Recuperar la memoria hist¨®rica
Una asociaci¨®n vecinal recrea la vida del casco antiguo de Ja¨¦n con testimonios de los ancianos
Cuenta Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez en sus memorias que "la vida no es la que uno vivi¨®, sino la que uno recuerda y c¨®mo la recuerda para contarla". A esa m¨¢xima se ha acogido la asociaci¨®n vecinal Arco del Consuelo para recuperar la historia del casco antiguo de Ja¨¦n. Lo ha hecho en el libro Memoria del barrio, que ha visto la luz despu¨¦s de 10 a?os de recopilaci¨®n de testimonios de los mayores.
La publicaci¨®n, que incluye una veintena de fotograf¨ªas in¨¦ditas y tres planos que, bajo el ep¨ªgrafe La arqueolog¨ªa de la memoria, recrean la estructura urbana y los comercios de esta zona, coincide con el d¨¦cimo aniversario de la fundaci¨®n de la asociaci¨®n y ha sido financiada por el Ayuntamiento y la Federaci¨®n de Asociaciones de Vecinos, como explica el presidente de Arco del Consuelo, Antonio Lozano.
"No pod¨ªamos construir la historia de nuestra asociaci¨®n partiendo desde el vac¨ªo, de la nada, ni desde el voluntarismo de la llegada a la meta por la meta, sino injert¨¢ndola en la mejor savia: la vida, cotidiana y sencilla, de nuestros mayores m¨¢s cercanos", explica Jos¨¦ Rom¨¢n, coordinador de la publicaci¨®n y presidente durante muchos a?os de la asociaci¨®n.
Los testimonios recogidos, explica Rom¨¢n, han permitido "retroceder en el tiempo y en el espacio hasta recuperar los pantalones cortos con tirantes de la infancia, la prisa andarina para hacer los mandados, la rigidez de la buena letra en las escuelas unitarias, la fiesta del chocolate con churros de la primera comuni¨®n, el revuelo de las faldas con calcetines cantando canciones de corro, el carn¨¦ de familia numerosa peri¨®dicamente renovado, la inacabable distancia entre la timidez de los roces y la fugacidad de los besos, las pedradas rivales entre barrios vecinos o el terror de la guerra y el castigo de sus consecuencias".
Son curiosos los testimonios que recuerdan c¨®mo, para salir de paseo, una pareja ten¨ªa que ir acompa?ada por una hermana de ella, o c¨®mo las rondallas peque?as daban serenatas en las puertas de las novias.
Otra de las an¨¦cdotas recogidas en el libro se refiere a la visita a Ja¨¦n de la reina Isabel II. Unas semanas antes buscaron a una bordadora a la que encargaron una mantilla para regal¨¢rsela a la reina. Como no pudieron embalarla, una mujer les prest¨® una bandeja de plata donde presentar la mantilla. El d¨ªa de la recepci¨®n, un cortesano cogi¨® la bandeja y se la llev¨® a la Reina, y la mujer gritaba "la bandeja no, la bandeja no". Otro testimonio recoge la orden dictada en octubre de 1932 por el Ayuntamiento republicano, que s¨®lo permit¨ªa tocar las campanas catedralicias durante un minuto y sin que pudieran exceder de tres los toques en cada rito religioso. El entonces vicario general, Francisco Blanco N¨¢jera, present¨® un recurso y logr¨® ganar el juicio.
Entre los personajes recogidos, destacan F¨¦lix, el sereno, "que era muy servicial y llevaba con discreci¨®n a los hombres a las casas de citas"; Verdines, un anciano entra?able, mendigo, de un trato exquisito y que saludaba a todo el mundo y por el que se acu?¨® el dicho "eres m¨¢s cumplido que Verdines"; Juanito el practicante, un hombre que dedic¨® toda su vida a socorrer con su profesi¨®n a todo el mundo aunque no tuviesen dinero para pagarle; o El Lenteja, que ten¨ªa una carboner¨ªa y en los carnavales se vest¨ªa de sart¨¦n.
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