Seguridad nacional

Hay dos maneras de ver una pel¨ªcula como La prueba. Una, la m¨¢s directa, verla como un mero pasatiempo de acci¨®n. Desde esta perspectiva, la pel¨ªcula se despliega ante su espectador con las formas de la cl¨¢sica peripecia de aprendizaje: el que vivir¨¢ Colin Farrell a manos del experimentado Al Pacino; una especie de pel¨ªcula "de colegas", seg¨²n el consolidado modelo, en el que el veterano adiestra al m¨¢s joven. Y ¨¦ste, un chico volc¨¢nico, inteligente y arrojado, estar¨¢ de acuerdo con el aprendizaje. Sobre todo, porque cree que le permitir¨¢ resolver una duda que gravita sobre toda su vida: el saber qui¨¦n fue verdaderamente su padre, si un alto ejecutivo de la Shell o un agente encubierto de la CIA.

En este escenario, La prueba es una m¨¢s o menos s¨®lida peripecia de intriga criminal, competentemente narrada por un todoterreno como el australiano Roger Donaldson, quien ya hab¨ªa demostrado sus aptitudes para el thriller situado en ambientes del espionaje, en el que todav¨ªa sigue siendo su mejor filme, Sin salida. Es decir, la narraci¨®n del proceso de adquisici¨®n de competencia para la acci¨®n de un h¨¦roe adiestrado por un instructor duro como el acero, sarc¨¢stico, imprevisible como deber¨ªa ser todo buen esp¨ªa: un redomado hijo de su madre. Seg¨²n esto, La prueba se despliega con los ganchos habituales en este tipo de ficciones: el constante tour de force entre instructor e instruido, la aparici¨®n constante de obst¨¢culos imprevistos, m¨¢s una relaci¨®n que unir¨¢ a Farrell con otra aspirante a esp¨ªa casi tan lista como ¨¦l (Moynahan, resultona).

Pero conviene no dejarse enga?ar por las apariencias: en el fondo, el filme de Donaldson, y seguramente es ¨¦sta la manera correcta de verlo, no es m¨¢s que un mensaje consolador adaptado a estos tiempos de vuelta a la m¨¢s rancia teor¨ªa de la seguridad nacional. Porque de lo que realmente va la cosa no es m¨¢s que de mostrar la inmensa omnipotencia de las agencias de seguridad americanas, lo bien entrenados que est¨¢n sus miembros para hacer frente a cualquier eventualidad... de lo que va la cosa, en fin, es de hacer olvidar que en los meses anteriores al 11-S la CIA estaba de pl¨¢cidas vacaciones pagadas con dinero del contribuyente.