El gran hermano de Irak
Miles de documentos abandonados en la sede en Basora del partido de Sadam revelan el f¨¦rreo control del r¨¦gimen
Pagos a los jefes tribales, cuotas para las masas para felicitar a Sadam Husein por su cumplea?os, largas listas de pluses pagados a los miembros del partido en las grandes ocasiones estatales, informes sobre familias sospechosas y "traidores" chi¨ªes pro-iran¨ªes en auge. En la sucursal de la Madre de Todas las Batallas del gobernante partido Baaz de Irak, todo lo escrib¨ªan.
Aqu¨ª, en el cuartel general del partido de Basora, la capital del sur de Irak, cerca de las villas de sus dirigentes y de las palmeras datileras de esta decadente elegancia del estuario de Shat el Arab, los funcionarios controlaban casi cada aspecto de la vida diaria. Siguieron el rastro de miles de desertores del Ej¨¦rcito y trataron de reclutar a¨²n m¨¢s, guardaron numerosos informes de cada camarada de su rango y pasaron advertencias de espionaje sobre esp¨ªas y saboteadores.
Los papeles revelan que se gobern¨® con dos herramientas: dinero y miedo
No hab¨ªa un detalle demasiado insignificante como para que pudiera escabullirse de su atenci¨®n, desde asegurarse de que las mujeres asist¨ªan a un desfile militar hasta determinar el lugar donde deb¨ªan colocarse las ametralladoras para la defensa de los edificios de la rama local del partido. Incluso el grado de putrefacci¨®n del queso ofrecido a los estudiantes reclutados para un grupo paramilitar quedaba bajo la supervisi¨®n del partido.
Cuando las fuerzas brit¨¢nicas ocuparon Basora hace poco m¨¢s de una semana y los guardias desaparecieron de las trincheras con sacos terreros de la entrada a la sucursal de la Madre de Todas las Batallas, estos documentos y miles m¨¢s fueron dejados desparramados en la saqueada sede del partido a la sombra de un retrato roto de Sadam Husein. Los documentos, de los que cientos de p¨¢ginas han sido revisadas y traducidas en los ¨²ltimos d¨ªas, recogen las minucias de la vida del partido en la dictadura, detalles no conocidos antes de la ca¨ªda del Gobierno de Husein.
Docenas de entrevistas en Basora durante la semana pasada -con miembros del partido Baaz y antiguos miembros y residentes ordinarios a los que afectaban las decisiones del partido- ayudan a explicar lo que esta burocracia del secretismo significaba para la vida diaria: ni?os a los que se instaba a informar sobre los padres, funcionarios del r¨¦gimen que fueron detenidos y torturados y despu¨¦s enviados de vuelta a su trabajo; estudiantes que se unieron a las filas del partido y nunca creyeron en ¨¦l m¨¢s que como un instrumento de ascenso por las filas del poder.
Para aquellos que se beneficiaron, y hubo muchos entre la minor¨ªa musulmana sun¨ª de Basora, el baazismo signific¨® poder, seguridad y culto de h¨¦roe a Sadam. A pesar de que algunos l¨ªderes del partido han sido detenidos, muertos o simplemente han huido, la mayor¨ªa de la jerarqu¨ªa del partido contin¨²a en Basora y un n¨²mero desconocido a¨²n cree que -como dijo el otro d¨ªa Al¨ª Ahmed Majid Alganim, un miembro del partido, en su espaciosa vivienda familiar- "Sadam Husein no est¨¢ acabado, y el partido Baaz, tampoco".
"Cada familia tiene tres o cuatro miembros en el partido", se?al¨®, sent¨¢ndose junto a su hermano Adnan Aganim, que fue uno de los dirigentes del Baaz en Basora. Al preguntarle d¨®nde est¨¢ ahora Sadam, contest¨® llev¨¢ndose la mano al pecho: "En mi coraz¨®n".
Sobre todo, los documentos y las entrevistas ofrecen una imagen del r¨¦gimen que gobern¨® con dos herramientas: dinero y miedo. El miedo era de un partido que vigilaba a todos, que ordenaba la detenci¨®n de quienes se le opon¨ªan, que torturaba y utilizaba formas m¨¢s mundanas de coerci¨®n como impidir el trabajo y la educaci¨®n universitaria a quienes rechazaban unirse a sus filas. El dinero era para aquellos que cooperaban con el sistema, tanto l¨ªderes tribales cuya autoridad ha ido en aumento en los ¨²ltimos a?os como tecn¨®cratas educados que obtuvieron ascensos y poder.
"Est¨¢bamos hechos para ello", comenta Yakthem Husein, un oficial de polic¨ªa que hasta hace unas semanas llevaba a cabo las ¨®rdenes de detenci¨®n del partido. "Cada empleado en Irak, incluidos los estudiantes, estaba en el partido Baaz. Era una orden, pero no nos lo parec¨ªa". Un compa?ero oficial de polic¨ªa y miembro del Baaz, que estaba a su lado, fue detenido por no obedecer una orden, pas¨® m¨¢s de un a?o en la c¨¢rcel y luego fue forzado a volver al trabajo. "Por supuesto, todos ten¨ªamos miedo", afirm¨® Husein. "Los ¨²nicos que estaban a salvo eran los que estaban en la c¨²pula del partido".
Pero la rama de la Madre de Todas las Batallas, que en los tiempos recientes ha sido dirigida por un miembro de la adinerada tribu Sadun y supervisada por el primo del presidente Al¨ª Has¨¢n Majid, el brutal general conocido como Al¨ª el qu¨ªmico, por utilizar armas qu¨ªmicas contra los rebeldes kurdos en 1988, no era el poderoso lugar que parec¨ªa.
Los documentos abandonados aqu¨ª revelan tambi¨¦n los puntos flacos del r¨¦gimen, grandes y peque?os. Las deserciones del Ej¨¦rcito eran tal vez la mayor preocupaci¨®n, junto con la falta de comida y agua adecuadas para las tropas y la incapacidad de cumplir la cuota de reclutas. A pesar de la consigna Una naci¨®n ¨¢rabe, un mensaje eterno, en la cabecera de la correspodencia baazista, hay poco contenido ideol¨®gico en los papeles, aparte de la veneraci¨®n oficial de Husein, al que se denomina "el camarada, nuestro l¨ªder".
Diecisiete veces al a?o, se entregaban los pluses a los leales. Hab¨ªa una escala que oscilaban entre los cinco millones de dinares (1.700 euros antes de la guerra) para los l¨ªderes tribales importantes y los 100.000 para el jefe de una secci¨®n del partido. Las manifestaciones del partido eran m¨¢s importantes que el trabajo, "incluso para los campesinos que trabajaban la tierra y los obreros de las f¨¢bricas". Los papeles dicen que se reclutaron millones para grupos paramilitares, "pero en la realidad no pudieron encontrar ni a 10".
Baadi Anasazi ha sido una cosa rara en el Irak de Sadam Husein: un aut¨¦ntico creyente en el original partido Baaz, que era una mezcla de nacionalismo pan-¨¢rabe y socialismo.
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