A cuartos con el miedo en el cuerpo

Con los pelos de punta y tras llevarse un susto tremendo, el Madrid enlaz¨® anoche con los cuartos de final. Lo hizo acogotado hasta el final, asaltado una y otra vez por el Lokomotiv, que le arrincon¨® sobre todo en el ¨²ltimo tramo, cuando ya hab¨ªa noticias de la trastada de Koller, el gigant¨®n del Dortmund, en San Siro. Un gol del equipo ruso le hubiera dejado en la cuneta, con la d¨¦cima perdida de vista. Con Casillas y los suyos sopla que te sopla y los chicos del Lokomotiv refugiados en el ¨¢rea blanca, el Madrid s¨®lo pudo sacudirse los fantasmas cuando el ¨¢rbitro baj¨® la persiana: aquel milagroso remate de Portillo en Dortmund y el primer cabezazo ganador de Ronaldo como madridista le hab¨ªan sellado la clasificaci¨®n. Todo un bot¨ªn para un equipo que s¨®lo ha ganado tres de sus ¨²ltimos diez partidos en la Champions.

La primera victoria del Madrid en Mosc¨² se produjo en el huerto del campo del Lokomotiv, donde bien se pod¨ªan sembrar cebollas o patatas. Al Madrid le cost¨® un rato largo coger el hilo al encuentro. Tieso por el fr¨ªo y aturdido por el disloque constante de la pelota, que bailaba y bailaba de forma desobediente, como si rebotara en un paisaje lunar, el equipo de Del Bosque se sinti¨® incapaz de gobernar. Mejor adaptado a los baches, el conjunto ruso tuvo m¨¢s tino al articular el juego. Como si conocieran palmo a palmo cada hoyo, los jugadores de la locomotora rusa, acertaron a coser alguna que otra acci¨®n; sobre todo por la orilla de Solari, relevo ayer del sancionado Roberto Carlos. Al argentino el traje de lateral le qued¨® largo. Demasiado contemplativo al defender, se vio atropellado en m¨¢s de una ocasi¨®n por Evseev y Loskov, que cargaron todas las bater¨ªas sobre el improvisado defensor madridista, poco esculpido para la tarea.

Precisamente por el costado izquierdo de la defensa de Casillas se encadenaron las primeras ocasiones del Lokomotiv. Dos remates secos y venenosos de Izmaylov que hicieron sufrir al portero. Con el duelo de lado ruso, el Madrid qued¨® a los pies de Helguera y Pav¨®n, sostenes de la infanter¨ªa enemiga. Apenas hab¨ªa noticias de las megaestrellas, desamparadas en ataque, sin carrete alguno. Hasta que Zidane desafi¨® al arenal.

Tras media hora larga, por una vez, un despeje de la defensa madridista se enrosc¨® en la bota del franc¨¦s, enquistado en el eje del patatal. Con dos rivales silb¨¢ndole la coronilla, pis¨® la pelota con los dos pies al tiempo que gir¨® todo el tronco para mandar al garete a sus escoltas. Una partitura muy propia del franc¨¦s, pero por la que nadie en su club de fans hubiera apostado un c¨¦ntimo en una playa semejante. Zidane abri¨® los ojos a todos y, de inmediato, se asom¨® Ra¨²l a la jugada. En el balc¨®n del ¨¢rea del Lokomotiv teji¨® un pase magn¨ªfico para Figo, a cuya rosca se enfrent¨® Ronaldo de cabeza. Una suerte que el brasile?o no ha ensayado ni en su infancia, tan al¨¦rgico ¨¦l a meter las narices en jugadas a¨¦reas. En su galer¨ªa de v¨ªdeos cuesta rescatar un remate similar.

Bast¨® la uni¨®n de los cuatro jinetes blancos para que en su primer remate con fuego se inclinara el marcador. Todo un castigo para el animoso grupo local, que se evapor¨® hasta el descanso. Nada se jugaba en la clasificaci¨®n y todo apuntaba al derrumbe del Lokomotiv tras la ducha caliente. Pero el Lokomotiv se tom¨® a las bravas el segundo periodo. Jug¨® con todo el ¨ªmpetu del mundo, con los dientes apretados en cada jugada, hasta que acorral¨® al equipo espa?ol, sometido a un asalto constante. En buena parte por la inconsistencia del Madrid, que recul¨® m¨¢s de lo debido y se enred¨® en su propia trinchera. Sin nadie capaz de envolver el juego, de dar salida al equipo, los madridistas se quedaron a la intemperie, o lo que es lo mismo, al son de sus de dos medios centros. El destajo de Makelele y la apariencia de Flavio crearon un verdadero desasosiego. Cada barrida de uno u otro deriv¨® en una invitaci¨®n al rival para que lo intentara de nuevo. La tierra dej¨® en evidencia a los menos sutiles con el bal¨®n, que se armaron un l¨ªo de cuidado cada vez que se miraron los pies. Cierto que tampoco recibieron excesiva ayuda del resto, por lo que el Madrid se qued¨® con Ronaldo en el horizonte, a un trecho sideral de sus colegas, y todos los dem¨¢s achicando agua, especialmente los dos centrales, exigidos a tope. Definitivamente, la siberiana noche moscovita se convirti¨® en un calvario para la muchachada de Del Bosque tras las inquietantes noticias de San Siro, con el gol de Koller justo cuando m¨¢s picante ofensivo pon¨ªa el equipo ruso. Una mano de Casillas, un desv¨ªo inquietante de Helguera y dos remates al techo moscovita, con todo a favor de Loskov y Julio C¨¦sar, anudaron la garganta al Madrid, que se sinti¨® m¨¢s cerca del precipicio que nunca. Con la nuez enrojecida, el silbato del franc¨¦s Colombo meti¨® al Madrid en cuartos, donde ya le esperan el Barcelona y el Manchester, dos de sus tres posibles enemigos. Pese a tanta angustia, nunca una victoria en Rusia le fue tan necesaria.