La sinraz¨®n
Un d¨ªa despu¨¦s de pedir calma al club por el bien del equipo, como si las elecciones fueran un mal, necesario o no en funci¨®n del marcador, Reyna ha metido al Barcelona en un l¨ªo de mucho cuidado. M¨¢s all¨¢ de que sea una decisi¨®n contraproducente, o procedente, ni que sea por la presencia en el pleito del abogado Roca Junyent, recurrir a la justicia ordinaria para que resuelva el contencioso sobre el cierre del Camp Nou significa desafiar a la administraci¨®n deportiva acogi¨¦ndose a la divina y certifica que la pol¨ªtica de dilatar los asuntos resulta especialmente nociva.
Del acuerdo t¨¢cito que el estadio merec¨ªa ser clausurado, no por honor a Figo sino como castigo a la horda cul¨¦ que lleva una cabeza de cerdo como bandera, se ha pasado a un contencioso de dif¨ªcil soluci¨®n. La cosa se ha ido complicando tanto que hoy, cuando la Liga est¨¢ a punto de dar la vuelta desde la noche de autos, aparece descontextualizada a efectos de sanci¨®n, pero cargada de munici¨®n para el Madrid-Bar?a del S¨¢bado Santo.
La Federaci¨®n se ha puesto chula y a todo lo que le pide el Bar?a le dice que no, tenga o no sentido, como ocurri¨® con la prohibici¨®n de televisar el partido contra el equipo del hijo de Gaddafi, por una cuesti¨®n de inter¨¦s nacional. Y, una vez topado con el poder, al club azulgrana le ha faltado tiempo para alentar (oficiosamente que no oficialmente) el victimismo, expresado en una mano negra que se la tiene jurada al club y al pa¨ªs, tanto por manifestarse a favor de la paz como por jalear un Catalu?a-Espa?a en el torneo de Montreux de hockey patines.
La actuaci¨®n de unos y otros reafirma su incapacidad para la gesti¨®n, como a diario se comprueba en todos sus menesteres, de manera que tanto la Federaci¨®n como el Bar?a demandan m¨¢s una refundaci¨®n que una remodelaci¨®n. El uno no puede excusarse en el otro y menos ahora en que ambos pintan menos que nunca. Falto de palabra y poder de convicci¨®n, Villar y sus comit¨¦s no ha sabido explicar por qu¨¦ no le conceden al Bar?a el mes que pide para el recurso de reposici¨®n, pero la actuaci¨®n de Reyna tampoco merece ya m¨¢s comprensi¨®n.
Por su proceder, y su manera de buscar c¨®mplices, Reyna parece m¨¢s empe?ado en que le den la raz¨®n que en tenerla. Su actuaci¨®n, al fin y al cabo, difiere poco de la que tuvo N¨²?ez y su sonrojante desplante en la semifinal copera ante el Atl¨¦tico y, en cierta manera, de la de Gaspart cuando exigi¨® que Fust¨¦ retirara la moci¨®n de censura presentada antes de tratar sobre su renuncia. Los tres, hijos del mismo ideario, se hicieron fuertes cuando m¨¢s d¨¦bil estaba el club. Maltratado o no, el Bar?a no est¨¢ para retar a nadie sin antes curarse. Si seg¨²n Reyna al Bar?a no le vienen bien ahora las elecciones, menos parece convenirle un pleito por el Camp Nou.
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