Las agencias de espionaje han entorpecido la investigaci¨®n civil
Los gobiernos han tendido a pensar que el desarrollo de la tecnolog¨ªa del cifrado era de inter¨¦s militar y que deb¨ªa restringirse su uso civil. La investigaci¨®n en este campo ha seguido dos caminos paralelos. Los avances secretos en las agencias de espionaje y el de los inform¨¢ticos libertarios que lo consideraban un instrumento b¨¢sico para garantizar la intimidad del internauta.
Steven Levy ha publicado un libro, Cripto (Alianza), en el que narra la historia de este enfrentamiento. La agencia de seguridad norteamericana (NSA) consideraba "un mal necesario dejar que un potente algoritmo de cifrado llegara a los bancos y las corporaciones. Pero permitir que se dieran a conocer sus sofisticadas t¨¦cnicas, que podr¨ªan animar a otros a blindar sus propias cifras..., eso era completamente inaceptable".
En el cifrado militar, emisor y receptor se conocen y pueden pactar previamente las claves. El gran reto de gente como Merkle, Diffie o Hellman en Estados Unidos era conseguir un sistema que permitiera a dos personas comunicarse de manera segura sin haber pactado antes la clave. Cuando en los a?os setenta empezaron a producirse las primeras patentes de sistemas de cifrado civiles, la NSA intent¨® declarar estos inventos materia reservada. La segunda maniobra fue intentar prohibir la exportaci¨®n por considerarlo un arma. Internet permiti¨® sortear este obst¨¢culo. Cuando Zimmermann termin¨® su primera versi¨®n del programa PGP de cifrado con clave p¨²blica, lo entreg¨® a un amigo suyo que lo colg¨® en servidores norteamericanos de Internet. El programa no se hab¨ªa exportado, pero desde la Red cualquiera en cualquier parte del mundo pod¨ªa descargarlo. Zimmermann documentaba el programa con una justificaci¨®n clara: "Si la privacidad es declarada ilegal, s¨®lo los ilegales disfrutar¨¢n de privacidad".
La batalla legal para liberar la informaci¨®n sobre programas cifrados tuvo su c¨¦nit en 1999, cuando un tribunal norteamericano declar¨®: "Los intentos del Gobierno de controlar la encriptaci¨®n (...) podr¨ªan afectar no s¨®lo a los derechos de los cript¨®grafos protegidos por la Primera Enmienda sobre libertad de expresi¨®n, sino tambi¨¦n a los derechos constitucionales de cada uno de nosotros como receptores potenciales de los beneficios de la criptograf¨ªa".
La propia Administraci¨®n de Clinton cambi¨® sus planteamientos sobre el cifrado civil y pas¨® de teorizar el dep¨®sito obligatorio de las claves a liberalizar la exportaci¨®n del cifrado.
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