Amanecer de la intifada
Las Fallas de Valencia son una fiesta de la esperanza, el ritual purificador del fuego alegre que destruye lo viejo en el inicio de la primavera y nos permite renacer. Este a?o, sin embargo, la esperanza estaba herida y el gent¨ªo que abarrot¨® las calles de la ciudad ten¨ªa en el recuerdo otra hoguera mucho menos risue?a y largamente anunciada, la de Bagdad. No tard¨® en llegar. Horas despu¨¦s de la crem¨¤, cuando las pavesas de la Nit del Foc todav¨ªa calentaban la brisa tibia que llega del mar, la obscena deflagraci¨®n de las bombas nos traslad¨® a la realidad.
El mundo en que vivimos ha empeorado en pocos meses. Para empezar, no es agradable despertar de un sue?o apacible y darnos cuenta de que el fascismo violento nunca se fue de nuestra vera. Est¨¢bamos orgullosos de ser un pa¨ªs relativamente tranquilo, con aburridas sesiones parlamentarias, pol¨ªticos corruptos, bares y f¨²tbol hasta en la sopa, mientras que las matanzas que suced¨ªan lejos -Chechenia, Palestina y una interminable lista africana-, nos llegaban como un rumor por la televisi¨®n. Pero ha bastado la soberbia homicida de Washington y la connivencia afascistada de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar -hijo y nieto de fascistas, familia obliga- para que el andamiaje virtual de la democracia burguesa se derrumbe como un castillo de naipes.
Y, por ensalmo, el milagro inesperado tuvo lugar: la gente decidi¨® echarse a la calle y gritar no a la guerra, no al genocidio disfrazado de liberaci¨®n, no a las mentiras, ?basta, caballeros! Es todo tan distinto ahora que no hay acto p¨²blico en Espa?a donde los caciques del Partido Popular -c¨®mplices junto con su jefe de asesinato premeditado en Irak- puedan presentarse ya con la impunidad y la chuler¨ªa de anta?o, porque el noventa por ciento de los espa?oles les reventaremos la ceremonia.
De este nuevo contexto se desprenden dos constataciones: la primera es el certificado de defunci¨®n de la figura del intelectual comprometido como faro social capaz de influenciar el rumbo de la historia. Los tiempos de Andr¨¦ Malraux o de Jean-Paul Sartre se han ido y no volver¨¢n, pues por mucho que los Habermas, Ben Jelloun, Derrida, Petras o Chomsky hayan escrito en los medios contra la guerra, la guerra ha tenido lugar. La segunda, algo m¨¢s positiva, es la capacidad de las masas en todo el planeta de ponerse a la vanguardia de la contestaci¨®n pacifista y desfilar con prontitud cronometrada, gracias a la maravilla de internet, tecnolog¨ªa que, curiosamente, es de origen militar.
"Casi hemos logrado detener la guerra", ha dicho el activista estadounidense Ali Abunimah (www.rebelion.org/imperio/030321abunimah.htm). Es verdad, casi lo logramos. A¨²n es pronto para cantar victoria en la lucha contra los criminales que utilizan el voto con objetivos inconfesables, pero la semilla est¨¢ sembrada y no tardar¨¢ en germinar. Y, alg¨²n d¨ªa, el fuego que hoy se cierne sobre el pueblo iraqu¨ª har¨¢ florecer el renacimiento de una nueva esperanza, por encima de la tragedia y del salvajismo de los verdugos: la del amanecer de la intifada global que, a la manera del David palestino contra el Goliat israel¨ª, se enfrentar¨¢ al imperio y a sus lacayos con esas piedras metaf¨®ricas que son el boicot de productos comerciales, las pancartas y la desobediencia civil.
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