Esta guerra es inmoral
La guerra contra Irak es inmoral, se afirma. ?Con qu¨¦ criterios? De Arist¨®teles a Tom¨¢s de Aquino, de Francisco Su¨¢rez a Hugo Grocio, de Kant a Walzer, fil¨®sofos griegos, moralistas medievales, padres del derecho de gentes renacentistas, polit¨®logos contempor¨¢neos, abordan el problema de la guerra en t¨¦rminos de legitimidad moral, de si hay guerras "justas" y, si las hay, cu¨¢ndo lo son.
Es un enfoque distinto al hoy predominante del positivismo jur¨ªdico. Pero no lo contradice, le suministra valores y suple sus vac¨ªos. A cada crisis del sistema internacional, cuando la legislaci¨®n vigente ofrece menos respuestas, o respuestas insuficientes, renace como hoy el debate sobre los principios que la inspiran.
A lo largo de los siglos se han ido precisando los criterios de legitimidad o requisitos de la guerra justa, hasta resumirse en seis. Todos ellos son aplicables a la inminente invasi¨®n militar de Irak:
1. Autoridad competente. Para los autores medievales y renacentistas el primer requisito de una guerra justa estriba en que sea declarada por la autoridad legal apropiada. La guerra es competencia exclusiva del Pr¨ªncipe, atributo de su soberan¨ªa, jam¨¢s de un particular.
El Pr¨ªncipe es hoy Naciones Unidas, y el principio de "autoridad apropiada", el principio de legalidad internacional. La legalidad es requisito necesario, pero no suficiente, de legitimidad moral. La guerra decretada (pero no declarada) por el club de las Azores es ilegal, porque supone una usurpaci¨®n de funciones del Consejo de Seguridad por una minor¨ªa de tres de sus miembros, unos meros "particulares". Y ello, tras haber fracasado en su intento de arrastrar a la mayor¨ªa, y no, contra lo que alegan, por la amenaza de veto de Francia (olvidan a Rusia y China), mecanismo que por lo dem¨¢s forma parte de las reglas (imperfectas, pero las que hay) del organismo.
Se ha recordado, y nunca ser¨¢ bastante, que seg¨²n la Carta de la ONU, el ¨²nico competente para autorizar una intervenci¨®n b¨¦lica (o para validar expost una respuesta unilateral armada en leg¨ªtima defensa frente a una agresi¨®n comprobada) es el Consejo.
La pretensi¨®n de que la resoluci¨®n 1.441 legitima la guerra es jur¨ªdicamente atrabiliaria. Porque su texto no incluye la cl¨¢usula que autoriza el uso de "todos los medios" para hacer cumplir los mandatos de desarme, que fue la utilizada en el Golfo y Afganist¨¢n, ¨¦sas s¨ª, guerras legales. M¨¢s a¨²n: fue, contra la voluntad de Washington, expl¨ªcitamente excluida de la 1.441, porque era el requisito para concitar la unanimidad. Y sustituida por la f¨®rmula seg¨²n la cual el Consejo decide "seguir ocup¨¢ndose del tema". S¨®lo desde el sarcasmo "ocuparse" del tema se trastoca en mandato de "ocupar" un pa¨ªs.
Tampoco son menores otros aparentes tecnicismos, como el falaz encadenamiento de la 1.441 con la 687, que pretende establecer un abusivo automatismo en la ruptura del alto el fuego acordado en 1991; o el olvido de que la 1.441 exige expl¨ªcitamente reexaminar los incumplimientos del dictador Sadam Husein en la mesa del Consejo antes de adoptar una decisi¨®n definitiva.
Los belicistas apelan en el ¨²ltimo minuto al paradigma de Kosovo, que no cont¨® con mandato previo del Consejo. Fue diferente: por la legitimaci¨®n indirecta, a cargo de la UE, la OSCE y la OTAN; por la aplastante mayor¨ªa en el Consejo de Seguridad, salvo Rusia; por la evidencia, y no s¨®lo riesgo, de cat¨¢strofe humanitaria; porque la propia ONU lo endos¨® a posteriori.
A t¨ªtulo simb¨®lico, quienes vivieron aquel conflicto, recordar¨¢n que uno de los m¨¢s activos, apasionados y dignos intervencionistas (nada de Chamberlains u otros apaciguadores reci¨¦n resucitados por la ret¨®rica imperial) fue el secretario del Foreign Office: Robin Cook, quien acaba de dimitir del Gabinete de Blair en protesta por esta guerra sin cobertura.
De modo que esta guerra es inmoral porque es ilegal. Pero no s¨®lo por eso.
2. Justa causa. "Son injustas las guerras que se emprenden sin causa", afirma Cicer¨®n, quien contempla dos causas posibles: "repeler una agresi¨®n y expulsar a un invasor". Ambas siguen siendo, con otra formulaci¨®n (leg¨ªtima defensa y quebrantamiento de la paz) las excepciones del ordenamiento internacional vigente al principio de la resoluci¨®n pac¨ªfica de los conflictos.
Modernamente traducir¨ªamos justa causa por objetivo claro, concreto e imprescindible. Pero el partido del belicismo ha identificado toda suerte de objetivos cambiantes, seg¨²n la coyuntura, a veces en desordenada amalgama: la peligrosa posesi¨®n de armas de destrucci¨®n masiva (ADM) por Irak; una eventual conspiraci¨®n entre este Estado canalla y el terrorismo fundamentalista de Al Qaeda; la urgencia de derrocar al tirano Sadam Husein; la conveniencia de una reordenaci¨®n estrat¨¦gica del Oriente Pr¨®ximo, entre otras razones para proteger a Israel; la conveniencia de garantizar un suministro de petr¨®leo a precios favorables, y complementariamente, romper el oligopolio de la oferta...
De todos esos objetivos, el m¨¢s s¨®lido ser¨ªa la posibilidad de que Irak facilitase ADM a Al Qaeda. Pero ning¨²n informe ni an¨¢lisis solvente acredita una relaci¨®n fluida entre ambos protagonistas, m¨¢s bien se ha constatado su inquina mutua. El jefe del Organismo Internacional para la Energ¨ªa At¨®mica, Mohamed el Baradei, ha desmentido todo indicio de que Bagdad est¨¦ en posesi¨®n, o en inminencia de poseer, armas nucleares. El responsable de los inspectores de Unmovic, Hans Blix, ha sido muy prudente en cuanto al resto de ADM. Y, sobre todo, han dictaminado que algunas acusaciones lanzadas en este ¨¢mbito se basaban en informes falsos de poderosos servicios de inteligencia: ?falsos!
?D¨®nde est¨¢, pues, la "justa causa"? Quiz¨¢ habr¨¢ que buscar a la inversa, las causas injustas seg¨²n el cat¨¢logo de Hugo Grocio (De iure belli ac pacis); por ejemplo, "el deseo de tierras m¨¢s ricas", o el de "gobernar a otros contra su voluntad con el pretexto de que es bueno para ellos".
De modo que ¨¦sta es una guerra sin causa.
3. Recta intenci¨®n. Tom¨¢s de Aquino alude a la "recta intenci¨®n" en un sentido gen¨¦rico. Otros autores la relacionan o solapan con la causa justa. Algunos, con la disposici¨®n subjetiva del ¨¢nimo del interviniente: "Toda guerra emprendida por excesivo deseo de poseer, ambici¨®n, venganza o crueldad, est¨¢ prohibida (porque ser¨ªa) criminal e il¨ªcita", categoriza un iusinternacionalista actual, Calogeropoulos-Stratis (Le recours ¨¤ la force dans la soci¨¦t¨¦ internationale).
Aqu¨ª resulta muy reveladora la comparaci¨®n con el caso de Kosovo. "La Europa atl¨¢ntica", escribi¨® en 1999 uno de los m¨¢s l¨²cidos esp¨ªritus balc¨¢nicos, el novelista Ismail Kadar¨¦, "ha emprendido una guerra no por el petr¨®leo, como se la ha querido culpar con frecuencia, ni por otros intereses, sino por un principio: la defensa de los derechos y de la existencia misma del pueblo m¨¢s pobre del continente".
Por el contrario, los dirigentes del actual Gobierno de EE UU exhiben una trayectoria ligada a laindustria petrolera. Es el caso del presidente George Bush (en Arbusto-Bush Exploration y Harken, donde tuvo negocios en asociaci¨®n con la familia de Bin Laden); del vicepresidente Cheney (ex consejero delegado de la petrolera Halliburton, cuya filial Brown & Root abastece de servicios contratados sin licitaci¨®n al Ej¨¦rcito); y de la consejera Condoleezza Rice (en Chevron). Y el presidente del Consejo Asesor de Defensa, Richard Perle, se asoci¨® al traficante de armas Adnan Kashogui y negociantes iraqu¨ªes en inversiones en tecnolog¨ªa y servicios para la seguridad nacional.
La "recta intenci¨®n" se acredita tambi¨¦n en la coherencia de las conductas a lo largo del tiempo. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, fue quien en 1981, en calidad de enviado especial a Oriente Pr¨®ximo del presidente Ronald Reagan, lleg¨® personalmente a acuerdos con Sadam Husein en el marco del suministro de armas qu¨ªmicas y bacteriol¨®gicas a Bagdad para que se enfrentase al r¨¦gimen de los ayatol¨¢s iran¨ªes.
M¨¢s recientemente, el Gobierno del halc¨®n dom¨¦stico, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, fue el primer occidental en restablecer relaciones diplom¨¢ticas con Bagdad (en 1997), en pactar con su vicepresidente Tarek Aziz el incremento de intercambios comerciales y misiones t¨¦cnicas y en comprometerse a promover el levantamiento del embargo internacional a Irak. ?Es que acaso no ten¨ªa entonces ese pa¨ªs el arsenal de ADM que ahora se le presume?
Finalmente, la "recta intenci¨®n" tiene que ver con el doble rasero, o la aplicaci¨®n desigual de reglas dise?adas como iguales para todos (principio de universalidad del derecho): Corea despliega, desafiante, el arma nuclear, generando un peligro m¨¢s comprobado que el de Irak; Pakist¨¢n, un pa¨ªs que ha patrocinado a los talibanes, dispone de ella, y ha hecho m¨¢s que amagos de emplearla contra India; se da por supuesto que tambi¨¦n la tiene Israel, cuyos Gobiernos han incumplido una larga retah¨ªla de resoluciones de la ONU (?64!), aunque sean adoptadas en virtud del cap¨ªtulo VI de la Carta y no del VII, que es el que puede autorizar el uso de la fuerza internacional para obtener su aplicaci¨®n.
De modo que la intenciones del partido de la guerra afloran, m¨¢s que rectas, torcidas.
4. ?ltimo recurso. La guerra es el "¨²ltimo recurso" empleable cuando han fallado todos los dem¨¢s. Lo acaba de recordar el secretario general de la ONU, Kofi Annan: "S¨®lo debe usarse cuando se han probado todas las alternativas posibles; en el caso actual, s¨®lo si estamos seguros de que se han agotado todos los medios pac¨ªficos para el desarme de Irak".
El problema estriba en ?cu¨¢ndo se considera que se han agotado?, ?cu¨¢ndo el ¨²ltimo recurso no es pen¨²ltimo?, ?siempre hay que esperar?, ?acaso no es posible siempre hacer algo m¨¢s? Por eso, el gran polit¨®logo Michael Walzer formula esta cuesti¨®n de otra manera: "Analizad todas las alternativas imaginables antes de soltar la jaur¨ªa de la guerra", y en este caso, es "cierto que quedan alternativas, lo que ya es el mejor argumento contra la guerra". ?Cu¨¢les eran? Las contenidas en el plan franco-alem¨¢n: intensificar la presi¨®n y las inspecciones, que ya hab¨ªan "alcanzado su ritmo pleno" y fijarles un calendario realista, susceptible de ser cumplido.
En las Azores se ha impuesto el criterio contrario. Y se ha impuesto sobre la suposici¨®n de que frente a Sadam quiebran las estrategias de la contenci¨®n y la disuasi¨®n utilizadas frente a la URSS durante la guerra fr¨ªa. Pero los mejores analistas norteamericanos, como los profesores John Mearsheimer y Stephen Walt ("Una guerra innecesaria", Foreign Policy, enero 2003), la consideran una "falsa premisa". Sus argumentos: Sadam s¨®lo ha invadido (Ir¨¢n y Kuwait) cuando era vulnerable y ve¨ªa aislados a sus enemigos; nunca us¨® ADM en la guerra del Golfo; no las usar¨¢ "a menos que su supervivencia se vea amenazada". As¨ª que "la evidencia l¨®gica e hist¨®rica indica que una contenci¨®n vigilante funcionar¨ªa, tanto ahora, como en el caso de que Irak adquiriese arsenales nucleares. ?Por qu¨¦? Porque los EEUU y sus aliados regionales son mucho m¨¢s fuertes que Irak". Y la propia Condoleezza Rice certificaba: "El r¨¦gimen de Sadam est¨¢ aislado, su poder¨ªo militar convencional se ha debilitado gravemente" ("La promoci¨®n del inter¨¦s nacional", Foreign Affairs, enero 2000). En efecto, su ej¨¦rcito apenas llega a la mitad del que tuvo hace 12 a?os.
La cuesti¨®n del "¨²ltimo recurso" va ligada con la pol¨¦mica del "ataque preventivo", pues ¨¦ste implica que no se agotan los anteriores recursos. El documento de Estrategia de Seguridad Nacional de Bush (septiembre de 2002) solemniza el concepto al afirmar que "Am¨¦rica actuar¨¢ contra cualquier amenaza emergente antes de que se constituya plenamente". Algunos tratadistas -de ninguna manera el ordenamiento legal de la ONU-, como Grocio, han avalado la guerra preventiva, "para responder a un ataque a¨²n no inflingido", pero en ese caso "el peligro debe ser inmediato e inminente en cuanto al tiempo". Otros ponen la condici¨®n de que "la carga de la prueba de la inminencia de la agresi¨®n armada recaiga en el Estado que se defiende" (Anthony Clark y Robert Beck, International law and the use of force).
La guerra preventiva amenaza con arruinar el edificio de gobernanza internacional surgido de la Segunda Guerra Mundial. Porque "legitima a otras naciones a las que les gustar¨ªa justificar cualquier g¨¦nero de ataques a sus enemigos calific¨¢ndolos como de naturaleza preventiva", como indica la Policy Brief n¨²mero 113 de la Brookings Institution.
De modo que el partido belicista rechaza el requisito del "¨²ltimo recurso".
5. Probabilidad de ¨¦xito. Esta condici¨®n propugna que el mal que siempre genera una guerra no sea in¨²til. El pr¨ªncipe, "si es sabio y magn¨¢nimo", no "dar¨¢ jam¨¢s batalla" que "no represente mayor beneficio que da?o" (Jean Bodin, Los seis libros de la Rep¨²blica).
En t¨¦rminos m¨¢s pragm¨¢ticos, la probabilidad de ¨¦xito de los Ej¨¦rcitos anglo-norteamericanos en cuanto al derrocamiento de Sadam (algo que no postula, aunque sea deseable, ninguna de las 17 resoluciones de la ONU sobre Irak) parece abrumadora. Otra cosa es si esa victoria militar a cort¨ªsimo plazo pueda trocarse en derrota pol¨ªtica a medio y largo plazo en la verdadera batalla actual de la comunidad internacional, que esta guerra est¨¢ difuminando: la lucha contra el terrorismo. Y en el pulso por estabilizar el Oriente Pr¨®ximo.
Muchos l¨ªderes ¨¢rabes se muestran convencidos de que la invasi¨®n provocar¨¢ "varios 11-S". No s¨®lo ellos. "Bin Laden no ha dejado pasar de largo la gran oportunidad que la invasi¨®n anglo-estadounidense de hoy le proporcionar¨¢ para su causa: toda una nueva generaci¨®n se convertir¨¢ en reclutas potenciales", ha escrito William R. Polk, ex asesor del presidente Kennedy. "A las claras", concluye, "creo que el verdadero ganador de la pol¨ªtica norteamericana ser¨¢ Osama Bin Laden; el verdadero perdedor, parad¨®jicamente, tal vez no sea el pueblo iraqu¨ª, sino la causa de la democracia occidental".
??xito hoy, fracaso ma?ana?
6. Proporcionalidad. El principio de proporcionalidad, aplicable tanto al inicio de la guerra como a los medios que se emplean en su desarrollo, implica que el bien logrado compense el mal causado. Y exige siempre respeto a los inocentes. Est¨¢ plenamente incorporado al ordenamiento jur¨ªdico actual. Ya los padres del "derecho de gentes" proclamaban: "No cualquier causa justifica la guerra, sino s¨®lo las que son proporcionales con las p¨¦rdidas que ocasionar¨¢ la guerra" (Francisco Su¨¢rez en De Legibus, y de forma parecida lo sosten¨ªa Francisco de Vitoria).
El concepto de "medios proporcionados" implica su limitaci¨®n, pero la vigente doctrina militar norteamericana postula una superioridad aplastante de medios utilizados. "Combatiremos por una causa justa y con medios justos, respetando, en lo posible, a los inocentes", prometi¨® el presidente Bush en su discurso sobre el estado de la naci¨®n. Sin embargo, los estrategas oficiales calculan que las bajas iraqu¨ªes previsibles ascender¨¢n a un m¨ªnimo de 50.000 personas. Eso, en un pa¨ªs "cuya poblaci¨®n est¨¢ integrada por ni?os en m¨¢s de un 50%", como record¨® el valiente senador dem¨®crata Robert Byrd.
Hay otro da?o colateral que los halcones de las Azores minimizan: para los enemigos de las democracias es un triunfo que ¨¦stas vulneren la ley internacional y la moral que la inspira. Lo anticipaba hace ya muchos a?os Cat¨®n, en forma de pregunta: "Lo que decimos que ellos quieren hacer, ?acaso nos anticiparemos nosotros, los primeros, a hacerlo?"
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