Dinero robado
Ya s¨¦ en qu¨¦ consiste crecer: por encima de todo, consiste en que algunas de las cosas que siempre fueron verdad, dejan de serlo. El martes, mientras observaba las fotos del alcalde de Madrid enterrando los peri¨®dicos del lunes bajo la primera piedra del parque que va a construirse sobre los antiguos dep¨®sitos del Canal de Isabel II, cuatro o cinco frases en las que confiaba desde los 20 a?os se me metieron en la cabeza igual que si fuesen reptiles volviendo a su madriguera y, ah¨ª dentro, a algunas no les pas¨® nada, pero otras cambiaron de piel lo mismo que serpientes y salieron transformadas en otra cosa. "El amor es eterno mientras dura", escribi¨® astutamente, hace ya muchos a?os, el poeta Luis Rosales. "Puedes evitar que alguien robe, pero no que sea un ladr¨®n", dec¨ªa Montesquieu. "El que vive demasiado, est¨¢ muerto en vida", pensaba Chateaubriand. Y William Faulkner dijo: "A veces, los hechos no guardan ninguna relaci¨®n con la realidad".
Intent¨¦ aplicar esos cuatro razonamientos a la condena que le ha impuesto el Tribunal de Cuentas a Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano por dilapidar fondos p¨²blicos. A el amor es eterno mientras dura no le pas¨® nada, y tampoco a el que vive demasiado, est¨¢ muerto en vida. Pero a las otras dos se les fundi¨® la luz. En la primera, puedes evitar que alguien robe, pero no que sea un ladr¨®n, lo blanco se hizo negro y el norte se hizo el sur, porque esa sentencia se convierte en lo contrario de s¨ª misma cuando se la aplicas a algunos pol¨ªticos: se juntan el dinero con el poder absoluto y la frase es al contrario, puedes evitar que alguien sea un ladr¨®n, pero no que robe. El presidente de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, ha admitido estar convencido de la honestidad del alcalde y, en el fondo, no me extra?a, porque cuesta creer que ?lvarez del Manzano, del que uno se lo cre¨ªa casi todo, sea un mangante, un estafador, ll¨¢menlo como quieran; m¨¢s bien parece que el problema no est¨¢ ni en ¨¦l ni en el dinero con el que ha cometido, presuntamente, la malvada malversaci¨®n, sino en la pol¨ªtica misma, en la idea de la pol¨ªtica que tienen a¨²n muchos dirigentes. Esa idea consiste en una deformaci¨®n de las cosas seg¨²n la cual el que llega a la presidencia de un pa¨ªs con mayor¨ªa absoluta se convierte en su due?o y puede hacer con ¨¦l lo que le d¨¦ la gana, desde cambiar su sistema educativo o sanitario por decreto hasta llevarlo a una guerra, como acaba de hacer Aznar, contra la opini¨®n del 90% de los ciudadanos. Y lo mismo ocurre en los ayuntamientos, no hay m¨¢s que ver c¨®mo los alcaldes llenan las ciudades de estatuas espantosas sin consultar con nadie, transforman el mobiliario urbano, ponen y quitan nombres de calles, hacen t¨²neles y puentes u ordenan destruir edificios emblem¨¢ticos sin que les tiemble el pulso ni nadie pueda pararlos porque, sin duda, han transformado "yo dirijo esta ciudad" por "la ciudad es m¨ªa".
Visto de ese modo, ?por qu¨¦ iba a dar explicaciones a nadie un alcalde por usar a su conveniencia el dinero de algo que, ya de entrada, se llama cuenta restringida? Ya lo ven, puedes criticar que alguien robe, pero no que sea un ladr¨®n; o, si lo prefieren, digamos que a veces robar no es un delito, sino un derecho, y conste que todo esto lo escribo, naturalmente, en sentido metaf¨®rico y presuntamente: los hechos a veces no coinciden con la verdad y las cosas siempre lo son presuntamente en un Estado de derecho, hasta que dicte sentencia un juez.
Un momento, me dije entonces, ?por qu¨¦ eso de que, a veces, los hechos no guardan ninguna relaci¨®n con la realidad? ?No ser¨¢ que en este mundo sin ley, tan lleno de leyes y vac¨ªo de contenidos, le sobran pa?os calientes? ?Por qu¨¦ tantas contemplaciones en tantos casos, tantas tiras negras en los ojos e iniciales para proteger la identidad de algunos asesinos? ?Por qu¨¦ tanto respeto a un juez, por ejemplo, que dicta una sentencia disparatada? ?Por qu¨¦ tanta mano izquierda con quienes aplastan a otros con el pu?o de su mano derecha? No, lo siento, pero la frase de mi querido William Faulkner salt¨® en pedazos. Ya est¨¢ bien. Los hechos son la realidad o, como m¨ªnimo, son m¨¢s fiables que las palabras. Los hechos s¨®lo se pueden combatir con otros hechos, con otras pruebas. Si no las tiene, ?lvarez del Manzano deber¨¢ devolver los cien mil euros del Ayuntamiento de Madrid que gast¨® ilegalmente. Los hechos nunca pueden ser lo contrario de la verdad. Y, desde luego, el amor es eterno, pero s¨®lo mientras dura, ya lo ver¨¢n en las pr¨®ximas elecciones.
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