Puro Cole Porter
Uno. Primera premisa: s¨®lo existi¨® en el mundo del musical un hombre capaz de rimar "Mahatma Gandhi" con "Napoleon Brandy" o "Inferno's Dante" con "the nose of the great Durante". Lo adivinaron: el irrepetible Cole Porter. Segunda premisa: si alguien quiere comprender por qu¨¦ Londres es la capital mundial del teatro, no tiene m¨¢s que intentar conseguir un par de entradas para Anything Goes, el espect¨¢culo estrella del National Theatre. A las ocho, con una temperatura similar a la del Yukon, ya hay una cola de 60 personas con sillas plegables, mantas, termos de caf¨¦ e incluso sacos de dormir. Gente de todas las edades que entretienen la espera con libros o crucigramas, o comentan, como si tal cosa, que ya han visto la funci¨®n tres veces. Se comprende: pocos musicales han estado tan cerca del cielo como Anything Goes, la culminaci¨®n -con Showboat- de la edad de oro del g¨¦nero. La primera gran joya de Cole Porter se estren¨® en el Alvin Theatre de Broadway en 1934, con Ethel Merman y su arrasadora brass-voice. Cuatro guionistas: P. G. Wodehouse, Guy Bolton, Howard Lindsay y Russel Crouse. En 1987, Timothy Crouse, hijo de Russel, periodista de Rolling Stone, y John Weidman (autor de los libretos de Pacific Overtures y Assassins, de Sondheim) reescribieron el texto, recuperaron canciones "perdidas en Boston" (There's No Cure Like Travel, Easy To Love, Buddy Beware) e incluyeron temas de otros musicales de Porter, como It's De-Lovely, Friendship o Goodbye, Little Dream, Goodbye. Esa nueva versi¨®n se present¨® en el Lincoln Center de Nueva York con la inmensa Patti Lupone, y dos a?os despu¨¦s pas¨® al West End, con Elaine Paige.
"The world has gone mad today" canta, en el tema titular, Reno Sweeney, una evangelista metida a cabaretera. Estamos en plena depresi¨®n y la acci¨®n se desarrolla en un crucero de lujo, el S. S. American, que parece un enorme pastel de boda art d¨¦co: el mundo que luego Hollywood adaptar¨ªa en Born To Dance o The Gay Divorcee, pero aqu¨ª en clave sat¨ªrica, desaforada. Un "Grand Hotel" flotante donde conviven millonarios, brokers, periodistas, un lord ingl¨¦s con su novia yanqui, g¨¢nsteres disfrazados de curas, modelos de Vogue y dos chinos convertidos al cristianismo. En veinte minutos, las principales (y disparatad¨ªsimas tramas) han sido expuestas, ce?idas y enlazadas. Reflexi¨®n inevitable: el "toque Wodehouse", el absurdo de la farsa, hace pensar, de nuevo, que Jardiel hubiera sido un triunfador en Broadway, y desear que Belbel o Gas o Llu¨ªs Pasqual, tres de sus m¨¢s fieles admiradores, se atrevan de una vez con Carlo Monte en Monte Carlo.
Dos. Veinte n¨²meros: un aut¨¦ntico festival Porter. Tras la obertura, Reno Sweeney (Sally Ann Triplett) se zambulle de cabeza en I Get a Kick Out Of You, una de las mejores piezas de la funci¨®n y de su repertorio, la quintaesencia del maestro: dolor amoroso y existencial tras una m¨¢scara de iron¨ªa sofisticada. A su manera, Cole fue el Truman Capote del musical americano, m¨¢s hedonista amargo que escapista. Anything Goes es una fiesta que se pretende arc¨¢dica pero rebosa cinismo por todos lados -la fascinaci¨®n por el ganster y el crimen como espect¨¢culo (que anticipa Chicago), el sexo (Reno y sus coristas) como veh¨ªculo para vender religi¨®n- a trav¨¦s de unas canciones concebidas como objetos de lujo, ultragenerosas en rima y melod¨ªa. Es fascinante comprobar c¨®mo cada l¨ªnea de, por ejemplo, You're the Top, el paradigma de lo que luego se llamar¨ªa "catalogue song", es un reflejo de su momento ("You're the National Gallery, you're Garbo's salary, you're cellophane"), de qu¨¦ modo homenajea a sus maestros (a Gilbert & Sullivan en Bon Voyage) o construye temas que desarrollar¨¢ plenamente veinte a?os m¨¢s tarde: el arco mel¨®dico y textual que enlaza There's No Cure Like Travel y We Open in Venice de Kiss Me Kate. O lo mucho que influy¨® en Frank Loesser -Blow, Gabriel, Blow, el flam¨ªgero showstopper del segundo acto, cuyo esp¨ªritu rebrotar¨¢ en Guys & Dolls- o en el Coward de Sail Away.
En Anything Goes hay cincuenta actores-cantantes, unas maravillosas coreograf¨ªas de Stephen Mear y una escenograf¨ªa de pasmo: mientras suena Bon Voyage, el puente de mando del transatl¨¢ntico gira para mostrar a la orquesta, en un efecto deslumbrante; luego girar¨¢, a la inversa, su parte inferior, para mostrar los camarotes, el bar, la sala de fiestas donde canta Reno. En el reparto destacan John Barrowman (Sunset Boulevard) como Billy Crocker, el gal¨¢n, y el veteran¨ªsimo Dennis Quilley, que interpreta al millonario Elisha Whitney en el m¨¢s puro estilo camp de Edward Everett Horton. La puesta en escena de Trevor Nunn, en su esplendorosa ligereza, es muy superior a las de Oklahoma! y South Pacific, sus anteriores ¨¦xitos en el National y restituye todo el perfume de la pieza, resumido en su t¨ªtulo: Anything Goes podr¨ªa traducirse como "todo vale, todo pasa", pero tambi¨¦n "todo avanza, todo fluye, todo se mueve". O dicho de otra manera, sin apearnos del libreto: "It's de-licious, it's de-lightful, it's de-lovely"; un gran y merecido triunfo.
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