'Outlandos d'amour', de The Police
The Police era una gran mentira que se convirti¨® en esplendorosa realidad. Y es que, aunque el tr¨ªo se colara por la brecha abierta por los punkis, nada m¨¢s lejano a ellos que la secta de los imperdibles. Frente a una generaci¨®n musical que detestaba a los virtuosos, The Police escond¨ªa a instrumentistas de amplios conocimientos, que ten¨ªan -como dicen aqu¨ª los veteranos- el culo pelado de tanto tocar. Incluso sus or¨ªgenes y circunstancias les separaban de aquella tropa. Stewart Copeland (1952) no escond¨ªa que era hijo de un destacado funcionario de la CIA, de servicio en Oriente Pr¨®ximo. En el Reino Unido fue baterista de Curved Air, grupo de rock progresivo de breve fama. Actuando con ellos, conoci¨® en Newcastle al bajista y cantante Sting (Gordon Matthew Sumner, 1951), antiguo maestro que se las daba de jazzman al frente de Last Exit. Hablaron de la revoluci¨®n que estaba ocurriendo en Londres y pensaron que les daba una oportunidad. En enero de 1977, la pareja empez¨® a ensayar con Henri Padovani, guitarrista corso que pronto fue reemplazado por Andrew James Summers (1942), superviviente de los Animals, Zoot Money, Soft Machine y Kevin Ayers.
Viendo por d¨®nde soplaba el viento, se lanzaron a tocar acelerado rock cortante. La otra parte del repertorio usaba ense?anzas de una de las m¨²sicas favoritas de los punkis londinenses, el hipn¨®tico roots reggae jamaicano. Desde el principio, jugaron a dos bandas. Su m¨¢nager era Miles Copeland, hermano de Stewart, que les coloc¨® en bolos que los Clash o los Pistols jam¨¢s hubieran aceptado. As¨ª, fueron la banda de gira de Cherry Vanilla, leyenda menor del underground neoyorquino. Tocaron rock complejo en la Europa continental como Strontium 90, aparte de trabajar con el compositor alem¨¢n Eberhard Schoener en espect¨¢culos multimedia. Y protagonizaron un anuncio de un chicle que requer¨ªa que se ti?eran de rubio, un detalle que terminar¨ªa definiendo su imagen.
Eran, hay que decirlo, tremendos currantes; Stewart Copeland incluso desarroll¨® una carrera paralela bajo el seud¨®nimo de Klark Kent. Su hermano dise?¨® un lanzamiento de The Police que conjugaba trabajo constante y econom¨ªa de guerra. As¨ª, Outlandos d'amour se grab¨® sin productor, costando un total de 3.000 libras esterlinas (la mitad, a pagar m¨¢s adelante). Antes de su edici¨®n, Copeland les despach¨® hacia EE UU en la m¨¢s barata de las l¨ªneas a¨¦reas que cruzaban el Atl¨¢ntico, llevando sus instrumentos como equipaje de mano. Debutaron en Nueva York y dieron 23 conciertos por el pa¨ªs, a veces tocando ante un pu?ado de personas, viajando en una furgoneta y durmiendo amontonados en moteles mugrientos.
Experiencias como ¨¦sas rompen el espinazo de grupos que no tengan mucha fe, fe ciega en su arte. Por su edad, los policiacos cre¨ªan que aquella explosi¨®n del punk rock -y la posterior new wave- les permit¨ªa una apuesta (?la ¨²ltima?) por el estrellato pop. Y aguantaron las sucesivas pruebas, reconfortados por el hecho de que la reacci¨®n ante su m¨²sica era instant¨¢nea y entusiasta: nadie sonaba como ellos, con esos ecos espaciosos y la voz penetrante del caballero Sting. Que inmediatamente se convertir¨ªa en un objeto del deseo femenino y de los directores de casting cinematogr¨¢ficos.
Babelia
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