La universidad prev¨¦ adaptar los planes de estudio a las condiciones de los minusv¨¢lidos
84 alumnos de la UPV sufren discapacidades que requieren ayuda de otras personas
En la Universidad del Pa¨ªs Vasco (UPV) hay matriculados 84 alumnos que sufren graves discapacidades f¨ªsicas, la mayor¨ªa son de tipo motriz, aunque tambi¨¦n hay 14 invidentes y 7 sordos. Algunos de estos estudiantes sufren la enfermedad en un grado tan alto que necesitan acompa?amiento en las aulas o incluso para ir el ba?o. Van en silla de ruedas o con bastones y utilizan el taxi para acudir diariamente a la facultad. Del total de estudiantes discapacitados, 17 requieren la ayuda de otra persona para desplazarse y 30, durante la permanencia en clase.
La UPV aprob¨® en septiembre de 2001 el Plan de Integraci¨®n de la Comunidad Universitaria con Discapacidad, que dirige la vicerrectora de Alumnos, Beatriz Casares, y en febrero pasado acord¨® dotar con 120.000 euros de la Direcci¨®n de Bienestar Social del Gobierno vasco para cubrir los gastos de transporte especial. El siguiente reto consistir¨¢ en adaptar los curr¨ªculos a las condiciones de este alumnado, incluidas las pr¨¢cticas.
Germ¨¢n Elvira, de 18 a?os, sufre traumatismo medular desde que hace casi cuatro a?os un maldito chapuz¨®n en la playa de Laga le paraliz¨® de cintura para abajo y le dejo los brazos tan d¨¦biles como un pajarillo. All¨ª, en el aula 010 del edificio Miguel ?ngel Blanco de la Facultad de Sarriko, estudia primer curso de Direcci¨®n de Empresas. Junto a ¨¦l, todos los d¨ªas -excepto los viernes, que no hay clase- de 15.00 a 20.00 no le pierde de vista su acompa?ante, Garbi?e Vilar, sus otras manos desde hace unos meses. Ambos se sientan en un pupitre especial y en primera l¨ªnea del aula, ligeramente alejados del resto para que el joven pueda situar su silla de ruedas. Al universitario le arrebata la separaci¨®n: "Echo de menos a los compa?eros. Estamos los dos solos delante de todos. Normalmente no se coloca nadie cerca". Ser¨¢ para huir de la mirada del profesor porque para Germ¨¢n la posibilidad de copiar es una entelequia, claro.
No puede sostener el bol¨ªgrafo con la mano pero utiliza un artilugio que le permite hacerlo y marcar las teclas de su inseparable ordenador port¨¢til, con el que toma apuntes. Y lo debe hacer bien porque tiene unas notas estupendas, entre las que destaca un 9 en Derecho Mercantil. As¨ª que sus padres est¨¢n muy orgullosos. "Si no fuera por ellos no ser¨ªa lo mismo. Ha sido muy duro y tambi¨¦n para los amigos", dice Germ¨¢n, como si ¨¦l fuera el ¨²nico testigo de una tragedia ajena. Desde febrero, un taxi le recoge en su casa familiar de Gernika y le lleva de vuelta cuando finalizan las clases. "Antes era muy complicado. Ven¨ªa en el metro con la silla. Un amigo de Gernika con mi mismo horario se ofreci¨® a acompa?arme". Su aula est¨¢ en un piso bajo y el acceso con la silla es simple. Lo que no puede es llegar a la copister¨ªa, resalta su acompa?ante. "Este a?o se ha dado un gran paso, pero queda mucho por hacer".
Kepa Zubillaga tiene 22 a?os, estudia Empresariales en San Sebasti¨¢n y muestra un sentido del humor a prueba de desgracias. "Me lo tomo con tranquilidad", afirma tras reconocer que si a¨²n est¨¢ en segundo curso de carrera, a pesar de que hace ya cuatro a?os que ingres¨® en la facultad, no es por la grave lesi¨®n que sufre de cintura para abajo y que le obliga a utilizar bastones y aparatos especiales, sino porque hinca los codos menos de lo necesario.
"Soy el ¨²nico con esta enfermedad [espina b¨ªfida] en la universidad, pero mi facultad est¨¢ bien adaptada. Adem¨¢s, me dejan una de las plazas de garaje destinadas a los profesores. Tengo dificultades con las cuestas y las escaleras, pero se pueden salvar". Reconoce que la discapacidad cambia la vida, pero que unos se adaptan y otros, no. "Yo lo hice. Mis padres siempre han pedido a todo el mundo, incluidos los profesores que me traten como a los dem¨¢s".
Responde con frases cortas pero las alarga para recordar que no siempre lo tuvo as¨ª de "f¨¢cil". "Hasta hace tres a?os yo ten¨ªa una dependencia total de los dem¨¢s. Pero entonces me ocurri¨® lo mejor. Saqu¨¦ el carn¨¦ a la primera y mis padres me compraron un coche adaptado. Desde entonces mi vida es diferente; tengo libertad". Todav¨ªa no ha decidido su futuro profesional, pero tiene cierta confianza. "En la Administraci¨®n hay plazas reservadas para los discapacitados". Ya veremos.
Acompa?amiento
Miren Yurre tiene 36 a?os. Sufre una enfermedad muscular de nombre extra?o, artrogriposis m¨²ltiple cong¨¦nita, de las escasas neuromusculares cong¨¦nita, no degenerativa. "?sa es la suerte que tengo, psicol¨®gicamente es mejor que para otra persona que ha nacido bien. Yo me he ido adaptando desde peque?a", se?ala esta universitaria de voluntad de amianto que espera licenciarse este a?o en Psicolog¨ªa en el campus de Ibaeta. Se matricul¨® en la facultad hace a?os pero empez¨® a desempe?ar distintos trabajos y, aunque lo intent¨®, no pudo compaginar ambas actividades. Adem¨¢s, un cambio de planes en el programa de estudios le oblig¨® a repetir varios cursos. Es realista y conoce muy bien las dificultades para encontrar empleo, pero sue?a con trabajar en el campo de las discapacidades. "Intento buscar la relaci¨®n entre la carrera y la minusval¨ªa porque cuando m¨¢s se acepta una persona mejor est¨¢". Aprovecha para llamar la atenci¨®n sobre el hecho de que a pesar de que hay un n¨²mero concreto de puestos laborales para personas como ella, eso no garantiza un trabajo. "Con un 33% de minusval¨ªa ya se entra en este colectivo, y eso puede ser teniendo un ri?¨®n mal o una discapacidad en una mano. Y claro, los empresarios prefieren los casos de baja discapacidad. El caso es que nosotros somos m¨¢s fuertes y estamos m¨¢s preparados, pero nos dejan de lado".
Usa una silla de ruedas el¨¦ctrica y desde principios de este a?o un taxi le traslada a la facultad. "Facilita mucho. Antes, si llov¨ªa, me mojaba en el carro. Era un poco duro subir la cuesta de Zorroaga". Miren Yurre recibe ayuda de una alumna voluntaria, aunque presume de arreglarse bastante bien con los brazos. "Creo que el problema del acompa?amiento podr¨ªa resolverse si la oficina de Orientaci¨®n Universitaria concediera cr¨¦ditos a cambio de acompa?amiento". Ya en el aula abarrotada de Psicolog¨ªa, ocupa un pupitre fijo y se sienta ladeada. "O te hundes o tiras para adelante".
Igualdad de oportunidades
La vicerrectora de Alumnos, Beatriz Casares, asegura que la presencia cada vez mayor de alumnos discapacitados en la UPV plantea nuevas necesidades. La implantaci¨®n del plan de integraci¨®n facilit¨® la acogida pero quedaban lagunas que requer¨ªan una apuesta econ¨®mica de las instituciones vascas. Una muy importante era la de facilitar el transporte y su coste. El taxi o el pago del kilometraje fueron la soluci¨®n. "Se trata de que estos alumnos no tengan otros problemas a?adidos", explica. Incide tambi¨¦n en que los acompa?antes que van con los alumnos son elegidos de la bolsa de trabajo del Gobierno vasco.
Casares reconoce que puede ser un problema que estos alumnos no puedan acceder a cualquier carrera. Para ello, dice, habr¨¢ casos en que sea necesario explicarles sus limitaciones. "Hay carreras que por sus particularidades requieren unas caracter¨ªsticas especiales y el alumno tendr¨¢ que entender que no podr¨¢ seguirlas. Lo que s¨ª hay que intentar es readaptar los planes de estudio siempre que se pueda. Ahora estamos estudiando contar con una int¨¦rprete de signos para una estudiante de 5? de Medicina con discapacidad auditiva y que va a tener que realizar pr¨¢cticas".
Por su parte, ?ngel Bao, director de Bienestar Social del Gobierno vasco, se?ala que el objetivo de las ayudas es garantizar la igualdad de oportunidades: "Nadie puede quedar excluido de la universidad por padecer una discapacidad por muy invalidante que ¨¦sta sea".
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