Oriente en el Palacio de Oriente
Pocas veces puede uno hallar una prueba tan flagrante del desconcierto de nuestro pa¨ªs a la hora de valorar los acontecimientos culturales, como la que ahora se nos ofrece en el Palacio Real de Madrid, en cuyas salas de exposiciones temporales se exhibe la muestra titulada Oriente en Palacio. Tesoros asi¨¢ticos en las colecciones reales espa?olas, la cual no s¨®lo es, sin duda, una de las importantes entre las que se han inaugurado esta temporada en Espa?a, sino que, me atrever¨ªa a decir, a tenor de la importancia de algunas de las piezas, tambi¨¦n a escala internacional. Por eso, aun comprendiendo la falta de informaci¨®n todav¨ªa existente entre nosotros acerca del descomunal e important¨ªsimo patrimonio cultural asi¨¢tico, a pesar de que el papel de Espa?a hist¨®ricamente fue tan crucial en ese mundo lejano que el oc¨¦ano Pac¨ªfico era llamado hasta hace poco "The Spanish Sea", "el mar espa?ol", no se puede evitar cierta perplejidad ante la indiferencia p¨²blica frente a esta exposici¨®n, que, en Nueva York, Londres o Par¨ªs, habr¨ªa conseguido la atenci¨®n m¨¢s privilegiada.
ORIENTE EN PALACIO. TESOROS ASI?TICOS EN LAS COLECCIONES REALES ESPA?OLAS
Palacio Real. Bail¨¦n, s/n. Madrid
Hasta el 1 de junio
No podr¨ªa ser para menos, por
que
, entre las aproximadamente 240 obras que se han reunido para la ocasi¨®n, muchas de ellas estudiadas y exhibidas en p¨²blico por primera vez, hay decenas de obras maestras en muy diversas materias y una serie de documentos de una importancia hist¨®rica escalofriante. Por todo ello, hay que felicitar a los gestores de Patrimonio Nacional y a los comisarios de la muestra, Marina Alfonso Mola y Carlos Mart¨ªnez Shaw, por esta inesperada revelaci¨®n, verdaderamente inolvidable, cuya preparaci¨®n ha debido implicar un esfuerzo material e intelectual formidables.
Aunque los or¨ªgenes de su influyente presencia en Occidente se remonten a muy antiguo, la afici¨®n y el inter¨¦s por los temas orientales cobraron una creciente importancia en nuestro mundo desde el siglo XVI, sin que esta fascinaci¨®n orientalista en ning¨²n momento haya perdido su vigencia. En este contexto, tiene pleno sentido la exploraci¨®n de las huellas conservadas al respecto en nuestro pa¨ªs, que, como antes se remarc¨®, tuvo una estrecha relaci¨®n hist¨®rica con el asunto. No obstante, fueran cual fuesen las expectativas, causa asombro comprobar hasta qu¨¦ punto lo que se conserva es de primera magnitud, y no s¨®lo en los fondos del Patrimonio Nacional. Quiz¨¢ por ello, los organizadores de esta muestra decidieron seleccionar los tesoros orientales en el sentido m¨¢s amplio, abarcando no s¨®lo una extensi¨®n geogr¨¢fica descomunal -el Imperio Otomano, India, China y Jap¨®n-, sino tambi¨¦n temporal, desde el siglo XVI hasta el XIX, y, sobre todo, cultural, porque tampoco se reh¨²ye contar con las muy ricas manifestaciones del sincretismo que se fue generando, todo lo cual crea un efecto abrumador en el visitante, sin duda muy eficaz como primera llamada de atenci¨®n, pero que, en el futuro, debe dar origen a posteriores presentaciones de este incre¨ªble patrimonio con una orientaci¨®n monogr¨¢fica m¨¢s concreta y especializada.
En todo caso, como quiera que el criterio y el montaje de la muestra han sido excelentes, hay que entender lo calificado antes como abrumador, no en el sentido de que el amontonamiento de piezas confunda o haga su recorrido agotador, ni en el de que su selecci¨®n no est¨¦ muy sabiamente dosificada, sino en el de que hay, por as¨ª decirlo, demasiadas sorpresas y sobresaltos, que exigen una posterior asimilaci¨®n m¨¢s pausada, donde se pueda sacar el partido que se merece a las maravillas exhibidas. T¨¦ngase en cuenta que con tan s¨®lo lo conservado en ¨¦poca de Felipe II habr¨ªa para varias exposiciones sobre armas, mobiliario, pinturas, cer¨¢micas, marfiles, mapas, trajes, arquetas, joyas, libros y documentos. Aunque no de forma tan pasmosa, lo mismo ocurre con lo conservado en las siguientes centurias, porque, aun contando con la progresiva declinaci¨®n del imperio espa?ol, los lazos se mantienen hasta fechas relativamente recientes.
Con lo dicho, se comprende que aqu¨ª sea imposible descender a comentar detalles concretos entre lo exhibido, que obviamente no pertenece s¨®lo a Patrimonio Nacional, sino que procede de otras instituciones y archivos espa?oles. Lo que, sin embargo, resulta imprescindible subrayar es la venturosa obligaci¨®n de visitar esta muestra, una de las mejores y m¨¢s emocionantes entre las que se han inaugurado en nuestro pa¨ªs en bastantes a?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.