La primavera sonr¨ªe al Deportivo

Que tenga cuidado el Madrid: una conjunci¨®n astral de primavera ha empezado a conspirar a favor del Deportivo, que en dos semanas ha descontado cinco puntos al l¨ªder con la justa combinaci¨®n del f¨²tbol y un azar favorable. El Depor ya dej¨® atr¨¢s un invierno l¨²gubre, en el que se amontonaron las peores noticias. Ahora un sol de abril le sonr¨ªe incluso en tardes poco lucidas como la de ayer. Cada vez que el cuadro de Javier Irureta se meti¨® en terreno pantanoso, por alg¨²n ataque de arrogancia o por el empuje del Sevilla, uno de esos equipos que nunca saca la bandera blanca, la fortuna acudi¨® a su rescate. Y donde no alcanz¨® la suerte trep¨® el infalible Makaay.

Riazor abri¨® sus puertas con una sonrisa de oreja a oreja a una afici¨®n tan entusiasmada por el tropiezo del Madrid que entr¨® al estadio sin hablar de otra cosa que de la mala noche de Zidane, Ra¨²l y dem¨¢s. Un esp¨ªritu del que se contagi¨® el equipo, alegre y vital en el arranque, con ese aire distendido que siempre le proporciona Valer¨®n. Se sab¨ªa que el rival era un grupo ¨¢spero, una legi¨®n de maquis con gran habilidad para la emboscada. Pero el Depor parec¨ªa dispuesto a imponer su rango cosiendo el f¨²tbol. El plan le fue bastante bien durante veinte minutos, en los que el Sevilla estuvo agazapado, estorbando c¨®mo pod¨ªa el ir y venir del bal¨®n, siempre bajo gobierno blanquiazul. Y hubo ocasiones: en una de esas arrancadas, en vertical y por el medio, tan t¨ªpicas de Sergio o en remates de V¨ªctor, Makaay y C¨¦sar.

El Sevilla tuvo la virtud de no desesperarse y su constancia fue desgastando al Deportivo, que, por el contrario, s¨ª empez¨® a impacientarse por la falta del gol. Con la crecida de la guerrilla sevillista, el cuadro de Irureta entr¨® en una fase de confusi¨®n y vacilaciones. A nadie afect¨® m¨¢s que a Valer¨®n, intimidado por la turbia fama de algunos jugadores del Sevilla. Como el partido se equilibr¨®, el Sevilla vio la ocasi¨®n de abandonar su actitud defensiva. Fue el primer momento delicado para el Depor. Y ah¨ª se forj¨® la santa alianza entre la fortuna y la impasibilidad goleadora de Makaay.

Con el descanso ya muy pr¨®ximo, el destino del partido se decidi¨® en menos de un minuto, el tiempo de encadenar dos contragolpes. El primero fue sevillista y lo malogr¨® V¨ªctor Salas, que dispar¨® a la estratosfera con toda la porter¨ªa delante. Mientras el Sevilla se lamentaba, Molina sac¨® de puerta a toda prisa, Fran busc¨® el desmarque de Makaay por detr¨¢s de la defensa y el holand¨¦s acredit¨® su maestr¨ªa y su aplomo para desenvolverse en el ¨¢rea. Entr¨® muy escorado a la izquierda y su regate a Javi Navarro lo dej¨® sin ¨¢ngulo para el disparo. Ni se inmut¨®. Con aire displicente, esper¨® un rato a que V¨ªctor se incorporase en el palo contrario, volvi¨® a sortear al defensa, esta vez regateando hacia fuera, y le puso el gol en la bota a su compa?ero. El Sevilla no tard¨® en comprobar que los astros no le iban a ser muy propicios. Un momento antes del intermedio, Njegus quiso despejar un bal¨®n que Capdevila control¨® entrando en el ¨¢rea y puso tanto ardor en el intento que le propin¨® una monumental patada en la cabeza. Penalti tonto, pero penalti. Otra ocasi¨®n para que, c¨®mo no, Makaay llenase el saco.

El Deportivo crey¨® que todos sus problemas se hab¨ªan acabado en ese momento y regres¨® del vestuario con un punto de arrogancia, dispuesto a vivir una segunda parte de picnic y siesta. Demostr¨® conocer muy poco al Sevilla, que antes de capitular se parte el pecho con quien haga falta. Joaqu¨ªn Caparr¨®s, adem¨¢s, realiz¨® un cambio providencial al ingresar Anto?ito por el nulo Machlas. El reci¨¦n llegado se asoci¨® a Fredi desde el primer instante y entre ambos aceleraron el partido. El cambio de velocidad no tumb¨® al Depor por muy poco. Anto?ito no se conform¨® con acortar distancias y s¨®lo el poste le impidi¨® lograr el empate.

El p¨²blico empezaba a emitir se?ales de amotinamiento. Y la fortuna volvi¨® a darse por aludida. David cort¨® con la mano un pase de gol de Makaay -que ahora tambi¨¦n asiste- hacia Sergio y dej¨® a su equipo con uno menos. El horizonte qued¨® despejado de inmediato, sobre todo tras el gran pase de Valer¨®n para el holand¨¦s, que resolvi¨® el mano a mano ante el portero con una frialdad casi sobrehumana.