Los verdaderos costes de la guerra
Mientras los estadounidenses debat¨ªan sobre la guerra que ahora se desarrolla en Irak, siete premios Nobel se unieron a otros 140 economistas de Estados Unidos (yo incluido) para pedir que se estudiaran sus costes. ?Qu¨¦ quer¨ªamos decir exactamente? Est¨¢n, ante todo, los costes presupuestarios: gasolina, equipamiento y explosivos. ?stos parecen rondar los 100.000 millones de d¨®lares. La cifra se basa en la suposici¨®n de que la guerra va a ir bien. Si la suposici¨®n es err¨®nea, las cifras aumentar¨¢n r¨¢pidamente. La historia de la guerra -desde la europea en 1914 hasta la de Vietnam en la d¨¦cada de 1960- est¨¢ plagada de subestimaciones presupuestarias.
Tambi¨¦n nos referimos a los costes materiales, que a veces se sobrevaloran en la guerra; las bombas pueden caer en campos vac¨ªos o sobre escombros; los da?os pueden parecer peores de lo que son. Sin embargo, en Irak, la poblaci¨®n civil ya est¨¢ en un momento dif¨ªcil. Hasta el m¨¢s leve da?o material, al agua, a las redes el¨¦ctricas y al sistema sanitario, podr¨ªa provocar un desastre humano. Hay riesgos de sabotaje, sobre todo en los campos petrol¨ªferos. E inevitablemente se producir¨¢n algunos da?os en el patrimonio arqueol¨®gico, y especialmente en Bagdad.
Los costes humanos se salen de todo c¨¢lculo. Independientemente del n¨²mero de bajas, cada soldado muerto de ambos bandos, cada civil muerto, es un ser humano que podr¨ªa haber disfrutado de una vida productiva y quiz¨¢ feliz durante m¨¢s tiempo. Cada persona herida ser¨¢ portadora de una carga de dolor. No necesitamos degradar las desgracias que se avecinan intentando darles un valor monetario.
Los costes de la incertidumbre son m¨¢s prosaicos, pero igualmente dif¨ªciles de calcular. ?Cu¨¢nta inversi¨®n empresarial, cu¨¢nta producci¨®n, cu¨¢nto comercio hemos perdido ya -no s¨®lo en la econom¨ªa estadounidense, sino en la mundial- por el temor y la incertidumbre que rodean a esta guerra? ?Qu¨¦ efecto tendr¨¢ la contienda en la toma de decisiones econ¨®micas mundial, en la confianza de los mercados y de los consumidores y en los precios mundiales de la energ¨ªa? ?Cu¨¢nto queda por venir?
Los costes de la reconstrucci¨®n son imponderables. El c¨¢lculo de lo que costar¨¢ reconstruir Irak ronda los dos billones de d¨®lares. ?Pero de verdad vamos a encargarnos de la tarea? ?Qu¨¦ pasa si hacen falta dos a?os y 100.000 soldados? ?Cinco a?os y 200.000? ?Qu¨¦ pasa si mientras tanto se cierran los campos petrol¨ªferos?
Los costes de seguimiento se derivan de la situaci¨®n militar a la que podr¨ªamos tener que enfrentarnos despu¨¦s de que esta guerra termine. ?Se proclamar¨¢n la paz y la democracia en Irak? ?Conducir¨¢ la guerra a la paz, la democracia y la desmilitarizaci¨®n de Oriento Pr¨®ximo, como algunos afirman? ?O habr¨¢ rebeliones, asesinatos de represalia y nuevas guerras, en Irak, Siria, Ir¨¢n, Arabia Saud¨ª e incluso Egipto? Por no mencionar Israel y Palestina.
Los costes diplom¨¢ticos radican en el da?o ya causado -y quiz¨¢ el que a¨²n est¨¢ por venir- a nuestras relaciones con Europa, Rusia y otros pa¨ªses. Se podr¨ªa tener en cuenta tambi¨¦n el coste de la desilusi¨®n con el ideal estadounidense en buena parte de la poblaci¨®n mundial.
Los costes en oportunidades son los que surgen cada vez que tomamos la decisi¨®n de hacer una cosa y no otra. Al decidir ir a la guerra, estamos escogiendo hacer menos por resolver los problemas que tenemos en Estados Unidos. Nos enfrentamos a una crisis en el presupuesto de cada Estado y cada municipio de este pa¨ªs; en cada colegio, en cada programa de bienestar y en cada segmento de la sanidad p¨²blica. Nos enfrentamos a una crisis de confianza en nuestras empresas, y a una crisis de confianza en el futuro econ¨®mico. Los hogares estadounidenses se enfrentan, a c¨¢mara lenta, a una crisis de deudas dom¨¦sticas. Poco se puede hacer a este respecto si estamos ocupados con la guerra.
Por ¨²ltimo, deber¨ªan tenerse en cuenta los costes apocal¨ªpticos. Existe el riesgo, en camino, de que Corea del Norte empiece a producir bombas at¨®micas. Existe el riesgo de que Ir¨¢n siga el ejemplo, o compre unas pocas a Corea del Norte. Existe el riesgo de que pronto nos enfrentemos a una, dos, o quiz¨¢ m¨¢s potencias nucleares que nos consideran -y no del todo sin raz¨®n- una amenaza mortal para su existencia. Existe el riesgo de que podamos cometer un error catastr¨®fico en respuesta.
Una vez considerados los costes reales, la conclusi¨®n econ¨®mica no es controvertida. Es que la seguridad colectiva -la clase de seguridad que proporcionan las alianzas firmes, el sistema de Derecho y el Consejo de Seguridad de la ONU- es la ¨²nica verdadera que existe. Es ciertamente la ¨²nica clase que nosotros, o cualquier otro pa¨ªs, podemos permitirnos.
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