De Bagdad a Euskadi
La operaci¨®n Pavor y Conmoci¨®n, desatada contra la poblaci¨®n iraqu¨ª, ha llevado el miedo y la angustia a la poblaci¨®n de aqu¨¦l pa¨ªs, en una b¨¢rbara agresi¨®n que ha levantado las protesta de la sociedad en los cinco continentes. Aqu¨ª, entre nosotros, los miles de vascos amenazados por ETA siguen sufriendo el mismo miedo que hace un mes, sin que probablemente el clamor contra la guerra represente para ellos un atisbo de esperanza. Saben -sabemos- que sus potenciales agresores no van a dejarse ablandar por la marea pacifista que surge por doquier. Sin embargo, y a pesar de ese drama, mucha gente tiene la sensaci¨®n -y lo comenta con sus amigos- de que los acontecimientos de Irak y la situaci¨®n de Euskadi han empezado a funcionar como vasos comunicantes. Cuanto mayor es la barbarie all¨ª, menos crispaci¨®n se vive aqu¨ª.
Por un lado, la actividad pol¨ªtica de quienes apoyan o justifican a ETA tiene menos eco en una sociedad conmocionada por esta guerra injusta e inmoral. Por otra parte, los articulistas y tertulianos que llevan a?os ocup¨¢ndose de Euskadi de forma monogr¨¢fica, llueva o haga sol, tienen que diversificar su discurso, atendiendo a otros asuntos que tambi¨¦n preocupan a la gente. Por ¨²ltimo, la puesta en escena por parte del PP de sus posiciones m¨¢s autoritarias y antidemocr¨¢ticas ha hecho mella en sus relaciones con el PSOE, abriendo un espacio propio para este ¨²ltimo, y aliviando un poco el frentismo en el que est¨¢bamos embarcados. Por todo ello, mucha gente, aunque desgraciadamente no los m¨¢s directamente amenazados por ETA, siente que se respira mejor.
En este nuevo escenario, comienza a percibirse el nerviosismo de algunos sectores. Dice Mayor Oreja que la movilizaci¨®n de la izquierda contra la guerra favorece al nacionalismo, se entiende que al vasco. Lo cierto es que el paulatino enfrentamiento de los socialistas con el Gobierno de Aznar, dificulta la estrategia de captaci¨®n de aqu¨¦llos para un planteamiento de confrontaci¨®n sin matices con el Gobierno vasco. Algunos articulistas han mostrado tambi¨¦n su preocupaci¨®n por el debilitamiento de su particular idea de Espa?a y la apertura de espacios para el debate sobre el federalismo que propone Maragall. Parad¨®jicamente, tampoco est¨¢n c¨®modos Otegi y los suyos en este escenario. Su caricatura de un pretendido conflicto entre dos bloques compactos y antag¨®nicos, "espa?oles" y "vascos", hace aguas en cuanto el PSE-EE recupera espacio propio y toma ox¨ªgeno, lo que puede no agradar tampoco a alg¨²n sector de EA y del PNV.
En este contexto, un amplio movimiento democr¨¢tico contra la guerra puede suponer no s¨®lo un ejercicio responsable de compromiso con la humanidad ante la barbarie que pretende imponerse sino, de rebote, un soplo de aire fresco en esta Euskadi condenada por algunos al enfrentamiento y a la divisi¨®n social. Los miles de vascos que han demostrado de muchas formas su oposici¨®n a la guerra representan mejor que nadie a esa mayor¨ªa social contraria al frentismo y al nacionalismo exacerbado de uno u otro signo. Pero, adem¨¢s, el impulso ciudadano al movimiento contra la guerra puede y debe servir para ensanchar el campo de la defensa de los derechos humanos, de la oposici¨®n a la violencia y de respeto a la convivencia entre las personas. Nadie, salvo quienes buscan la confrontaci¨®n desde el frentismo, puede tener miedo a esta marea c¨ªvica que reclama la paz y abomina de la guerra.
La hasta la fecha minoritaria presencia en las movilizaciones de oportunistas que claman frente a los cr¨ªmenes contra la poblaci¨®n iraqu¨ª mientras justifican el asesinato en Euskadi no deber¨ªa servir de excusa para nadie. La perspectiva electoral no deber¨ªa nublar, otra vez, la perspectiva del medio plazo. Las v¨ªctimas del terrorismo tienen que ser conscientes de que la oposici¨®n a la guerra ha hecho que miles de conciencias adormecidas o atemorizadas puedan expresar su rechazo al horror que representa la violencia, lo que a buen seguro redundar¨¢ en el fortalecimiento de sus convicciones c¨ªvicas. Aunque parezca un camino largo y tortuoso. Aunque muchos desear¨ªamos que esa conciencia se manifestara tambi¨¦n de manera m¨¢s expresa y cotidiana frente al terror dom¨¦stico.
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