Las razones del Papa
Me parece que la posici¨®n del Papa y de la Iglesia cat¨®lica en el conflicto de Irak no se han entendido bien: el movimiento pacifista las ha identificado de alguna manera consigo mismo; los partidarios de la guerra preventiva las han atribuido al intenso amor por la paz de la religi¨®n cristiana, merecedor de respeto, pero irrelevante en la pol¨ªtica. En cuanto a Bush y al grueso de la opini¨®n p¨²blica angloestadounidense, el Dios de los ej¨¦rcitos que por definici¨®n marcha a la cabeza de EE UU, portador de libertad, sustituye a la concepci¨®n de Cristo hecho hombre y v¨ªctima de otros hombres. Se trata de simplificaciones que no captan, a mi entender, la sustancia del problema. He tenido ocasi¨®n de corroborar algunas de mis sensaciones con altos dignatarios vaticanos muy cercanos al Papa y de alg¨²n modo instrumentos directos de su mensaje de paz, y he sacado las siguientes conclusiones.
1. El ecumenismo cat¨®lico, desde el Concilio Vaticano II, pero cada vez m¨¢s desde el principio del pontificado actual, ha encontrado en el islam uno de sus principales interlocutores, al igual, si no m¨¢s, que las mismas iglesias cristianas, protestantes u ortodoxas.
2. El esfuerzo de la pol¨ªtica ecum¨¦nica de este Papa ha sido apostar por el islam abierto, por su visi¨®n pac¨ªfica y tolerante de otras culturas y otras religiones, por el relieve que la figura prof¨¦tica de Cristo ha tenido en la m¨ªstica isl¨¢mica medieval y tiene en las escuelas m¨¢s acreditadas del islamismo, empezando por la gran Universidad Al Azhar, de El Cairo, y muchas otras manifestaciones de la sabidur¨ªa isl¨¢mica en las regiones ¨¢rabes y en las musulmanas no tocadas por el movimiento wahab¨ª.
3. El Papa ha puesto siempre un inter¨¦s especial en distinguir entre cristianismo y Occidente, m¨¢s a¨²n desde la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn en 1989. Muchos de los valores del cristianismo forman parte del patrimonio gen¨¦tico de Occidente, pero no son los ¨²nicos. Muchos de los valores que han dado forma a Occidente no forman parte del patrimonio religioso y cultural del cristianismo, y en particular del catolicismo.
4. En la visi¨®n cultural del Papa existen, pues, tres grandes temas de alguna forma interdependientes, pero diferenciados entre s¨ª: el cristianismo, Occidente y el islam.
5. La tentaci¨®n del fundamentalismo pol¨ªtico que se difunde en el islam choca con el ecumenismo religioso. Choca tambi¨¦n con un tipo de fundamentalismo pol¨ªtico cristiano. La consolidaci¨®n de ¨¦ste, reflejo del primero, amenazar¨ªa con equiparar e incluso hacer coincidir Iglesia y Occidente y reducir¨ªa los argumentos culturales de tres a dos, delineando as¨ª un choque de civilizaciones que es la ant¨ªtesis del mensaje universalista de Cristo.
6. Por esa raz¨®n, el Papa considera la guerra de Irak una guerra criminal, de la que tendr¨¢ que responder "ante Dios, el mundo y la historia" el que la ha desencadenado fuera de la legalidad internacional (palabras literales del Papa y sus int¨¦rpretes m¨¢s cercanos).
El pacifismo cat¨®lico se basa, pues, en esta base religiosa y cultural. El laico, en motivos diferentes aunque convergentes en el temor y la oposici¨®n a una guerra de civilizaciones. Lo ha demostrado el ministro franc¨¦s de Exteriores, Dominique de Villepin, en su reciente discurso en Londres. Sus motivos son importantes porque proceden de un diplom¨¢tico que es miembro de un Gobierno de la derecha conservadora, y conciernen a la relaci¨®n entre la fuerza, el derecho y la legalidad. "S¨®lo el consenso y el respeto del derecho", dice De Villepin, "dan a la fuerza la legitimidad necesaria. Si salimos de estos l¨ªmites, ?no corremos el riesgo de que el empleo de la fuerza se convierta quiz¨¢ en un factor de desestabilizaci¨®n? Nosotros no rechazamos el uso de la fuerza, pero queremos alertar contra los riesgos de convertir en doctrina su uso preventivo; ?qu¨¦ ejemplo dar¨ªamos a los dem¨¢s Estados del planeta? ?Qu¨¦ legitimidad otorgar¨ªamos a nuestra acci¨®n? ?Y qu¨¦ l¨ªmites ponemos al ejercicio del poder? No abramos esta caja de Pandora". Y concluye con una cita de Pascal: "No pudiendo hacer fuerte lo que es justo, se ha hecho justo lo que es fuerte". No se puede describir mejor lo que inspira al variado movimiento pacifista: la primac¨ªa del derecho es una exigencia moral y pol¨ªtica, es la condici¨®n de la justicia, pero tambi¨¦n de la eficacia, ya que s¨®lo la justicia garantiza una seguridad duradera.
A la espera de que acabe el conflicto se busca recobrar de alguna manera la credibilidad de las instituciones, devastada por la desacertada guerra, que, como dijo, entre otras cosas, Romano Prodi no habr¨ªa debido empezarse. Volver a la ONU -se dice- para la reconstrucci¨®n de Irak y la ayuda humanitaria a esa regi¨®n. Volver a Europa para recuperar su unidad. Ahora bien, es al tiempo demasiado y demasiado poco. Es demasiado si se quiere descargar sobre la ONU (sobre todos los pa¨ªses) el peso de las devastaciones provocadas por el ej¨¦rcito de dos pa¨ªses que han actuado solos salt¨¢ndose a la ONU. Ellos han causado la destrucci¨®n y a ellos les corresponde cargar con los costes de la reconstrucci¨®n. Ser¨ªa justo realizarla en un ¨¢mbito multilateral para evitar que la reparaci¨®n de los da?os se convierta en una gigantesca y lucrativa contrata de una pandilla de negociantes ¨ªntimamente ligada a la Administraci¨®n de Bush, pero a condici¨®n de que los costes recaigan sobre los responsables de tales devastaciones. Es demasiado poco si no se cuenta con la ONU en la disposici¨®n geopol¨ªtica de la regi¨®n, empezando por el propio Irak y el conflicto entre Israel y Palestina.
Es muy poco probable que Bush ceda tanto en un punto como en el otro y es, por tanto, improbable que las relaciones transatl¨¢nticas puedan retomarse como si nada o poco hubiera ocurrido. Si Europa no piensa prioritariamente en s¨ª misma como entidad y sujeto pol¨ªtico ser¨¢ dif¨ªcil que recupere una buena relaci¨®n con Estados Unidos y su trayectoria imperial.
Desde este punto de vista es esencial la tarea de la izquierda europea, su crecimiento pol¨ªtico, su capacidad de retomar el Gobierno, sobre todo en los pa¨ªses que han padecido el atractivo de la fuerza sin legalidad. Es esencial que el Partido Laborista ingl¨¦s aclare su pol¨ªtica: la teor¨ªa de Blair de condicionar al imperium estadounidense s¨®lo porque ha mandado 40.000 hombres a combatir probablemente resultar¨¢ ser una ilusi¨®n; en realidad, esconde otra teor¨ªa; que la Europa discordante se convierta frente a la fuerza de la victoria militar. Todo puede ocurrir, pero si no ocurriera, Blair, y sobre todo su partido, deber¨¢n elegir entre la construcci¨®n de la Europa pol¨ªtica y la relaci¨®n especial con EE UU. En las condiciones actuales no se puede ser bisagra entre una superpotencia y una potencia a¨²n hipot¨¦tica. Las bisagras funcionan para conectar dos entidades existentes, de otro modo se prescinde de ellas tranquilamente.
El movimiento pacifista puede hacer mucho para que la Europa pol¨ªtica deje de ser una hip¨®tesis. Espero que adquiera plena conciencia de ello, igual que espero que ocurra otro tanto por parte de las fuerzas pol¨ªticas de izquierda.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.