"El exilio no es un tema, es una condici¨®n"
Necesito un poco de ruido para escribir", afirma Tom¨¢s Segovia cuando se le pregunta por qu¨¦ acude al caf¨¦ Comercial. "Adem¨¢s", contin¨²a, "nunca he sido un escritor profesional. Todo lo m¨¢s, mecan¨®grafo y traductor". As¨ª, am¨¦n de como profesor universitario, se ha ganado la vida este poeta y ensayista mexicano de origen espa?ol. O viceversa. "Poeta alem¨¢n", lo llam¨® Bergam¨ªn. "Digamos que soy hisp¨¢nico", concluye ¨¦l con humor.
Nacido en Valencia en 1927, Segovia sali¨® de Espa?a cuando se acercaba el final de la Guerra Civil. No volvi¨® hasta la muerte de Franco. Por el medio: Francia, Marruecos, Estados Unidos y, sobre todo, M¨¦xico. All¨ª se form¨® y all¨ª ha obtenido los premios m¨¢s importantes: el Villaurrutia (1973), el Octavio Paz (2000) o, varias veces, el Nacional de Traducci¨®n.
"El caso de Cernuda ha sido especialmente escandaloso. Atac¨® a su familia, a las instituciones... Y ahora estos se?ores le hacen un centenario"
Ir¨®nico y sabio, Tom¨¢s Segovia pasa sin alardes de la literatura a la ciencia y de la historia a la filosof¨ªa. "Soy rollero. Y un poco imprudente", aclara. La entrevista tuvo lugar el d¨ªa en que comenzaron los bombardeos sobre Irak. Al final de la charla, recoge su bolsa -de la que ha colgado una pegatina de "no a la guerra"-, saca el abono de transportes y se mete en una boca de metro camino de la concentraci¨®n de la Puerta del Sol.
PREGUNTA. Imposible no hablar hoy de la guerra.
RESPUESTA. S¨ª, si gana Bush del todo, como ¨¦l quiere, lo vamos a pagar muy caro. Unos abogados americanos declararon hace poco que hay seres humanos sin derechos: los presos de Guant¨¢namo. Si los abogados del pa¨ªs m¨¢s poderoso del mundo dicen eso, se acab¨® la aventura de la humanidad.
P. ?Qu¨¦ se puede hacer?
R. Seguir protestando.
P. ?Un escritor puede hacer algo m¨¢s que otro ciudadano?
R. Claro que s¨ª. Nunca antes hab¨ªa habido protestas en ochenta pa¨ªses a la vez. Ahora se ha visto que muchos gobiernos democr¨¢ticos est¨¢n contra la voluntad de su pueblo. Y en esa toma de conciencia tiene mucho que ver la cultura.
P. Pero no tiene necesariamente que darse a trav¨¦s de una literatura comprometida.
R. No. Una literatura comprometida es excesivamente impersonal. Porque se abstrae. Es muy f¨¢cil pensar que la vida no es as¨ª. Y un mensaje es m¨¢s efectivo cuando queda incorporado a la vida.
P. Dec¨ªa lo del compromiso porque siempre se habla de usted como un exiliado, aunque el exilio no sea para usted un tema... Porque es un exiliado, o lo fue, ?no?
R. Lo soy, lo soy. Eso no se quita. Yo no me considero un representante del exilio, pero es irreversible. Adem¨¢s, cuando vuelves es cuando m¨¢s lo eres. Para m¨ª, el exilio no es un tema, es una condici¨®n. Aparece en lo que escribo como aparece que soy var¨®n, heterosexual, sentimental... El exilio es una manera muy fundamental de estar en el mundo. Tiene que ver con la moral.
P. ?Son malos tiempos para la moral?
R. Cuando cay¨® el muro de Berl¨ªn empez¨® aquella campa?a de que se hab¨ªan acabado las ideolog¨ªas. ?Qu¨¦ quer¨ªan decir con eso? ?Qu¨¦ se hab¨ªa acabado el bien, el valor? "Se acab¨® la ideolog¨ªa. Empieza el negocio", eso quer¨ªan decir. Tener ideolog¨ªa se convirti¨® en peligroso: perturbaba los negocios.
P. "La p¨¦rdida es m¨¢s nuestra que lo perdido", ha escrito. ?Nunca sinti¨® nostalgia?
R. Siempre. Vivo de ella. He escrito un mont¨®n de poemas sobre la nostalgia. Cuando me preguntan ?por qu¨¦ volviste?, digo que yo no he vuelto. Como dec¨ªa Max Aub, aunque en otro sentido, he venido, pero no he vuelto. Quer¨ªa decir que volver no significaba que quisiera integrarse, sino asomarse. Yo no he vuelto. Sigo viviendo entre dos mundos.
P. ?Por qu¨¦ se asom¨®?
R. Por nostalgia de las estaciones. En mi mitolog¨ªa personal las estaciones est¨¢n ligadas a la civilizaci¨®n misma, a la cultura que inaugur¨® en el neol¨ªtico la agricultura. Me faltaba algo, necesitaba sentir la tierra as¨ª. Ten¨ªa tambi¨¦n mucha nostalgia de los d¨ªas que viv¨ª en el exilio, en Francia.
P. ?C¨®mo fueron esos d¨ªas?
R. En 1939 hab¨ªa un ambiente angustioso porque se palpaba la guerra mundial, y eso hasta un ni?o de 11 a?os lo notaba. Con todo, para m¨ª era el para¨ªso, porque me llevaron a un pueblecito de los Pirineos desde una guarder¨ªa de Par¨ªs que era el infierno: la hab¨ªan organizado precariamente para 50 ni?os y hab¨ªan metido a 350. Eso s¨ª, luego vimos pasar a Francia a la gente que hu¨ªa. Nos pon¨ªamos al lado de la carretera con peroles de caf¨¦ o de caldo que hab¨ªa hecho mi abuela, pero, claro, dabas caldo a 20 personas y pasaban miles.
P. En M¨¦xico nunca particip¨® en lo que usted mismo ha llamado "el gueto del exilio". ?Lo era?
R. Era una cultura conservada a fuerza de cohesi¨®n. M¨¢s del 80% de mis compa?eros del colegio espa?ol se casaron con chicas del propio colegio. Todos los profesores, menos el de civismo y el de gimnasia, eran espa?oles. Y eminencias, por cierto: antiguos rectores de universidad dando clases de instituto.
P. Adem¨¢s trat¨® a los m¨¢s solitarios del exilio: Rosa Chacel, Ram¨®n Gaya, Luis Cernuda... ?C¨®mo ha visto su centenario?
R. Los centenarios me parecen absurdos, y el de Cernuda ha sido especialmente escandaloso. Siempre atac¨® a su familia, a las instituciones... Y ahora esos se?ores le hacen un centenario. Claro que la vida es tan ambigua que no s¨¦ si incluso le habr¨ªa gustado. Creo que no, aunque la mayor parte de su ira era frustraci¨®n, y si alguien est¨¢ frustrado porque no es una figura es porque quiere serlo. Con todo, su ira era real. ?Que hubiera querido ser Ortega y Gasset? Puede ser. Ahora es m¨¢s que Ortega.
P. Emilio Prados fue su gran ejemplo.
R. Con la vejez empieza uno a ver que su vida, por muchas tonter¨ªas que haya hecho, ten¨ªa un dibujo, una coherencia involuntaria. Ahora descubro por qu¨¦ a los 16 a?os me atra¨ªa Prados: porque era un incorruptible. Ahora que han tratado de parodiar la antolog¨ªa Laurel...
P. Con Las ¨ªnsulas extra?as.
R. S¨ª. Eran cuatro ant¨®logos: Villaurrutia era ya una figura y Paz era m¨¢s joven, pero mucho m¨¢s ambicioso. Los otros dos parec¨ªan escogidos adrede para que no hicieran nada: Juan Gil-Albert, que siempre fue de armario, en todos los sentidos, y Emilio Prados, que era de convento. Todo lo cocinaron dos, como ahora.
P. Dicen que es usted insumiso en lo pol¨ªtico, en lo literario e incluso en lo amoroso. ?Se reconoce?
R. Pues creo que s¨ª. No es que yo crea que soy un alma exquisita, fueron las circunstancias.
P. ?Cu¨¢les?
R. Mi padre era socialista de la ¨¦poca en la que el socialismo era una moral. Mi familia ten¨ªa esa tradici¨®n, de un socialismo puritano. Contaban que mi abuelo, que era muy amigo de Pablo Iglesias, ten¨ªa el n¨²mero dos del PSOE. No s¨¦ si es verdad o leyenda familiar, pero lo que significa s¨ª es verdad. Luego siempre me toc¨® ser marginal y an¨®malo.
P. ?Antes del exilio?
R. Casi desde los dos a?os. Nac¨ª en Valencia por casualidad, pero cuando vinimos a Madrid me llamaban pataqueta, que era un panecillo valenciano. Luego, durante la guerra, nos marchamos a Valencia para huir de los bombardeos. Fue el primer lugar en el que me llamaron refugiado. Nos lo llamaban los ni?os valencianos a los de Madrid. Y nos tiraban piedras. Luego, en Francia, petit r¨¦fugi¨¦. Y en M¨¦xico, refugacho.
P. Buenos antecedentes.
R. Con una educaci¨®n as¨ª, o te rindes o te vuelves incorruptible. A esa educaci¨®n hay que a?adir la de los maestros del exilio. Fue gente que nunca tuvo tiempo de ganar, en nada. Fueron siempre las v¨ªctimas.
P. ?Se les ha hecho justicia?
R. Justicia no s¨¦ si es la palabra. El reproche de casi todos los que quedamos del exilio se lo hacemos sobre todo al PSOE, porque era el PSOE el que ten¨ªa la obligaci¨®n de integrar. Y no lo hizo cuando estuvo en el poder. Se pusieron todos a mirar para otro lado. La justicia para el exilio ser¨ªa que estuviera integrado en la cultura espa?ola. Est¨¢n bien los homenajes a Cernuda, pero eso no es saber que hubo un momento en que la historia de Espa?a suced¨ªa aqu¨ª y all¨¢.
P. Carlos Piera sit¨²a su obra en la tradici¨®n del Romanticism. ?Est¨¢ de acuerdo?
R. S¨ª. La idea que tenemos del Romanticismo no se parece a la realidad. Tenemos la imagen de que era irracional y escapista frente al clasicismo, racional y l¨²cido, pero los verdaderos rom¨¢nticos eran kantianos, aunque nos han ense?ado que Kant es lo contrario del Romanticismo. Kant es perfectamente l¨²cido, pero la suya es una filosof¨ªa de la libertad. Y eso los rom¨¢nticos lo entendieron perfectamente.
P. ?C¨®mo lo entendieron?
R. Desde siempre el hombre ha desconfiado del lenguaje, porque miente, porque es ambiguo. El hombre ha ido tomando conciencia de la complejidad del lenguaje separ¨¢ndolo de su propia cr¨ªtica, del metalenguaje -aunque no hace falta ser tan pedantes-, o sea, de la Raz¨®n, con may¨²sculas. Esa cr¨ªtica se va depurando a trav¨¦s de Grecia, la Edad Media y el Renacimiento hasta llegar al gran racionalismo: Descartes, Leibniz, Spinoza. En ese momento lo que sucede es que el hombre toma conciencia de que separar esos dos lenguajes es peligros¨ªsimo, porque el uno devora al otro, y de que hay que reintegrarlos. Y eso es el Romanticismo: la tentativa de volver a hacer de la Raz¨®n un lenguaje vivo, no de escapar de ella. Adem¨¢s, todos los rom¨¢nticos fueron mineralogistas, bi¨®logos... Nunca rechazaron la ciencia.
P. Pero la ciencia no lo es todo para ellos.
R. Los rom¨¢nticos dicen: nosotros sabemos de la Grecia de Homero mucho m¨¢s que Homero, pero no podemos escribir la Il¨ªada. Eso es lo que hemos perdido. El lenguaje del que desconfiamos es la creaci¨®n misma. De ah¨ª sale todo, incluida la Raz¨®n. Hay que recobrar su vitalidad.
P. ?C¨®mo?
R. Otra pregunta: ?c¨®mo es posible que un analfabeto de ?frica sea capaz de crear un cuento mucho m¨¢s hermoso que el de un sabio occidental? ?D¨®nde est¨¢ esa fuente? El vuelco es decir que el centro no es el hombre adulto, blanco y racional, sino el ni?o, la mujer, el salvaje, el loco.
P. ?Por eso dice usted que la poes¨ªa no consiste en inventar, sino en descubrir?
R. Aunque pueda ser un instrumento, la invenci¨®n aislada no es m¨¢s que vac¨ªo. Es algo dif¨ªcil de decir convincentemente, pero yo no me siento escritor, no escribo para dar un paso adelante en la historia de la poes¨ªa, sino para comprender mejor la vida. Como mucho, soy traductor.
P. ?De qu¨¦ autor de los que ha traducido se siente m¨¢s cercano?
R. De Ungaretti. Cuando lo traduje, en los a?os cincuenta, yo estaba escribiendo El sol y su eco, que es el primer libro en el que sent¨ª que sab¨ªa por d¨®nde iba. No obstante, la traducci¨®n de la que estoy m¨¢s orgulloso es de Hamlet, en verso.
P. Suya es tambi¨¦n la traducci¨®n del Shakespeare de Harold Bloom. ?Es tan pesimista como ¨¦l respecto a las humanidades?
R. Yo traduje a Bloom para prepararme para Hamlet. ?l me parece un viejo cascarrabias que hace m¨¢s aspavientos de la sustancia que tiene. Adem¨¢s, su ignorancia de lo hisp¨¢nico es inmensa.
P. ?Cree, como ¨¦l, que Shakespeare es el m¨¢s grande?
R. No s¨¦ si es el m¨¢s grande, pero s¨ª el m¨¢s asombroso. ?ltimamente me ando peleando con la idea de que Occidente se fue por el mal camino desde Plat¨®n, por miedo. Y que todos los grandes fil¨®sofos han estado queriendo rectificar, pero nunca se atreven a dar el ¨²ltimo paso. Siempre he estado buscando un antecedente, alguien que d¨¦ el salto. Lo encontr¨¦. Pero, claro, es una ni?a de 14 a?os que se llama Julieta, en unos versos que dicen, traduciendo a ojo: "Y sin embargo yo no deseo sino lo que s¨ª tengo". Todo el horror de Occidente es por empe?arse en que s¨®lo se puede desear lo que no se tiene. Falsear el deseo nos ha tra¨ªdo aqu¨ª.
P. ?Cu¨¢l es el miedo de Plat¨®n?
R. El miedo a decir que se puede desear lo que se tiene, porque eso supone que el deseo viene antes que el conocimiento, que el valor viene antes que el ser. Y eso da terror, porque el ser tranquiliza porque nos gu¨ªa, nos domina. Y lo que quiere el ser humano es que lo dominen porque le da terror la libertad. La modernidad es f¨¢ustica: vendi¨® su alma por el conocimiento. Plat¨®n se invent¨® lo de que el ser vale porque el hombre no lo tiene, por eso es el que lo justifica todo.
P. ?C¨®mo cambiar¨ªa la vida si admiti¨¦ramos que el deseo es antes que el conocimiento?
R. Todo va ligado, porque supone un cambio en la idea del lenguaje. Alg¨²n d¨ªa voy a poder decirlo bien... porque tambi¨¦n el lenguaje es valor. Quiero llegar a demostrar c¨®mo el valor es el correlato del deseo, y que lo deseado explica hasta la concordancia del adjetivo con el nombre. El lenguaje es muy importante para situar d¨®nde est¨¢ la Raz¨®n y d¨®nde est¨¢n el conocimiento y la ciencia. ?Y qu¨¦ tiene que ver el lenguaje con la ciencia? Ser¨ªa muy diferente un mundo en el que la gente cree que la ciencia es literalmente la realidad de uno en el que se supiera que no. Niels Bohr hizo una gira por todo el mundo explicando su modelo del ¨¢tomo a los grandes sabios de las universidades, y en una carta a un colega suyo dice: "Estoy asombrado. Se creen que el ¨¢tomo es as¨ª. Esto no es un ¨¢tomo, es un modelo, un ente te¨®rico". Eddington, el astrof¨ªsico, cuenta que fue un d¨ªa a pasear a orillas del Cam muy preocupado por unas ecuaciones sobre la turbulencia en los fluidos. Mirando el arroyo se acord¨® de un poema sobre un arroyo y pens¨®: "?Qu¨¦ tiene que ver el arroyo con mi preocupaci¨®n y con el poema?". Su conclusi¨®n fue ¨¦sta: "Lo ¨²nico que se parece al r¨ªo es el poema".
P. ?Puede haber un lenguaje que no sea ni superstici¨®n ni esa supuesta literalidad cient¨ªfica?
R. Darte cuenta de que la ciencia, que es eficaz, no es literal te acostumbrar¨ªa a no ver la literalidad en todo. Que no es literal, por ejemplo, que uno sea espa?ol. ?C¨®mo va a ser eso literal? Es una met¨¢fora turbia. Tomar como literales esas cosas es muy peligroso. La proporci¨®n de cabezas rapadas ser¨ªa mucho menor, por ejemplo. Hoy he visto una pintada que dec¨ªa: "Emigrantes, ni legales ni ilegales: todos fuera"... Vaya, terminamos por donde empezamos.
BIBLIOGRAF?A
Poes¨ªa (1943-1997). Fondo de Cultura Econ¨®mica.
Otro invierno. Pre-Textos.
Misma Juventud. Pre-Textos.
Lo inmortal y otros poemas.Pre-Textos.
(Traducciones de Tom¨¢s Segovia)
Sentimiento del tiempo/La tierra prometida. Giuseppe Ungaretti. Galaxia Gutenberg.
Poemas franceses. R. M. Rilke.Pre-Textos.
Shakespeare. La invenci¨®n de lo humano. Harold Bloom. Anagrama.
El lenguaje y la muerte. Giorgio Agamben. Pre-Textos.
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