¨® que un nuevo cambio de juez archivara definitivamente el caso. Pues bien, en el cruce del Pont del Treball con la calle de Berenguer de Palou apareci¨® la siguiente pintada: "Siete a?os sin Pedro asesinado por la polic¨ªa en L'Hospitalet". Al a?o siguiente alguien pint¨® de blanco el siete, y lo substituy¨® por un ocho. Luego se tach¨® el art¨ªculo determinado por el indeterminado y qued¨®: "Ocho a?os sin Pedro, asesinado por un polic¨ªa en L'Hospitalet". Bien hecho, no ten¨ªan por qu¨¦ incriminar a todo un colectivo. Al a?o siguiente se volvi¨® a corregir. Se dej¨® en: "Nueve a?os sin Pedro, asesinado en L'Hospitalet". Mejor no mentar a la polic¨ªa, a ver si as¨ª la cosa va m¨¢s r¨¢pida. Nada, ni flores. Nos imagin¨¢bamos a los pobres amigos de Pedro en su convocatoria anual para reivindicar su injusta muerte. Ten¨ªan muchas pintadas que corregir. As¨ª, a?o tras a?o, cada vez m¨¢s viejos y cansados. Y cada vez con el recuerdo de Pedro m¨¢s lejos. Pero ellos, tercos, dale que dale. Hasta el d¨ªa en que ya no pudieron m¨¢s. Y lo dejaron correr. Y ah¨ª est¨¢n los amigos, padres y parientes de Pedro, amargados y desenga?ados. Tiene m¨¦rito y desde aqu¨ª, aunque la pena y el coraz¨®n roto nadie lo pueda arreglar, un saludo y una felicitaci¨®n al entorno de Pedro: han aguantado la tira de a?os fieles a su deseo de reivindicar el esclarecimiento del asesinato de su amigo. La pintada a que nos referimos se estanc¨® en el n¨²mero nueve y a¨²n aguant¨® hasta el a?o pasado, junto con otra igual, en la Rambla de Prim. No hace mucho pas¨¦ por all¨ª y la pintada ya no estaba. Se hab¨ªa blanqueado. Dentro de poco, a poca distancia, se alzar¨¢ la nueva estaci¨®n del AVE de Barcelona en la Sagrera. Un estrato hist¨®rico tapa a otro. Las generaciones se suceden. La ciudad nunca se detiene, pero es generosa. Se ha dejado pintar y repintar por los pobres amigos de Pedro. Son h¨¦roes an¨®nimos, que tambi¨¦n han hecho ciudad. Y pr¨¢cticos: aprovechaban la pintada porque probablemente era de noche y se ten¨ªa que madrugar.
Como ven, al final nos ha salido tan s¨®lo un ¨¢lbum de fotos mojigatas (y movidas) de la ciudad en marcha.
Merc¨¨ Rodoreda, en su libro La mort i la primavera, dice: "Les coses soles es fan velles de pressa, per¨° ben acompanyades per les persones, triguen m¨¦s i envelleixen d'una manera diferent, com si en comptes de fer-se lletges es fessin boniques". La ciudad es la suma de todo. Y, como las cosas que comenta la Rodoreda, en cuanto se queda sola, adi¨®s.
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