Pluralismo moral y c¨¦lulas troncales
El debate sobre las c¨¦lulas troncales (stem cells) ha puesto de nuevo sobre el tapete de la discusi¨®n una realidad, innegable en nuestro pa¨ªs y en los de su mismo bagaje cultural: la realidad del pluralismo moral o ¨¦tico. La transici¨®n a la democracia consagr¨® oficialmente lo que ya ven¨ªa ocurriendo en la vida cotidiana, y es que Espa?a no es una sociedad moralmente homog¨¦nea, ni tampoco tan heterog¨¦nea que los distintos grupos sociales no compartan un conjunto de valores ¨¦ticos. Nuestra sociedad es moralmente plural.
Lo cual significa que no es relativista, que no todo vale, porque s¨ª hay unos valores ¨¦ticos compartidos. Ni es tampoco "subjetivista", porque las cuestiones de justicia no dependen de las preferencias de cada sujeto. "Pluralismo moral" significa que hay discrepancias, pero que desde ellas existen unos valores compartidos en cuestiones de justicia: existe una intersubjetividad ¨¦tica en valores b¨¢sicos de justicia. El respeto a la dignidad humana, la defensa de la libertad, igualdad y solidaridad, la valoraci¨®n del di¨¢logo como medio de resolver los conflictos, el rechazo de la guerra, el fomento del respeto activo hacia posiciones morales razonables aunque no sean las propias, componen esa ¨¦tica c¨ªvica compartida desde la que tenemos que abordar conjuntamente los problemas morales que nos afectan a todos, e ir construyendo nuestra vida com¨²n.
La discusi¨®n sobre las c¨¦lulas troncales es s¨®lo un ejemplo de la gran cantidad de cuestiones que tenemos que abordar juntos. El hambre, la miseria, el subdesarrollo, la guerra, la violencia.
La falta de asistencia sanitaria, la incultura son los grandes problemas ¨¦ticos que requieren ya soluciones en las que deber¨ªa estar empe?ada la comunidad internacional y no lo est¨¢. En este desbordante marco de problemas tiene un lugar el debate de las c¨¦lulas troncales, pero nunca conviene olvidar los otros, ni siquiera relegarlos.
Como es sabido, en la actualidad existe un amplio consenso cient¨ªfico sobre el gran potencial terap¨¦utico de las c¨¦lulas troncales humanas (adultas y embrionarias) y en considerar, por tanto, que las investigaciones con este tipo de c¨¦lulas son prometedoras por su posible utilizaci¨®n terap¨¦utica. Obviamente, desde un punto de vista ¨¦tico, toda expectativa de curaci¨®n de enfermedades graves en seres humanos es una raz¨®n poderosa para promocionar el tipo de investigaciones que vayan en este camino, porque fomentar el bien de las personas, evitando en lo posible el sufrimiento, es tarea de la ciencia.
El problema central se presenta en el caso de las c¨¦lulas troncales embrionarias, porque se pueden obtener o bien a partir de embriones sobrantes de programas de fecundaci¨®n in vitro o a partir de abortos, espont¨¢neos o provocados, o a partir de embriones som¨¢ticos obtenidos por t¨¦cnicas de clonaci¨®n, o bien produci¨¦ndolos para investigaci¨®n mediante t¨¦cnicas de fecundaci¨®n in vitro. En todos estos casos, la derivaci¨®n de c¨¦lulas troncales comporta la imposibilidad de que el embri¨®n progrese en su desarrollo y, por tanto, su destrucci¨®n. En nuestro pa¨ªs, la discusi¨®n se centra en el momento actual en los dos primeros supuestos y, en el caso de los embriones sobrantes, en aquellos que no van a ser implantados por no haber sido requeridos, o porque los progenitores no han dado autorizaci¨®n. Su alternativa es en cualquier caso la descongelaci¨®n y, por tanto, la destrucci¨®n.
La manzana de la discordia consiste, al parecer, en dilucidar cu¨¢l es el estatuto del embri¨®n desde las perspectivas ¨¦tica, biol¨®gica y ontol¨®gica, para decidir el tipo de respeto y protecci¨®n que merece el embri¨®n temprano. Y es la manzana de la discordia porque se trata de una cuesti¨®n que est¨¢ en debate precisamente porque no hay acuerdo en torno a ella.
Algunos grupos de investigaci¨®n entienden que el embri¨®n humano merece especial respeto por ser vida humana, pero que en el caso de embriones tempranos, y m¨¢s si la alternativa es la destrucci¨®n, deben tenerse en cuenta otros valores, como el posible alivio del sufrimiento humano mediante investigaciones dirigidas en ese sentido. Otros grupos consideran, por su parte, que el embri¨®n debe protegerse como persona desde que el ¨®vulo ha sido fecundado, porque desde ese momento debe tenerse como realidad personal, y prefieren la descongelaci¨®n y la destrucci¨®n a que se utilice para investigar. Otros sectores, por ¨²ltimo, entienden que el embri¨®n es un conjunto de c¨¦lulas que no tienen un rango diferente al de otras c¨¦lulas humanas desde el punto de vista de su valor y, por lo tanto, que debe haber pocas limitaciones a su utilizaci¨®n, si hay alguna.
Ante las diversas posiciones, las sociedades ¨¦ticamente pluralistas se encuentran en una situaci¨®n distinta a la de las sociedades ¨¦ticamente homog¨¦neas. Tienen que tomar decisiones compartidas, ya que es un problema de la sociedad en su conjunto, pero no existe un "Parlamento ¨¦tico", legitimado para sancionar leyes ¨¦ticas. Los Parlamentos son pol¨ªticos y se ocupan de "leyes legales", no de "leyes ¨¦ticas". Tampoco existe una "Iglesia ¨¦tica", es decir, una Iglesia que ejerza un magisterio para la sociedad en su conjunto. Evidentemente, existen diversas confesiones religiosas y diversos grupos pol¨ªticos, que pueden y deben expresar sus convicciones en la vida p¨²blica y aportar argumentos que ayuden a tomar decisiones. Por supuesto. Pero en una sociedad plural no hay una sola instancia ¨¦tica a la que atiendan todos los ciudadanos, aunque todas puedan hacerse presentes en el debate p¨²blico. Y ¨¦stos son los mimbres con los que tenemos que tejer nuestra vida en com¨²n desde las diferencias.
El camino emprendido por el momento en las sociedades pluralistas ha consistido -junto al debate en el foro p¨²blico- en nombrar comisiones de expertos que estudien los problemas y lleguen a recomendaciones. ?ste es el caso de nuestro pa¨ªs, donde dos comisiones han asumido la tarea de evaluar ¨¦ticamente el problema de la investigaci¨®n con c¨¦lulas troncales: la Comisi¨®n Nacional de Reproducci¨®n Humana Asistida, que emiti¨® su informe en 2000, y el Comit¨¦ Asesor de ?tica de la Investigaci¨®n Cient¨ªfica y Tecnol¨®gica, que hizo p¨²blico el suyo el pasado 5 de marzo.
Sin duda, el primer problema consiste en designar a los miembros de los comit¨¦s, que deben ser competentes, interdisciplinares y plurales. Y, una vez nombrado el comit¨¦, la tarea central de sus miembros consiste -a mi juicio- en deliberar en serio para llegar a las recomendaciones que sean lo m¨¢s ajustadas posible a la ¨¦tica c¨ªvica de esa sociedad. Para conseguirlo es preciso eludir presiones economicistas (los intereses puramente econ¨®micos), partidistas (los intereses electorales de los distintos partidos pol¨ªticos), fundamentalistas (la radicalizaci¨®n de posiciones ideol¨®gicas), "personalistas" (el empecinamiento de alg¨²n miembro con un asfixiante af¨¢n de protagonismo), y tambi¨¦n aprender que puede haber m¨¢s de una posici¨®n moral respetable. Que gentes de bien pueden defender una posici¨®n distinta a la m¨ªa, que, sin embargo, representa un punto de vista moral respetable, aunque yo crea que no es correcto y, por lo tanto, no lo comparta.
Para llegar a este punto es preciso analizar los problemas desde la perspectiva cient¨ªfica, sacar a la luz los valores ¨¦ticos compartidos, indagar hasta d¨®nde llegan los acuerdos y d¨®nde empiezan las discrepancias, descubrir las posiciones moralmente respetables y ofrecer recomendaciones desde la posici¨®n mayoritaria, pero dejando constancia de las discrepancias a trav¨¦s de votos particulares, expresivos de una sociedad plural.
En el caso de la investigaci¨®n con c¨¦lulas troncales se han ido descubriendo en el nivel transnacional un conjunto de valores compartidos que deben ser contemplados, como el respeto a la vida humana desde la etapa de embri¨®n, el valor de intentar aliviar el sufrimiento humano por medio de investigaciones, el valor de la libertad de investigaci¨®n, siempre que exista conciencia de que el poder t¨¦cnico no se identifica con el poder ¨¦tico; el valor de la libertad, en este caso, de las parejas afectadas, cuyo consentimiento es necesario. Priorizar la investigaci¨®n con c¨¦lulas troncales animales es la consecuencia, pero tambi¨¦n permitir la investigaci¨®n con humanas en el caso de embriones destinados a la destrucci¨®n, cuando el motor de las investigaciones es el alivio del sufrimiento humano.
Evidentemente, todo esto debe seguir siendo discutido, porque al debate abierto es al que nos obliga el ejercicio de eso que hemos llamado la "raz¨®n p¨²blica", empe?ada en construir una convivencia a la altura de la dignidad humana.
Adela Cortina es catedr¨¢tica de ?tica y Filosof¨ªa Pol¨ªtica de la Universidad de Valencia, miembro de la Comisi¨®n Nacional de Reproducci¨®n Humana Asistida y del Comit¨¦ Asesor de ?tica de la Investigaci¨®n Cient¨ªfica y Tecnol¨®gica.
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