H¨¦roes
No creo en los h¨¦roes. Es m¨¢s, me extra?a mucho que existan o hayan existido. Y en el caso de que est¨¦ equivocado y alguno me contradiga con unos cuantos ejemplos, de lo que s¨ª estoy seguro es de que: (punto uno) los verdaderos h¨¦roes nunca aspiraron a serlo; (punto dos) los h¨¦roes no necesitan armas para justificar su grandeza; (punto tres) ning¨²n h¨¦roe que protagonizara una gesta inolvidable vivi¨® para contarlo. Los h¨¦roes vivos son necesariamente falsos o, simplemente, no son h¨¦roes. Por eso me sobrecoge pensar en esos cientos de miles de soldados angloamericanos, imberbes e idealistas, que se lanzan al ataque del iraqu¨ª desde el parapeto de un avi¨®n infalible, una ametralladora estupenda o un carro de combate altamente destructivo. He visto sus caras, su impaciencia, su deseo de poner en pr¨¢ctica esa filosof¨ªa de la destrucci¨®n en la que fueron adiestrados. Los comprendo incluso. Alguien con bastantes galones y una elocuente cicatriz de guerra en medio del est¨®mago les vendi¨® el viejo cuento de los h¨¦roes y la patria. Y ellos se imaginaron a s¨ª mismos volviendo a su pa¨ªs empapaditos de gloria, magnificados por esa haza?a en la que, jug¨¢ndose el pellejo, mandaron al infierno y de un solo golpe a doscientos enemigos. Pero nada es as¨ª porque los h¨¦roes no existen. Y en el caso de existir, regresan a su hermosa patria en posici¨®n horizontal, en caja de aluminio y precintados, eso s¨ª, bajo la bandera que los llev¨® al degolladero.
En la l¨ªnea defensiva de Bagdad y Basora tambi¨¦n hay modelos de h¨¦roe que esgrimen un fusil oxidado y miran hacia el cielo. La diferencia es que ¨¦stos no aspiran a ser glorificados por la televisi¨®n iraqu¨ª, sino a conquistar una peque?a parcela en el para¨ªso de Al¨¢, y eso les da ventaja a la hora de lanzarse a lo imposible. H¨¦roes, h¨¦roes son los que se rebelan contra la infamia y mueren en el intento. H¨¦roes son aqu¨¦llos que siguen creyendo en la condici¨®n humana despu¨¦s de desayunar con la imagen de esa ni?a sajada por una bomba de fragmentaci¨®n made in USA. H¨¦roes somos tambi¨¦n usted y yo, que nos levantamos cada d¨ªa convencidos de que, de un momento a otro, la cordura har¨¢ nido en el cerebro de los necios.
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