El caos reina en Um Qasr
Brit¨¢nicos y estadounidenses intentan devolver la normalidad al puerto en medio de los saqueos
"Desde hace 30 a?os, los iraqu¨ªes han estado acostumbrados a vivir bajo el garrote de Sadam. Hoy, el garrote ha desaparecido y es el caos", se lamenta Hamdane al contemplar a una banda de j¨®venes saqueadores en Um Qasr, el puerto en teor¨ªa convertido en seguro por las fuerzas de la coalici¨®n en el sur de Irak. Hace s¨®lo dos semanas, las casas que ahora terminan de limpiar acog¨ªan el centro local de Internet del Ministerio de Comunicaciones. Sacan muebles, puertas, sanitarios, cables, de todo...
Estas casas de ministerios simbolizan el "lujo" en el que viv¨ªan los "camaradas del partido" en esta regi¨®n del sur, en el que las gentes del norte se sienten en el exilio. Estas oficinas ten¨ªan el aire acondicionado del que carecen los hospitales. Hamdane, obrero especializado, no tiene ni siquiera nevera y recorre los edificios p¨²blicos con una carretilla. A s¨®lo 500 metros, en el puerto nuevo, est¨¢n los marines. Pero ellos hacen la guerra, no son polic¨ªas. Hamdane, saqueador a su pesar, lo lamenta.
El lunes 31 de marzo, los marines ampliaron el per¨ªmetro prohibido frente a la entrada de su principal acuartelamiento, ante el temor de atentados suicidas. Sin embargo, Um Qasr, su cabeza de puente, es la zona m¨¢s segura para ellos en Irak. Sus colegas militares de Asuntos Civiles han logrado restablecer el agua y la electricidad. Hasta hace poco, sus habitantes, felices de haber sido "liberados", se inquietaban. "Si no llega el agua, ser¨¢ la revoluci¨®n contra la coalici¨®n. ?C¨®mo no pueden comprender que est¨¢n cavando sus propias tumbas?", se preguntaba un iraqu¨ª. Ante cualquier veh¨ªculo extranjero los ni?os gritan: "?Water!" (agua). Pero el mayor Paul Stanley, de Asuntos Civiles del Ej¨¦rcito brit¨¢nico, estaba convencido de que Um Qasr se convertir¨ªa en un escaparate para la regi¨®n, sobre todo para los habitantes de Basora, rodeada por la coalici¨®n. Por el momento, esta vitrina no se deja ver mucho. "Las escuelas y una gran parte del mercado siguen cerrados", afirma Stanley, que cree que la poblaci¨®n no ha cruzado la "l¨ªnea verde", el momento en el que estar¨¢n seguros de que Sadam no va a volver. Todo depende de la ca¨ªda de Basora.
La primera misi¨®n de Asuntos Civiles es que los refugiados no bloqueen el avance de los militares hacia Bagdad. Por ahora no se han producido flujos de refugiados, aunque gran parte de la zona carece de agua, ya que era distribuida con camiones cisterna desde Basora. Esta semana empezaron a llegar desde Um Qasr, con conductores iraqu¨ªes, pero no sin problemas. "Algunos la han distribuido s¨®lo a sus clanes, otros la han vendido... Hemos amenazado a los conductores con quitarles sus licencias y espero que esto empiece a mejorar", dice el mayor. En el hospital, apenas utilizado, el agua fue saqueada "en s¨®lo una hora y media por la gente del barrio", se?ala el director. Un problema adicional es que los brit¨¢nicos calcularon que Um Qasr ten¨ªa 5.000 habitantes y descubrieron que son 30.000.
Otra misi¨®n de Asuntos Civiles es identificar a los funcionarios capaces de reactivar la actividad en la regi¨®n. Y no es sencillo: todos los directores de empresas y actividades esenciales son miembros del partido Baaz, as¨ª como sus adjuntos y los adjuntos de ¨¦stos. Y ninguno se ha presentado para retomar el trabajo para la tutela de los ocupantes. Por ahora, s¨®lo han aparecido unos 15, la mayor¨ªa profesores de ingl¨¦s o m¨¦dicos, y muchos con miedo. S¨®lo los trabajadores del puerto han vuelto de una forma regular, llevados por una sociedad estadounidense encargada de gestionar estas instalaciones con financiaci¨®n de Usaaid, una agencia de ayuda humanitaria. Este dinero ser¨¢ utilizado, entre otras cosas, para reponer todo lo que ha sido saqueado.
Los oficiales civiles insisten en que la poblaci¨®n debe encontrar sus propias formas de gesti¨®n para reactivar la actividad. Y eso es lo que inquieta a los habitantes. Algunos siguen elaborando listas de "camaradas del partido que hay que detener", otros esperan el retorno de los que han huido. Pero son muy pocos aquellos que responden "s¨ª" cuando les preguntan si quieren que se vayan los estadounidenses. "Es lo peor que podr¨ªa ocurrir", se?ala Hamdane.
? Le Monde / EL PA?S
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