Debacle: una anatom¨ªa
Aunque el "tiempo para la diplomacia" parezca haberse acabado ya, y el seguimiento de la guerra empiece a agotar nuestra atenci¨®n, no se deber¨ªa permitir que el alcance y las consecuencias de la derrota de la diplomacia de EE UU sean dejados a un lado. El quejarse de la "intransigencia" e "hipocres¨ªa" de Francia (s¨ª, los franceses han sido intransigentes e hip¨®critas; ?qu¨¦ hay de nuevo en ello?) o el apuntar con el dedo a Colin Powell o a Tony Blair como responsables por ir a la ONU en primer lugar, no excusa el grado de ineptitud nunca visto en la diplomacia moderna de EE UU. La defensa del uso de la fuerza contra Irak no carece de un considerable m¨¦rito. El r¨¦gimen de Sadam ha cometido atrocidades a tal escala y de tal naturaleza que empeque?ece los acontecimientos que propiciaron la intervenci¨®n en Bosnia y en Kosovo. E incluso la "intransigente e hip¨®crita" Francia, en su ¨²ltima gesti¨®n -proponer que las inspecciones se prorroguen otros 30 d¨ªas-, reconoce impl¨ªcitamente que hasta la fecha Irak no se ha desarmado y que en ¨²ltima instancia pudiera ser necesario el uso de la fuerza. Es precisamente el m¨¦rito de la posici¨®n esencial de EE UU lo que hace que sea m¨¢s manifiesto el fracaso de la diplomacia de su gobierno.
A menudo se dice de Europa que es una potencia econ¨®mica, pero que es un pigmeo pol¨ªtico; un gigante comercial, pero un enano militar. Pero aun as¨ª, en este caso la tortuga europea hace caer en la trampa a la liebre estadounidense. EE UU ha hablado alto y claro, ha enarbolado su gran vara econ¨®mica y militar (la ¨²nica vara que hay estos d¨ªas) s¨®lo para ser humillado p¨²blicamente: ni siquiera M¨¦xico (socio en el NAFTA) o Turqu¨ªa (su aliado en la OTAN), por no hablar de Chile (su proverbial "patio trasero"), se dejaron vencer por las presiones y zalamer¨ªas de EE UU. Y la diplomacia francesa estuvo corriendo en c¨ªrculos alrededor de EE UU en ?frica. No se trata s¨®lo de un asunto de orgullo. El poder es en gran parte una cuesti¨®n de percepci¨®n. La imagen del poder civil de EE UU ha quedado hecha a?icos, lo que significa que su poder real ha disminuido, un gran logro en un periodo de semejante dominio estadounidense. Habr¨¢ muchos m¨¢s David que se levanten contra el Goliat americano en los pr¨®ximos a?os. Se ha escrito mucho sobre el da?o causado a la OTAN y a la ONU, pero parece que la Administraci¨®n est¨¢ bastante satisfecha con los estragos que ha conseguido provocar en el proyecto de integraci¨®n europea rompiendo los lazos entre la vieja y la nueva Europa. Tambi¨¦n ¨¦sa es una visi¨®n miope, ya que el pron¨®stico a largo plazo prev¨¦ considerables perjuicios para los intereses de EE UU. El proceso de integraci¨®n europea es inexorable. Y, parad¨®jicamente, la actual crisis puede haberlo fortalecido: por primera vez en su historia se ha podido ver el surgimiento de un verdadero espacio p¨²blico europeo y de la percepci¨®n de los ciudadanos de una identidad significativa como europeos. El futuro relato social e hist¨®rico-pol¨ªtico de este periodo ser¨¢ el del surgimiento de la unidad, aunque los historiadores diplom¨¢ticos pretender¨¢n caracterizar como un periodo de fractura y crisis. Lo que el Gobierno ha conseguido es debilitar, muy considerablemente, el poder e influencia de sus amigos dentro del club europeo. Algunos pa¨ªses como Gran Breta?a y, posiblemente, Polonia -dos aliados naturales en Europa- estar¨¢n "en libertad condicional" durante a?os. En otros pa¨ªses como Espa?a e Italia, los pr¨®ximos gobiernos har¨¢n lo imposible por demostrar que la aventura con EE UU no fue m¨¢s que eso, una cana al aire. Incluso se podr¨¢ ver el resurgimiento de la difunta idea de una "Europa troncal" dentro de la Uni¨®n ampliada, que constar¨¢ de los seis originales (excluyendo, por tanto, a Gran Breta?a, Espa?a y todos los reci¨¦n llegados). Desde la perspectiva de EE UU, eso significar¨ªa una p¨¦rdida permanente de influencia y el abandono final de Alemania. Por ¨²ltimo, pero no por ello menos importante, est¨¢ la opini¨®n p¨²blica mundial, y el fracaso de EE UU a la hora de adue?arse del terreno moral. Uno no puede ir por el mundo defendiendo la democracia y al mismo tiempo mostrar desd¨¦n hacia los puntos de vista de la opini¨®n p¨²blica, sin entender que esos puntos de vista, en las democracias, forjan las actitudes y las acciones de los Gobiernos. Desde Vietnam no se hab¨ªa visto semejante antiamericanismo, ni tan leg¨ªtimo. Uno puede objetar, y con raz¨®n, pero eso no cambiar¨¢ los hechos demostrables, otro efecto perverso de la derrota diplom¨¢tica.
Por supuesto, hay m¨²ltiples razones para haber llegado a esta situaci¨®n, pero, hasta la fecha, hay una de ellas que no ha recibido la suficiente atenci¨®n. La causa directa del fracaso diplom¨¢tico de la ONU ha sido la percepci¨®n de avances y de ¨¦xito en el proceso de inspecciones. La destrucci¨®n de misiles, las "entrevistas" con los cient¨ªficos y todo lo dem¨¢s impresionaron a la opini¨®n p¨²blica y dieron alas a los que se opon¨ªan a la guerra. A EE UU y a Gran Breta?a se les oy¨® decir una y otra vez que ese progreso -enga?oso y tramposo donde los haya- fue el resultado de un cre¨ªble despliegue de fuerza; que Sadam no habr¨ªa hecho absolutamente nada si no hubieran concentrado sus ej¨¦rcitos a lo largo de sus fronteras. Llevan raz¨®n en lo que afirman. Fue la concentraci¨®n de esas tropas lo que llev¨® a Sadam a esa farsa de cooperaci¨®n. Pero ¨¦sa fue la perdici¨®n de la diplomacia estadounidense y brit¨¢nica. Imag¨ªnense la situaci¨®n sin esa prisa de EE UU y de Gran Breta?a por movilizar y enviar tropas al Golfo. Incluso el lisonjero inspector Blix no habr¨ªa sido capaz de describir la previsible intransigencia de Sadam (sin tropas en sus fronteras) como cooperaci¨®n y progreso. ?Habr¨ªa convencido eso a Francia? No. Pero ?habr¨ªa ejercido el derecho a veto? Mucho menos probable. En tal situaci¨®n, ?habr¨ªa uno perdido a Putin? Probablemente, no. ?Habr¨ªa sido uno capaz de obtener una mayor¨ªa en el Consejo de Seguridad, incluso una mayor¨ªa aplastante? Lo m¨¢s probable. As¨ª que, ?por qu¨¦ esa prisa? Posiblemente debido a Karl Rove y a la necesidad de ganar las elecciones a mitad de mandato que se celebran en noviembre. Posiblemente se deba a un m¨¢s que dispuesto Pent¨¢gono. Posiblemente se deba simplemente a un desprecio triunfalista por la importancia de la diplomacia. S¨®lo los locos se precipitan. Y ahora vamos a pagar el precio.
J. H. H. Weiler es catedr¨¢tico y director de la c¨¢tedra Jean Monnet de la Uni¨®n Europea, facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York.
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