Amnesia y coraje
Despu¨¦s de una campa?a alterada por los cambios de fortuna, el Madrid y el Barcelona mantendr¨¢n un sombr¨ªo duelo de convalecientes. Todav¨ªa sufren los ¨²ltimos s¨ªntomas del mal de altura; un problema, com¨²n a los eternos aspirantes, en el que se suman la desorientaci¨®n y el v¨¦rtigo. Por una extra?a afinidad de destinos, ambos vienen del vac¨ªo de una goleada, ambos han sido zarandeados sin compasi¨®n y ambos han salido del charco con el tiempo justo para recibir el ineludible ultim¨¢tum. Dado que la lealtad de los seguidores tiene un alcance m¨¢ximo de siete d¨ªas, s¨®lo se les ofrece un dilema. O rehabilitaci¨®n o reprobaci¨®n.
Aunque compartan los s¨ªntomas, los duelistas han llegado a esta situaci¨®n por distintos caminos. Atrapado en la libreta de Van Gaal, el Bar?a perdi¨® a Rivaldo, recuper¨® a Overmars, compr¨® un par de brasile?os de pasado incierto, consigui¨® a Riquelme en una enmara?ada negociaci¨®n y se encomend¨® a Saviola, Luis Enrique y Kluivert. Desde primera hora, algo son¨® mal en el reloj del equipo: por las trazas del ruido, all¨ª sobraban tornillos y faltaba un p¨¦ndulo.
Mientras la impaciencia consum¨ªa a los simpatizantes, la arritmia del juego trascendi¨® a todas las escalas del estadio. Entre sustos, bostezos y desenga?os, las conexiones del club se convirtieron en materia inflamable. Luego, cuando el instinto b¨¢sico de los futbolistas, es decir, el orgullo, apareci¨® en la Liga de Campeones, la c¨¢tedra local tuvo una excusa para el optimismo y proporcion¨® a los jugadores un reflejo de supervivencia. Hoy, el diagn¨®stico no admite dudas: v¨ªctima de un absurdo desdoblamiento de personalidad, el equipo necesita con urgencia una terapia de autoestima.
El Madrid es asunto aparte. Empez¨® bebi¨¦ndose la Supercopa y la Intercontinental, pero se aturdi¨® con los aplausos y agarr¨® una p¨¢jara del tama?o de la Cibeles. Aqu¨ª los t¨¦rminos se invert¨ªan: aunque el equipo mantuvo un rendimiento aceptable en el campeonato local, en la Liga de Campeones estuvo caminando por el bordillo hasta Mosc¨². Su contradictorio rendimiento es un secreto a voces: perdidos entre el orden y la bohemia, los colegas de Zidane pasaban del cante grande a la gran cantada; alternaban el f¨²tbol gal¨¢ctico con el f¨²tbol epil¨¦ptico. Quiz¨¢ hayan tenido un problema de identificaci¨®n: en alg¨²n momento han ca¨ªdo en la tentaci¨®n de confundir el negocio con el placer.
Para volver a la normalidad, el Madrid y el Bar?a deben hacer un ejercicio de memoria y otro de amnesia: se trata de olvidar la mara?a de los acontecimientos y recordar la primera p¨¢gina del manual. No obstante, es obligatorio anunciarles que esta vez tampoco dispondr¨¢n de minutos de tanteo. Cuando llegue la hora, el ¨¢rbitro no dar¨¢ la se?al de empezar, sino la se?al de avanzar.
No podemos enga?arlos: la ¨²nica salida que les dejaremos ser¨¢ la huida hacia el peligro. Los acompa?aremos hasta el fin, caiga quien caiga.
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