La identidad
?Y T? DE QUI?N ERES? En el momento de su colocaci¨®n, la bandera king-size de la plaza de Col¨®n, Madrid, super¨® en varios cent¨ªmetros cuadrados el anterior r¨¦cord planetario, en posesi¨®n de una bandera mexicana en la plaza del Z¨®calo, por lo que situaba a Espa?a en un estadio evolutivo superior al mexicano. Aun as¨ª, la aparici¨®n de esa bandera no llam¨® la atenci¨®n a ning¨²n medio. De hecho, la bandera empez¨® a aparecer en los medios meses despu¨¦s. Y a trav¨¦s de cartas de lectores extra?os, que ve¨ªan cosas extra?as en esa bandera descomunal. Lo cual demuestra que los medios -un diario se diferencia de un libro, en principio, porque fija su atenci¨®n en la patolog¨ªa de lo normal, no en la patolog¨ªa de lo raro; que un hombre muerda a un perro es m¨¢s normal que un perro se convierta en hombre; parad¨®jicamente, snif, ocurre m¨¢s lo segundo que lo primero- tuvieron problemas para ver esa bandera. De lo que se desprende que las banderas son normales, son parte del paisaje y uno ya ni las ve. Pero son lo que corta el bacalao. ?sa es la tesis de Samuel P. Huntington en Choque de civilizaciones (Paid¨®s, 1997), un libro brutal para no regalar en el D¨ªa de la Madre. En el libro se fija la identidad -es decir, la bandera- como el llenapistas de la pol¨ªtica internacional esta ma?ana a primera hora. Huntington divide el mundo en seis civilizaciones-macrobanderas en conflicto de identidad mutua. Esta ma?ana a primera hora, si uno se fija, en Irak se est¨¢n pegando boinazos dos ?civilizaciones? y varias banderas tan grandes que uno no las ve. Entre ellas, la de la plaza de Col¨®n. La identidad, en el siglo XXI, en fin, es la pera. La identidad es la palabra clave del siglo XXI. Hay que vigilar con esa palabra. Es decir, hablar de ella.
Hablo con el se?or Tedde, 's¨ªndic' alcalde de L'Alguer, Forza Italia. Me habla de ligazones de cultura entre L'Alguer y Espa?a
EL REY EST? DESNUDO. Bueno. El s¨ªndic de la "fidel¨ªssima ciutat de l'Alguer" me invita a un cenorrio de sardos, italianos, alguereses y catalanes en la Casa degli Italiani, Barcelona, para hablar de nuevas tendencias en la gastronom¨ªa algueresa. En total somos una cincuentena de personas, vestidas de Josep Pla cuando iba a cobrar a Barcelona / Tommaso di Lampedusa cuando iba a vender la moto a Roma, dos se?oritas, glups, vestidas de rojo tomate, que podr¨ªan vender la moto en Roma, aqu¨ª y en Lima, y dos Estados y cinco lenguas. Eso nos confiere est¨¦tica de comisi¨®n parlamentaria del Senado de La batalla de los clones. La cosa est¨¢ a g¨¹evo para hablar de la identidad, ese traumatismo del siglo XXI. L'Alguer, ese encalve catal¨¢n en la isla de Cerde?a, por otra parte, no es otra cosa que un traumatismo denominado Caracoles por Tolomeo, Algarium por los romanos, La Lighera por los genoveses, S'Aliguera, seg¨²n el sardo system, o L'Alguer, como la llamaron los aragoneses. De hecho, Pere III fue el pollo que vaci¨® la ciudad de genoveses -en las cr¨®nicas catalanas de la ¨¦poca, los genoveses eran los malos; ten¨ªan tan mal caf¨¦ que adquiri¨® forma de arma de destrucci¨®n masiva- y la llen¨® con aragoneses, jud¨ªos de Mallorca y, posteriormente, gentiles occitanos, valencianos, mallorquines y catalanes de Barcelona y Tarragona. Pere III no quer¨ªa hacer una ciudad catalanohablante. Ese tema se la tra¨ªa pendular. En la Edad Media las lenguas importaban una higa. La identidad nacional era el rey. Y el rey quer¨ªa una ciudad fiel, as¨ª que la vaci¨® de extra?os y puso s¨²bditos. Plis-plas. De lo que se deduce que las identidades en el siglo XXI son una brutalidad medieval tan descomunal que uno no la ve. ?Qu¨¦ diablos es la identidad? ?De d¨®nde eres cuando tienes varias lenguas, es decir, cuando no tienes un rey medieval claro? ?En qu¨¦ consiste ser? Hablo de eso en varias lenguas.
UNO ES LO QUE COME. El s¨ªndic nos ha metido en tema en un discurso le¨ªdo en catal¨¢n est¨¢ndar -cuando un alguer¨¦s habla su variante, no ligas un pijo- iniciado con una salutaci¨®n institucional en italiano, saludos a todas las minor¨ªas que nos vamos a poner las botas y finalizado en su tramo captatio atentione / ?c¨®mo-est¨¢n-ustedes? con un "catalans i algueresos tots". Define Catalu?a, esa identidad, como "una quota interessant de turisme". Cita a Huntington y su concepto de civilizaci¨®n cuando va y dice: "La consolidaci¨® de les relacions catalano-sardes s'ha de fer des de temes econ¨°mics. Aix¨° incrementar¨¤ les relacions culturals". De segundo nos traen una paella algueresa, hecha con pasta. Un se?or que est¨¢ a mi lado me hace dos reflexiones sobre la identidad. Reflexi¨®n a): "A l'Alguer la gent va deixar de parlar catal¨¤ despr¨¦s de la guerra" -Huntington total-. Reflexi¨®n b): "La identitat a l'Alguer ¨¦s el cistu" -el apodo-. Me explica varios. Mi favorito es el de una familia que se llama Menja Merda. Parad¨®jicamente, seguimos comiendo.
?QU? DIABLOS ES UNO CUANDO LE DEJAN? ?Qu¨¦ identidad tiene alguien que vive en el mundo o, en lo m¨¢s parecido, una isla con cuatro lenguas -el italiano, el sardo no normalizado, el catal¨¢n, que no se ense?a en el cole, y el ingl¨¦s, en las canciones de la radio? Hablo con el se?or Tedde, s¨ªndic alcalde de L'Alguer, Forza Italia. Me contesta en italiano. La identidad. Me habla de ligazones de amistad, de sangre y de cultura entre L'Alguer y Espa?a. Lo malo del concepto de identidad es que tambi¨¦n son palabras sobadas. Forman parte del paisaje, y que nadie ve. Hablo con Stephano Lubrano, propietario de un hotel y presi del gremio en L'Alguer. La identidad. "?s una cosa molt estranya. No crec que sigui la llengua". Y aqu¨ª -tach¨¢n-tach¨¢n- me formula su identidad. "Jo, el que em sento de veritat... ¨¦s angl¨¨s".
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