Y el perdedor es...
"Es admirable tener la fuerza de un gigante; pero es atroz usar de ella como un gigante", dice uno de los personajes de Shakespeare en Medida por medida, t¨ªtulo que, pese a ser de una comedia, responde bien a este desmedido drama de Irak: un elefante contra una hormiga. Es otra guerra del coloso contra un pa¨ªs relativamente peque?o y doblegado, en un mundo en el que, afortunadamente, ya no hay enfrentamientos entre las grandes potencias (con la gran duda de los nucleares India y Pakist¨¢n). La demostraci¨®n de poder¨ªo de EE UU ha hecho honor al nombre de su estrategia, "impacto y pavor" (shock and awe), pero no s¨®lo en los iraqu¨ªes, sino en el resto del mundo. Ha conseguido aquello contra lo que preven¨ªa Fareed Zakaria, al analizar en Newsweek "el imperio arrogante": "El objetivo es asustar a nuestros enemigos, no aterrorizar al resto del mundo".
Los generales Myers y Franks, as¨ª como Rumsfeld, lo hab¨ªan avisado: Estamos ante "el uso de una fuerza y un alcance que va m¨¢s all¨¢ de lo visto hasta ahora", y con una precisi¨®n sin precedentes. La fascinaci¨®n tecnol¨®gica produce v¨¦rtigo a muchos. Para John Warden, arquitecto de las operaciones a¨¦reas en la guerra de 1991, "la ferocidad a¨¦rea es la mejor estrategia". Para el presidente Bush, la mejor forma de acabar r¨¢pidamente esta guerra es "aplicar una fuerza decisiva". La veremos, a¨²n m¨¢s, en los pr¨®ximos d¨ªas. De la mano de la superioridad tecnol¨®gica militar en todos los ¨®rdenes, la hiperpotencia parece haber dejado atr¨¢s el s¨ªndrome de Vietnam, que, sin embargo, vuelve en forma de protestas sociales no vividas desde aquel conflicto.
?Qu¨¦ diferencia con el 11-S! Entonces, el franc¨¦s Le Monde proclam¨®: "Somos todos americanos". Ahora, ante los primeros ataques contra Irak: "La guerra americana ha comenzado". En a?o y medio el mundo ha cambiado para Estados Unidos, y no precisamente por culpa de Francia.
Hemos ca¨ªdo en una trampa dial¨¦ctica: la de entrar en el juego, aun rechaz¨¢ndolo, de que la de Irak es una guerra preventiva. No; ni siquiera; es una guerra de poder, o si acaso de rectificaci¨®n, pues Sadam Husein, como Bin Laden, es en buena parte de hechura occidental. Claro que "es siempre f¨¢cil arrastrar a la gente... Todo lo que debe hacerse es decirles que est¨¢n siendo atacados y denunciar a los pacifistas por su falta de patriotismo y por su exposici¨®n del pa¨ªs al peligro". Son palabras de Goering al explicarse en el juicio de N¨²remberg, que estos d¨ªas parecen tener cierto eco en algunos de los gobernantes de ambos lados del Atl¨¢ntico.
La de Irak, de destrucci¨®n masiva, se presenta como una guerra contra la proliferaci¨®n de armas de destrucci¨®n masiva, pero puede tener el efecto contrario: si realmente Sadam hubiera tenido armas nucleares no le habr¨ªan atacado. La mejor manera de prevenir la proliferaci¨®n es un r¨¦gimen internacional, al que tambi¨¦n se someta Estados Unidos, que se ha quedado al margen de tantos acuerdos. Por eso, no debe caer en saco roto la propuesta francesa de crear un cuerpo permanente de desarme en la ONU. Al menos de Par¨ªs sale alguna idea. De Madrid, ninguna.
?Perdedores? Sin duda, Sadam Husein y su r¨¦gimen. Al menos eso. Pero tambi¨¦n los liberados que no llegar¨¢n a vivir su nueva condici¨®n porque habr¨¢n muerto. Y un orden internacional basado en el derecho. Mientras en el Consejo Europeo de Bruselas, el viernes y s¨¢bado, los Quince intentaban recomponer una semblanza de unidad mirando a un futuro en el que la ONU recuperara la centralidad al menos para la reconstrucci¨®n de Irak. Richard Perle, el gran ide¨®logo de la guerra contra Irak y de las que anuncia para despu¨¦s -?Corea del Norte, Ir¨¢n?-, se ha permitido dar "gracias a Dios por la muerte de Naciones Unidas", pues "su vil fracaso nos trajo s¨®lo anarqu¨ªa", cuando "el mundo necesita orden". Pero sin aval de la ONU, cuidado con que las fuerzas espa?olas enviadas all¨ª en misi¨®n humanitaria no se conviertan, al margen de toda legalidad, en subparte de las de la potencia ocupante.
No hay duda de que, militarmente, EE UU va a ganar esta guerra. Pero pol¨ªticamente, la posguerra le va a resultar muy complicada, no s¨®lo en lo que es a¨²n Irak, sino en toda la regi¨®n. EE UU ver¨¢ crecer las dificultades de ser imperio en un mundo m¨¢s lleno de odio y temor. Pero no nos equivoquemos. Perder, perdemos todos.
aortega@elpais.es
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