Regreso al mundo
El ¨²ltimo disco y gira de Paul McCartney se llama Back in the world. Un t¨ªtulo alusivo a la canci¨®n de los Beatles Back in the USSR y a un fen¨®meno que est¨¢n experimentando los artistas: la vuelta a la realidad. La crisis sin precedentes de la industria discogr¨¢fica ha obligado a los cantantes a lanzarse a la carretera. Las ventas de discos generan unos beneficios reducidos desde que las grabaciones se obtienen de la red, de la mochila de la china o de la manta del magreb¨ª. Por ejemplo, Dave Matthews, el tercer artista que m¨¢s dinero gan¨® el a?o pasado por detr¨¢s de Paul McCartney y los Rolling Stones seg¨²n la revista del mismo nombre, apenas tuvo ingresos por las ventas de discos y pr¨¢cticamente los 31,3 millones de d¨®lares que factur¨® vinieron de las giras.
Si hay algo que la tecnolog¨ªa y las mafias no pueden falsificar es el directo, la actuaci¨®n en vivo, el concierto. La realidad se reivindica como un valor en alza en estos tiempos en los que incluso lo m¨¢s aut¨¦ntico y visceral como una guerra, se filtra a trav¨¦s de los medios para mostr¨¢rsenos transformado en un espect¨¢culo de ficci¨®n. Las compa?¨ªas discogr¨¢ficas intentan suavizar sus p¨¦rdidas lanzando discos con megasistemas anticopia (que acaban siendo violados por los ordenadores y adem¨¢s son ilegibles por el cd-player de algunos coches) y discos recopilatorios que no suponen un gasto de producci¨®n, pero el dinero, hoy, se genera en los escenarios.
La sociedad est¨¢ dispuesta a estafar a la industria discogr¨¢fica comprando trabajos piratas sin importarle excesivamente perjudicar a los multimillonarios artistas (quienes, a su vez, critican la explotaci¨®n de sus propios sellos), pero tambi¨¦n lo est¨¢ a pagar 60 euros por una entrada. Los tickets para ver a Paul McCartney en Barcelona (?cu¨¢nto m¨¢s vamos a tener que esperar para tener en Madrid un pabell¨®n a la altura del Sant Jordi?), y a Bruce Springsteen y a los Rolling en Madrid se han agotado fulminantemente. La pasi¨®n del p¨²blico por la m¨²sica va en aumento a pesar de que las compras de discos hayan decrecido. La pirater¨ªa es fomentada por la avidez de un mercado ansioso de escuchar cada vez m¨¢s y m¨¢s variada m¨²sica convertida casi en un lujo debido a los exagerados precios de los compactos.
Si algo bueno tiene la bucaner¨ªa discogr¨¢fica es que ha lanzado a los artistas a la calle otra vez. Ya no les basta con esperar, meci¨¦ndose en los columpios de sus fincas de Colorado, a que les lleguen las rentas de sus ventas multimillonarias. El a?o pasado, Paul McCartney volvi¨® a salir de gira tras nueve a?os parado. El resultado de su paso por cuarenta ciudades de Estados Unidos ha sido el DVD Back in the US y el galard¨®n de la revista Billboard como "mejor gira del a?o", aparte de un beneficio r¨¦cord de 72 millones de d¨®lares, incluido merchandising beatleiano. Hace un mes estuvo en Barcelona arrancando el tour europeo que le pasear¨¢ por 30 escenarios. Mark Knopfler tendr¨ªa que haber tocado ma?ana en Madrid si no hubiese suspendido su ronda de conciertos tras sufrir un accidente de moto. Su tour le habr¨ªa tenido tres meses tocando pr¨¢cticamente todos los d¨ªas. Bruce Springsteen reuni¨® despu¨¦s de catorce a?os a la m¨ªtica E Street Band y se lanz¨® el agosto pasado a una supergira mundial que le mantendr¨¢ sobre un escenario durante un a?o y cien conciertos. Estar¨¢ aqu¨ª dentro de un mes. Y los Rolling Stones tambi¨¦n visitan nuestra ciudad en junio, como escala de un tour planetario iniciado el a?o pasado, tras cinco a?os sin hacer las maletas, que ya les ha reportado 44 millones de d¨®lares.
Esta primavera pasan por Madrid y Barcelona, contando con la visita de Peter Gabriel a la Ciudad Condal el 2 de junio, algunos de los mejores y m¨¢s legendarios artistas en activo. Cientos de miles de madrile?os, hastiados de manipulaciones musicales (OT y dem¨¢s ascos musicotelevisivos) o informativas como la sufrida con la guerra de Irak, han devorado las entradas a una dimensi¨®n ¨²nica e improfanable: el directo. Hoy el p¨²blico busca la interacci¨®n en vivo con el evento, la autenticidad de una experiencia sin narradores ni adulteraciones. En este momento en que el mundo se presenta precintado por la pantalla de la televisi¨®n o del ordenador, a?oramos el calor de los hechos. En este g¨¦lido y depravado panorama pol¨ªtico y musical, refulgen los conciertos como hogueras de verdad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.