El Atl¨¦tico, demasiado especulador

El Atl¨¦tico jug¨® raro, con una alineaci¨®n rara, de circunstancias. Sin Torres ni Esteban. Sin pies ni cabeza. Con Jos¨¦ Mari y Luis Garc¨ªa, arriba, muy solos, casi en l¨ªnea, sin enganche. Conserv¨®, claro, algunos rasgos de identidad, como la nulidad en el remate, a pesar de los dos goles de Luis Garc¨ªa, y el desbarajuste permanente en el centro del campo. Perdi¨® su habitual capacidad de entrada por los costados, con Contra y Stankovic m¨¢s atareados en taponar goteras que en correr la banda, y rehus¨® la idea de mover el bal¨®n por el medio. Emers¨®n jug¨® aturullado y Albertini de inc¨®gnito. Renunci¨®, de hecho, a la idea de mover el bal¨®n por cualquier parte, salvo en largo env¨ªos perpendiculares al horizonte que a veces llegaban a los puntas. Jug¨®, en resumen, bastante mal. Y no s¨®lo en el ataque. En la defensa, sobre todo Otero, tambi¨¦n cometi¨® graves desajustes. El hecho de jugar contra un equipo que tuvo un hombre menos casi toda la segunda mitad no s¨®lo no facilit¨® una mejor¨ªa, sino que contribuy¨® a aumentar la pereza mental. En esencia, el poco f¨²tbol rojiblanco se mantuvo porque Luis Garc¨ªa retras¨® un poco su posici¨®n y facilit¨® una mayor circulaci¨®n de la pelota de medio campo hacia delante. Despu¨¦s, con la salida de Jorge, que ocup¨® el puesto de ariete, pero esta vez solo y con m¨¢s ¨¦xito.

El Betis, por su parte, incluso despu¨¦s de perder a Filipescu, jug¨® como siempre. Toc¨® por las bandas, r¨¢pido, pero sin remate. Adem¨¢s, flojeaba de vez en cuando en la defensa. As¨ª, mientras los rojiblancos intentaban ajustarse al manual del contragolpe con muy poco ¨¦xito, los b¨¦ticos se afanaban en cruzar el bal¨®n ante la mirada de Juanma. Dani, la te¨®rica punta del equipo andaluz, el hombre gol, no toc¨® apenas un bal¨®n en el ¨¢rea. De eso, por parte b¨¦tica, se ocup¨® principalmente Capi.

Al p¨²blico del Ruiz de Lopera no le gusta Capi. Le pitan con tanta intensidad como corean cada peque?o gesto de Joaqu¨ªn o perdonan la invisibilidad de Benjam¨ªn. Y, sin embargo, cada resurrecci¨®n b¨¦tica, cada sobresalto rojiblanco, fue cosa de Capi. Incluido, c¨®mo no, el gol de Alfonso nada m¨¢s comenzar el segundo tiempo. Otero y Coloccini, los cerrajeros del ala donde ayer operaba el mediapunta sevillano, seguro que no apoyan la moci¨®n de censura del estadio b¨¦tico, ese rechazo visceral por el ¨²nico hombre que llev¨® aunque fuera un poco de peligro a Juanma, el debutante. El extreme?o no estuvo mal, aunque sali¨® de manera imprecisa en un par de ocasiones y se reprimi¨® en el gol de Arzu.

Cuando el p¨²blico se lamentaba cada vez que Capi tocaba la pelota, el Betis todav¨ªa perd¨ªa. Pod¨ªa ir ganando, pero perd¨ªa. Tres ocasiones tuvo Luis Garc¨ªa, s¨®lo tres. Pero acert¨® a meter dos. Una eficacia bastante inusual en el conjunto madrile?o. Juanito, uno de los centrales b¨¦ticos, se sujet¨® el bal¨®n a la bota y se decidi¨®, sin encomendarse a nadie, a avanzar en zigzag por el pico izquierdo de su propia ¨¢rea. Luis Garc¨ªa le presion¨®, le quit¨® el bal¨®n y lo envi¨® fuerte y raso al palo m¨¢s cercano. Prats, que no estaba en su sitio, se trag¨® el gol. ?sa fue la primera vez que acert¨® el delantero catal¨¢n. La segunda, la que volvi¨® a adelantar a los suyos, fue un tiro raso desde el punto de penalti tras un contraataque.

?Y el Betis? El Betis s¨ª tuvo m¨¢s ocasiones. Ocasiones con el empate a cero, ocasiones con un gol en contra, ocasiones con el empate a uno, ocasiones cuando perd¨ªa a falta de cinco minutos y ocasiones hasta el pitido final, cuando ya hab¨ªa conseguido el empate definitivo. Arzu mand¨® un servicio de Capi alto desde la frontal, por ejemplo; el propio Capi lanz¨® al lateral de la red despu¨¦s de haber conseguido quedarse solo tras sortear a Otero y Coloccini con una clase de baile en el ¨¢rea peque?a, y Joaqu¨ªn fall¨® una vaselina completamente solo a la izquierda del punto de penalti.

Tras la expulsi¨®n de Filipescu por sujetar a Luis Garc¨ªa, cuando se marchaba en direcci¨®n a Prats, el Atl¨¦tico se vio en la obligaci¨®n de tener la pelota un poco m¨¢s. No mucho, aunque segu¨ªa recurriendo al bal¨®n largo. Los rojiblancos consum¨ªan minutos como un adolescente apoyado en una esquina mascando chicle con desgana. Consum¨ªan minutos como si las cosas se fueran a arreglar por designio divino. Y casi lo consiguen, pero el gol de Arzu acab¨® con su creencia en que el mero hecho de jugar con uno m¨¢s era una fuerza inercial que garantizar¨ªa la victoria.