La grandeza de los secundarios
Inestimable est¨¢ siendo la labor de la editorial Pre-Textos. Decirlo no implica, evidentemente, ninguna novedad; pero nunca est¨¢ de m¨¢s insistir en las bondades que se dan en el campo de la edici¨®n, sobre todo cuando son tan escasas. Y, dentro de sus muchos m¨¦ritos, tampoco est¨¢ de m¨¢s insistir en el de estar rescatando toda la obra de este gran poeta y prosista que es Juan Antonio Mu?oz Rojas. Autor pr¨¢cticamente ignorado en 1997, cuando apareci¨® su luminoso poemario titulado Objetos perdidos (Premio Nacional de Poes¨ªa 1998), Mu?oz Rojas est¨¢ hoy, por fin, gracias a esta labor de rescate, altamente considerado y sus libros est¨¢n donde deben: al alcance del lector. Galardonado hace pocos meses con el XI Premio de Poes¨ªa Iberoamericana Reina Sof¨ªa, su obra, que consta de trece t¨ªtulos, comprende cinco libros de poes¨ªa (Ardiente jinete, 1931, de clara vocaci¨®n surrealista; Abril en el alma, 1942; Cantos a Rosa, 1954, una de las m¨¢s altas cimas de la poes¨ªa amorosa castellana del siglo XX; Objetos perdidos, 1997, y Entre otros olvidos, 2001), ensayo (Ensayos angloandaluces, art¨ªculos y textos sobre poes¨ªa inglesa y andaluza) y la prosa (Las cosas del campo, 1953; Las musara?as, 1957 y hoy reeditado; La gran musara?a, 1994, de car¨¢cter autobiogr¨¢fico; Cuentos surrealistas, 1974; Amigos y maestros, 1991; Dejado ir, 1995, diario escrito entre los cincuenta y los setenta a?os del autor, y el volumen memorial¨ªstico Historias de familia).
LAS MUSARA?AS
LAS MUSARA?AS
Jos¨¦ Antonio Mu?oz Rojas
Pre-Textos. Valencia, 2003
106 p¨¢ginas. 10 euros
Publicado por primera vez
por Revista de Occidente, Las Musara?as constituye una suerte de memorias de infancia escritas con una prosa capaz de exponer lo esencial sin narrarlo, de poner en pie personajes, ambientes y escenarios sin apenas describirlos, de estremecernos ante la luminosidad de la belleza sin cantarla, y de descubrirnos, sin lamentarlo, el hondo desamparo existencial de nuestro destino de criaturas humanas condenadas a una sucesi¨®n de irremediables p¨¦rdidas.
Habr¨ªa que remontarse a Ocnos, de Luis Cernuda, para encontrar un antecedente a esta peque?a -por la brevedad- obra maestra.
Construida como una sucesi¨®n de estampas centradas en personajes aparentemente "secundarios" en la biograf¨ªa oficial del autor, pero enormemente importante es en la sensibilidad del ni?o que abre sus sentidos al mundo (como El sereno, Don L¨¢zaro, el maestro; o Angelita, El ermita?o, El artista ; o presencias abstractas como las de Las visitas o Los hu¨¦spedes), en escenarios, elementos y lugares ligados a los recuerdos (El mundo y la casa, El jard¨ªn, Las campanas, Las vacas, Las llaves), y -c¨®mo no en tan fino aprehensor de las esencias del paisaje como es Mu?oz Rojas- los fen¨®menos de la naturaleza (Las tormentas, Las anchas tardes, Tardes de verano, Los vencejos...), Las musara?as recobra un tiempo y un mundo pasado ("un mundo que, inexplicablemente, se nos iba alejando, y¨¦ndosenos de las manos"), vivido en presente por el ni?o que fue, el ni?o que el lector encuentra en estas delidicad¨ªsimas p¨¢ginas abriendo los ojos a la vida, "frente a las cosas", asom¨¢ndose a ellas poquito a poco, asombrado ante el hecho de que cosas y personas tengan nombre ("?no era el nombre como un vestido, como la cara, como la persona misma?"), en una edad en que todo sucede lento y distanciado, y las horas se o¨ªan "bajar lentas del reloj, rodar y extender por la noche" y los adultos suspiraban: "?Esta vida! ?La vida!" y hablaban de ella, de la vida, "como de una compa?era irremediable, como un traje del que no cupiera despojarse, no como un hermoso barco que lo llevara a uno, a velas desplegadas por el mar precioso y vario del tiempo".
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