De la corrala al piso protegido
Una muestra recorre la evoluci¨®n de la vivienda social en Madrid desde 1903 hasta nuestros d¨ªas
La historia se repite. En el Madrid actual, numerosos inmigrantes africanos y latinoamericanos viven hacinados en pisos al no poder hacer frente a los elevados precios de los alquileres. Pero hace un siglo, en plena revoluci¨®n industrial, fueron los campesinos llegados a la capital desde otras provincias quienes tuvieron que agolparse en ¨ªnfimas corralas.
Lo que ha cambiado a lo largo de estos cien a?os son las soluciones que los poderes p¨²blicos dan (o no dan) a los problemas de alojamiento de las clases populares. Esa evoluci¨®n es el motivo de la muestra Un siglo de vivienda social (1903/2003) organizada, del 7 al 27 de abril, en la sala de exposiciones de la Arquer¨ªa de Nuevos Ministerios (paseo de la Castellana, 67) por el Ministerio de Fomento, la Empresa Municipal de la Vivienda (EMV) y el Consejo Econ¨®mico y Social (abierta de martes a s¨¢bados de 10.00 a 14.00 y de 17.00 a 21.00, y los domingos de 10.00 a 14.00).
A comienzos del XX, Madrid era la ciudad europea con mayor mortalidad obrera, sobre todo por el hacinamiento
A comienzos del siglo XX, Madrid era la ciudad europea con mayor tasa de mortalidad entre sus ciudadanos m¨¢s humildes. Y en ello tuvo mucho que ver el hacinamiento en que viv¨ªan las capas m¨¢s bajas de la poblaci¨®n. La llegada de emigrantes del campo aument¨® la demanda de alquileres, los precios subieron y, para afrontar los pagos, estos nuevos madrile?os tuvieron que apretujarse en edificios. Sus condiciones de vida eran denigrantes, con familias de cinco miembros durmiendo en una pieza oscura y mal ventilada y compartiendo un ba?o y una fuente con el resto de los habitantes del inmueble. Si en los barrios burgueses la mortalidad era del 13 por mil, en zonas proletarias como Embajadores y la plaza de Olavide (Chamber¨ª) ascend¨ªa al 30 por mil. Es el Madrid de La busca, de P¨ªo Baroja.
Para abordar este problema y otros como el trabajo de las mujeres y ni?os, naci¨® en 1903 el Instituto de Reformas Sociales. A?os despu¨¦s, en 1911, se promulga la primera Ley de casas baratas por la que los ayuntamientos deb¨ªan fomentar la construcci¨®n de viviendas higi¨¦nicas y econ¨®micas para los obreros. "La iniciativa fracas¨®, el propio movimiento obrero ve¨ªa con dudas el proyecto porque cre¨ªa que, convirtiendo al trabajador en propietario, se le quer¨ªa volver antirrevolucionario", explica Carlos Sambricio, catedr¨¢tico de Historia de la Arquitectura y del Urbanismo de la Escuela de Arquitectura de Madrid y comisario de esta muestra.
"Hubo una segunda ley de casas baratas, en 1921, que el movimiento sindical vio con mejores ojos y que permiti¨® la construcci¨®n de varias colonias", a?ade. A partir de la crisis de 1929, el Gobierno abandon¨® su pol¨ªtica de vivienda social volc¨¢ndose en la construcci¨®n de infraestructuras (pantanos, ferrocarriles...) que enjugaban el paro. M¨¢s tarde, la Guerra Civil supuso la destrucci¨®n de barrios y pueblos.
En sus primeros a?os el Gobierno franquista s¨®lo construye pisos para funcionarios. "La clase obrera ha perdido la guerra, y el r¨¦gimen no dedica esfuerzos a sus problemas de vivienda. Son los jesuitas quienes, en los cincuenta, comienzan a preocuparse por los suburbios y a trabajar en ellos. As¨ª nace el primer poblado de Entrev¨ªas, que toma como referencia la arquitectura m¨¢s moderna que se hac¨ªa en Europa", explica Sambricio.
En 1957 se anunci¨® un plan de urgencia social que comprend¨ªa la construcci¨®n de m¨¢s de 60.000 viviendas en colaboraci¨®n con la iniciativa privada. Nacen los pol¨ªgonos de Aluche, Orcasitas, San Blas y San Crist¨®bal de los ?ngeles. Madrid pasa de 800.000 a 4 millones de habitantes. Poco despu¨¦s, en 1960, se inicia un periodo negro en el que reina la especulaci¨®n. Se edifica a destajo. Bloques de gran tama?o, sin equipamientos y sin respetar permisos ni normas.
Las primeras elecciones democr¨¢ticas supusieron una vuelta de hoja. A partir de 1977 comenzaron los programas de erradicaci¨®n del chabolismo y de remodelaci¨®n de barrios, que supusieron la construcci¨®n de 38.000 pisos m¨¢s sus escuelas, centros de salud y de cultura correspondientes, para vecinos de los barrios de chamizos y de los poblados de absorci¨®n que hab¨ªan quedado ya obsoletos. Luego lleg¨® el Plan 18.000 de viviendas en cooperativa y las posteriores actuaciones de la EMV y el Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima), del Gobierno regional.
En la exposici¨®n hay maquetas, planos y fotograf¨ªas de viviendas sociales construidas desde 1903 as¨ª como reproducciones del interior de una vivienda en diferentes ¨¦pocas: de la casa baja a la corrala y de ah¨ª al piso de protecci¨®n oficial.
Un mar de chabolas
Un cintur¨®n de pobreza rodeaba a Madrid en 1945. De una poblaci¨®n de casi un mill¨®n de habitantes, hab¨ªa 400.000 viviendo en la miseria y las chabolas superaban en extensi¨®n a la parte urbanizada. As¨ª lo reconoc¨ªa, el 9 de enero de ese a?o, el propio diario Arriba. "Algunos de los que luego fueron respetables inmobiliarios se iniciaron vendiendo suelo para levantar chabolas. Se enriquecieron r¨¢pidamente recalificando ilegalmente terrenos r¨²sticos en urbanizables e imponiendo a aquellos necesitados la obligaci¨®n de comprarles a ellos los materiales para levantar sus casetas", apostilla Sambricio. Y a?ade que en 1953 los chamizos se alquilaban por unas 200 pesetas al mes, casi lo mismo que pagaba un general del Ej¨¦rcito por un piso de 200 metros.
Organismos creados en la primera posguerra, como la Obra Sindical del Hogar y el Instituto de la Vivienda, tienen que hacerse cargo de alojar a los emigrantes llegados del campo que malviven en los suburbios. Para albergar a toda esa poblaci¨®n se construyen poblados de absorci¨®n, m¨ªnimos, agr¨ªcolas y dirigidos, que Sambricio destaca como "iniciativas muy importantes ejecutadas con unos recursos m¨ªnimos".
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