El vientre
La mujer est¨¢ desnuda, serenamente acostada, mostrando su vientre embarazado, gestando con tiempo y al ritmo adecuado. Un ni?o rubio, inexpresivo y sentado, la mira fijamente mientras fantasea. De pronto, se levanta iluminado y se acerca a la mujer, para dibujar un espacio maravilloso de l¨ªneas y colores sobre su piel tersa y pre?ada. Cuando termina de realizar su visi¨®n, aparece pintado el dise?o de un lujoso coche que, s¨²bitamente, nace del aquel vientre, sin romperlo ni mancharlo, transform¨¢ndose en una realidad aut¨®noma y deseable. Sin duda, muchos de ustedes recordar¨¢n el anuncio que se presenta estos d¨ªas. Es dudoso que los ni?os vengan de Par¨ªs, ¨²ltimamente no vienen de ning¨²n sitio, pero la novedad es que los coches salgan del vientre de la madre.
Sin embargo, el ni?o rubio del anuncio me preocupa, porque desconoce la historia, la de su madre y otras muchas historias que ayudaron a la gestaci¨®n de las cosas y de los pueblos, y puede llegar a creer en sus visiones fantasiosas cuando se convierta en adulto.
Puestos a dibujar, en lugar de un coche, el ni?o rubio puede pintar el mapa del mundo, alterando en su ignorancia las fronteras y trasladando los pa¨ªses seg¨²n su conveniencia, a la espera de que sus visiones sobre el vientre materno se conviertan en realidad. Pero en otra habitaci¨®n cercana, otro ni?o, ¨¦ste moreno y con bigote, tambi¨¦n puede intentar dibujar el mapa de Espa?a a su modo y estilo, olvidando todo lo que le ense?aron en la escuela sobre el ritmo de la historia y los imprescindibles per¨ªodos de gestaci¨®n. Nada tan contagioso como los gestos infantiles, por eso la moda se extiende, y existen ya amiguitos y primos de los anteriores que echan de menos residencias y colonias de verano, como en Irak, que disfrutaron en otros tiempos ya lejanos y ahora est¨¢n dispuestos a tatuar en el vientre de cualquier madre con la esperanza de recuperar lo perdido. Imaginaciones, puras fantas¨ªas, pero que destrozan, ara?an y dejan cicatrices en la piel de la mujer del mensaje publicitario.
Nada como los anuncios para estar al d¨ªa. Los medios de comunicaci¨®n ofrecen informaci¨®n y opiniones, pero los anuncios manifiestan las actitudes y el conocimiento de nuestro tiempo, algo mucho m¨¢s dif¨ªcil de conseguir por los procedimientos normales. La fantas¨ªa y creatividad infantil se imagina que modifica la realidad, viviendo entre dibujos animados. Nada anormal ni peligroso mientras sea cosa de ni?os y de pensamiento primitivo, pero totalmente patol¨®gico y muy peligroso cuando hablamos de comportamiento adulto.
No hay historia sin el vientre de la mujer del anuncio, por eso hay que dejarla parir tranquila, que ella sabe perfectamente lo que tiene que hacer sin necesidad de que le pinten coches, tanques o fronteras. Y si los ni?os de este patio de locos tienen deseos irrefrenables de dibujar, que hagan como Pereira, que escriban en el encerado quinientas veces, o en cualquier otra parte de su propia anatom¨ªa, que dejen en paz a la madre. En el caso de los adultos, como no soy hombre de leyes ni entiendo de tribunales, recomiendo tratamiento en alguna residencia tranquila para trastornados por la historia y por los dibujos animados.
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