Oscuras leyes de caza y deg¨¹ello
Las b¨¢rbaras y sombr¨ªas reglas del juego de la caza del hombre por el hombre son una vieja mina de pel¨ªculas que el cine estadounidense ha explotado hasta la n¨¢usea, pero pocas veces lo ha hecho con claridad y distancia apaciguadoras, creadoras de libertad. Las tramas de estos relatos han trazado los itinerarios narrativos y han esculpido los moldes de cine gen¨¦rico que canalizaron la inmensa aventura del western y sus incontables ramificaciones y derivaciones. El western casi se ha extinguido como marco esc¨¦nico, pero sobrevive como lenguaje, y La presa, aunque sus vendedores nos la ofrecen como una especie de thriller at¨ªpico, en realidad quiere alimentarse de esta supervivencia. Pero no lo consigue.
LA PRESA
Direcci¨®n: William Friedkin. Gui¨®n: David y Peter Griffiths y Art Monterastelli. Int¨¦rpretes: Tommy Lee Jones, Benicio del Toro, Connie Nielsen, Jenna Boyd, Leslie Stefanson, Robert Blanche. G¨¦nero: thriller. EEUU, 2002. Duraci¨®n: 94 minutos.
El despliegue argumental de La presa est¨¢ vertebrado -a lo Winchester 73, pero a distancias astron¨®micas por debajo de esta genial obra de Anthony Mann- por el cruce de dos mitos b¨ªblicos, esenciales en el western cl¨¢sico, el de Ca¨ªn, cazador de su propio hermano, y el de Abraham, cazador de su hijo. El mortal t¨² a t¨² que, a distancia, mantienen en La presa Tommy Lee Jones y Benicio del Toro mezcla, o m¨¢s bien agolpa, ingredientes de ambos mitos -ya que Jones tiene algo de hermano mayor y de padre de Benicio- y, en el esquema argumental, esta fusi¨®n engancha, es atractiva, porque da actualidad y claridad a un esquema tr¨¢gico arcaico muy complejo y vidrioso. Pero la idea no se prolonga en su desarrollo y da lugar a un gui¨®n confuso, que contamina la filmaci¨®n y da lugar a una pel¨ªcula ambiciosa, que no define bien los l¨ªmites entre lo delirante y lo arbitrario y que se enreda hasta la par¨¢lisis en esas sus ambiciones.
Dos muletas
Dirige La presa William Friedkin, un excelente cineasta que hace tiempo parece que ha perdido los papeles y, despu¨¦s de darnos obras del calado de French connection y El exorcista, que se prolongaron en otras de menos inter¨¦s, pero siempre interesantes, lleva tiempo sin recuperar el pulso perdido. Y aqu¨ª deja de nuevo ver, por un lado, su solvencia de experto filmador, y por otro, su imprecisa, err¨¢tica y vac¨ªa mirada a la gente que maneja en sus filmes.
La presa se sostiene ortop¨¦dicamente sobre dos muletas, las de sus dos magn¨ªficos protagonistas, int¨¦rpretes curtidos en el cine de aventura y violencia, como son Tommy Lee Jones -que gan¨® un Oscar con su creaci¨®n de otro sabueso en El fugitivo- y Benicio del Toro, que invierte los papeles y convierte a su l¨²cido polic¨ªa mexicano de Traffic, que le vali¨® otro Oscar, en un soldado demente, una m¨¢quina de matar que ha de v¨¦rselas con quien engras¨® y adiestr¨® sus engranajes mort¨ªferos.
Babelia
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