Recordando a Blecua

Desde la orilla del lago Victoria, en el coraz¨®n de ?frica, me llega la noticia de la muerte del profesor Blecua. A los numerosos elogios provocados por su desaparici¨®n quiero a?adir una nota personal sobre su paso por el instituto Men¨¦ndez y Pelayo.

En los a?os sesenta cursaba yo preuniversitario en dicho instituto de Barcelona y nos hab¨ªa "tocado" en clase de literatura el Polifemo de G¨®ngora. ?Un a?o entero para estudiar un texto que nos parec¨ªa incomprensible, aburrido y anticuado! Muy pronto, empero, Blecua nos transmiti¨® un inter¨¦s y curiosidad por el poema que nos hizo comprender que con algo de paciencia estar¨ªa a nuestro alcance abrir una caja de Pandora que conten¨ªa tesoros inesperados. Recuerdo que cuando nuestro profesor llamaba al hoy conocido actor Carlos Canut para que recitara algunas estrofas, ¨¦ste sin pesta?ear sub¨ªa al estrado y recitaba con el mayor aplomo... ?el Padre Nuestro!

Blecua no se inmutaba y sonre¨ªa, y yo siempre sospech¨¦ que a pesar de su sordera entend¨ªa perfectamente lo que el futuro histri¨®n profesional declamaba. El espect¨¢culo de ver a un hombre sabio, y feliz al poder transmitir sus numerosos conocimientos a un grupo de j¨®venes ignorantes, era algo extraordinario. Mas lo m¨¢s sobresaliente de su actividad docente fue inculcarnos la idea de que nosotros tambi¨¦n podr¨ªamos compartir su felicidad mediante algo tan sencillo y al alcance de todos como abrir sin prisas un libro...

Cuando unos veinte a?os m¨¢s tarde supe que iba a dar su ¨²ltimo curso en la Universidad fui a verlo para solicitarle permiso para asistir a sus clases. Me present¨¦ y le expliqu¨¦ que hab¨ªa sido alumno suyo. No recordaba mi nombre, pero, sin un momento de duda, exclam¨®: "?Ah, s¨ª, el Polifemo!:

?stas que me dict¨®, rimas sonoras,

Culta s¨ª aunque buc¨®lica Tal¨ªa,

Oh excelso conde, en las purp¨²reas horas

que es rosas el alba y rosicler el d¨ªa, ...".

El profesor Blecua ha fallecido, pero sigue entre nosotros.