"Bush es el presidente m¨¢s est¨²pido que hemos tenido, y se sirve de la estupidez como estrategia"
Autor de m¨¢s de sesenta libros, ser¨ªa dif¨ªcil exagerar la estatura de Norman Mailer (New Jersey, 1923). Valga la menci¨®n de unos pocos t¨ªtulos (Los desnudos y los muertos, 1948; Los ej¨¦rcitos de la noche, 1968; La canci¨®n del verdugo, 1979; El fantasma de Harlot, 1991; Oswald: Un misterio americano, 1995) para recordar que estamos, en certera expresi¨®n de Harold Bloom, ante el historiador m¨¢s representativo de la conciencia moral de su pa¨ªs en nuestra ¨¦poca. Ahora, coincidiendo con su 80 cumplea?os ha publicado dos libros: ?Por qu¨¦ estamos en guerra? (Anagrama) y Los arcanos de la escritura, de pr¨®xima edici¨®n en Espa?a, sobre los que habla desde su casa en Province Town (Massachusetts).
"En EE UU estamos viviendo una situaci¨®n de prefascismo. (...) Mucha gente se est¨¢ cansando de la democracia"
"Cuando el l¨ªder de una naci¨®n est¨¢ radicalmente exento de poes¨ªa, su pa¨ªs no puede ser m¨¢s desdichado"
"El capitalismo global de las corporaciones est¨¢ acabando con la autenticidad de la existencia humana"
PREGUNTA. La publicaci¨®n de
?Por qu¨¦ estamos en guerra?
se ha visto desbordada por los acontecimientos. ?Qu¨¦ piensa de la situaci¨®n en Irak?
RESPUESTA. La guerra es un estado mental, que precede a las hostilidades y contin¨²a despu¨¦s de que ¨¦stas han cesado. Fuimos a la guerra porque nuestros problemas no ten¨ªan soluci¨®n. Bush es un l¨ªder incapaz de resolver ning¨²n problema inmediato con rapidez. Cualquier excusa, por nimia que fuera, le val¨ªa. Pero los problemas de Estados Unidos no han terminado con el conflicto. Dudo mucho que se pueda imponer una democracia decente en Irak.
P. Una de las consecuencias de la victoria militar ha sido la intensificaci¨®n del patriotismo.
R. El patriotismo es una droga. La Administraci¨®n necesitaba desesperadamente esta guerra, de modo que lo que hicieron fue apretar el bot¨®n del patriotismo. Imag¨ªnese a alguien con un ego desmesurado pero que no consigue tener ¨¦xito. Le queda el consuelo de las drogas. Estados Unidos es una especie de atleta que pesa 150 kilos y mide m¨¢s de dos metros, y que est¨¢ en perfecta forma f¨ªsica, pero que cada pocos minutos necesita olfatearse las axilas para comprobar que no despiden mal olor.
P. Seg¨²n usted, una gran democracia necesita grandes escritores. ?D¨®nde est¨¢n las voces de los intelectuales disidentes?
R. Las hay, piense en Susan Sontag o Gore Vidal, por ejemplo, pero hace tiempo que las humanidades y los intelectuales han sido relegados. S¨®lo importan los factores econ¨®micos. La opini¨®n de los intelectuales disidentes no llega al gran p¨²blico. Por supuesto que puedo decir lo que me d¨¦ la gana, pero eso no quiere decir que los medios de comunicaci¨®n de masas se vayan a hacer eco de mis palabras. Nadie me invita a comparecer en las grandes cadenas de televisi¨®n; a lo m¨¢s que puedo aspirar es a aparecer en un programa minoritario, en cable.
P. ?Qu¨¦ ha cambiado en la sociedad estadounidense entre la era de Vietnam y la reciente guerra con Irak?
R. Durante la guerra de Vietnam hubo que esperar dos o tres a?os hasta que se produjo la Marcha sobre el Pent¨¢gono, que reuni¨® a 50.000 personas. Aquello tuvo un gran impacto sobre la pol¨ªtica de Johnson, hasta el punto de que un a?o despu¨¦s decidi¨® parar la guerra, y no se present¨® a la reelecci¨®n: sab¨ªa que hab¨ªa perdido el apoyo del pueblo. Ahora, debido a Internet, la gente reaccion¨® muy pronto. Hubo cientos de miles de manifestantes, pero la guerra era imparable. ?Por qu¨¦? Sencillamente porque hay menos democracia que hace 30 a?os. En Estados Unidos la democracia est¨¢ siendo sometida a un proceso de acoso y derribo. Estamos viviendo una situaci¨®n de prefascismo. Todav¨ªa no somos un pa¨ªs fascista, pero podr¨ªa ocurrir pronto. La Administraci¨®n controla los medios de comunicaci¨®n. La radio est¨¢ casi completamente a su merced; la televisi¨®n es especialmente vulnerable, porque sus operaciones resultan muy costosas. Si el Gobierno frunce el ce?o, los medios de comunicaci¨®n se ponen nerviosos. Se les puede penalizar de manera muy sutil, si no colaboran.
P. ?Hay conciencia en su pa¨ªs de la ola de antiamericanismo que recorre el mundo?
R. En estos momentos, al Gobierno le resulta de lo m¨¢s beneficioso. Cuando Francia hizo p¨²blica su postura de oposici¨®n a la guerra, en la cafeter¨ªa del Congreso se cambi¨® el nombre de las patatas fritas (french fries) por el de freedom fries (patatas de la libertad). Pat¨¦tico. Es la peor cara de Estados Unidos. Es indignante saberse gobernado por idiotas de ese calibre.
P. ?Hasta qu¨¦ punto la guerra contra Irak fue una venganza por los atentados del 11 de septiembre de 2001?
R. La mitad de los norteamericanos no pueden soportar a la otra mitad. Estados Unidos es un pa¨ªs profundamente dividido y la escisi¨®n se ha ahondado despu¨¦s del 11 de septiembre. Aunque el nexo entre lo ocurrido entonces y la situaci¨®n en Irak fuera inexistente, para Bush era crucial hacer creer a la mitad del pa¨ªs que est¨¢ con ¨¦l que la guerra era un acto de venganza por los ataques del 11 de septiembre. La ¨²ltima d¨¦cada, una de las m¨¢s corruptas de la historia del pa¨ªs, ha visto c¨®mo se derrumbaban los pilares sobre los que se sustenta la sociedad estadounidense. La corrupci¨®n de las grandes corporaciones financieras afectaba no a la base, sino a la c¨²pula. La degradaci¨®n moral no pod¨ªa ser mayor. Luego surgieron esc¨¢ndalos que manchaban el nombre de una serie de instituciones, desde el FBI hasta la Iglesia cat¨®lica. A?¨¢danse la ca¨ªda en picado de la bolsa, y la p¨¦rdida de empleo. Bush necesitaba una guerra para hacer frente a la crisis de fe del pueblo estadounidense.
P. ?Es cierta, como dice en su libro, la siguiente afirmaci¨®n de Bush?: "Yo ten¨ªa un problema de alcoholismo. Deber¨ªa estar en un bar de Tejas, no en el Despacho Oval. El ¨²nico motivo por el que no es as¨ª es que encontr¨¦ la fe. Encontr¨¦ a Dios. Estoy aqu¨ª gracias al poder de la oraci¨®n".
R. La cita es del The New York Review of Books, que es una publicaci¨®n muy seria, que comprueba con rigor sus fuentes, y nadie la ha desmentido. Lo preocupante de una afirmaci¨®n as¨ª no es que Bush fuera alcoh¨®lico o no, cosa que me trae por completo sin cuidado, sino que invoque motivos religiosos para validar sus intereses pol¨ªticos. Yo soy maniqueo: creo en la existencia del bien y del mal, tengo razones para pensar que tanto Dios como el diablo existen. No creo que haya un Dios Todopoderoso, porque entonces no habr¨ªa excusa para ¨¦l o para ella; pero s¨ª creo en la existencia de un dios menor, que hace lo que puede, como cualquiera de nosotros. Ahora bien, la religi¨®n es un asunto muy privado. Una cosa es la oraci¨®n y otra que el l¨ªder de un pa¨ªs propague a los cuatro vientos que tiene una relaci¨®n de privilegio con Dios. Kierkegaard dec¨ªa que las ra¨ªces de nuestras motivaciones ¨¦ticas son incognoscibles. Cuando se reza, no se sabe qui¨¦n puede estar escuchando, literalmente uno puede estar haci¨¦ndole un servicio al diablo.
P. ?C¨®mo se explica la falta de disidencia entre la clase pol¨ªtica liberal?
R. Para Bush, la paz habr¨ªa sido un desastre. Es el tipo de l¨ªder que queda bien asomado a la puerta de un helic¨®ptero. Supongamos que a los inspectores de la ONU se les hubiera permitido terminar su trabajo y hubieran demostrado que Irak estaba limpio, ?qu¨¦ iba a hacer Bush con las tropas que hab¨ªa desplegado? Pol¨ªticamente, no se pod¨ªa permitir el lujo de que no hubiera guerra. Los pol¨ªticos de la oposici¨®n sab¨ªan que si se hubieran enfrentado a Bush, los hubiera excluido de lo que viniera despu¨¦s, y pasaron directamente a la siguiente fase. Y por supuesto estaban los intereses de quienes pensaban que un cambio de r¨¦gimen redundar¨ªa en beneficio de Israel.
P. Desde su primer libro,
Los desnudos y los muertos,
viene advirtiendo de los peligros que acechan a la democracia, ?cree que el riesgo se ha acentuado?
R. La diferencia fundamental es que antes la amenaza ven¨ªa de arriba, y ahora es la televisi¨®n la que est¨¢ devorando el pa¨ªs. Estados Unidos es un lugar m¨¢s zafio, m¨¢s barato, m¨¢s burdo, m¨¢s feo en tono, y creo que se est¨¢ dando una aceptaci¨®n m¨¢s natural del fascismo por parte de una gran parte de la poblaci¨®n. Mucha gente se est¨¢ cansando de la democracia y esto es algo que no recuerdo que se diera antes.
P. ?Qu¨¦ es un conservador de izquierdas?
R. Un ox¨ªmoron, pero que apunta a un ideal potencialmente valioso. Cuando me present¨¦ como candidato a la alcald¨ªa de Nueva York en 1969, lo hice enarbolando esa f¨®rmula. He aqu¨ª el callej¨®n sin salida: ni la derecha ni la izquierda tienen la raz¨®n y el centro es un desastre. El centro son las corporaciones, y el corporativismo est¨¢ cambiando el estilo del mundo, someti¨¦ndonos a todos a un molde ¨²nico. Es la cultura del mal, las superautopistas y el pl¨¢stico. Edificios de 50 plantas que parecen cajas de Kleenex con balcones. Ni Bagdad se libr¨® de eso, y no se le puede echar la culpa de todo a Sadam. Las im¨¢genes de la televisi¨®n nos mostraban a una ciudad espantosa, que se pod¨ªa confundir con cualquier otra ciudad del mundo. El capitalismo global de las corporaciones est¨¢ acabando con la autenticidad de la existencia humana.
P. ?C¨®mo influy¨® en usted la lectura de
El capital?
R. De todos los libros que he le¨ªdo en mi vida es, con diferencia, el m¨¢s importante. No por su ideolog¨ªa, que no comparto, ni por su concepci¨®n de la econom¨ªa, que no estoy en condiciones de juzgar. Lo que me influy¨® de Marx fue el estilo de su pensamiento, un rigor y una severidad completamente despojados de sentimentalismo. Hay algo casi teleol¨®gico en Marx: te obliga a rastrear el pensamiento hasta sus bases m¨¢s hondas, y eso es algo que se te mete en el sistema nervioso. Si se estudia a Marx con atenci¨®n se aprende a pensar con mayor claridad y creatividad.
P. ?Qu¨¦ es lo que m¨¢s le repugna del terrorismo?
R. Todo cuanto tiene que ver con el terrorismo es detestable; viola los principios m¨¢s elementales de la dignidad humana. Es absurdo, carece de l¨®gica, es una de las armas del diablo. Le priva al ser humano de algo esencial, como es la creencia de que la vida tiene un cierto prop¨®sito. El hombre tiene derecho a una muerte digna y con sentido. El terrorismo priva a sus v¨ªctimas de eso.
P. Con motivo de su 80? cumplea?os ha publicado
Los arcanos de la escritura
,
un singular recorrido por su extens¨ªsima trayectoria literaria. ?Dir¨ªa que es una especie de autobiograf¨ªa?
R. Se podr¨ªa ver as¨ª, aunque yo m¨¢s bien dir¨ªa que es un manual avanzado para entender los misterios que entra?a el oficio de escribir.
P. En el libro cita un aforismo de Bertrand Russell que en estos momentos parece tener especial relevancia.
R. "El problema que aqueja al mundo es que los necios y los fan¨¢ticos siempre est¨¢n seguros de s¨ª mismos, mientras que los sabios siempre est¨¢n llenos de dudas". Hasta ah¨ª Russell. En presencia de un necio sin fisuras estamos perdidos. Eso se aplica perfectamente a George Bush. Bush es el presidente m¨¢s est¨²pido que hemos tenido, que yo recuerde. Ahora bien, se sirve de la estupidez como estrategia. Sabe que es un arma poderos¨ªsima en estos momentos. Un l¨ªder est¨²pido llegar¨¢ mucho m¨¢s lejos que uno sabio. Cuando lo veo aparecer en televisi¨®n, me rechinan los dientes porque s¨¦ de antemano qu¨¦ va a decir, palabra por palabra. Y eso es exactamente lo que quiere la mitad del pueblo estadounidense. No recuerdo una sola ocasi¨®n en la que haya dicho algo que tenga un m¨ªnimo de poes¨ªa. Cuando el l¨ªder de una naci¨®n est¨¢ radicalmente exento de poes¨ªa, su pa¨ªs no puede ser m¨¢s desdichado.
P. Como sabe, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ha apoyado incondicionalmente a Bush. ?Cu¨¢l ha sido la percepci¨®n de Espa?a en su pa¨ªs durante el conflicto?
R. Una de las mayores desverg¨¹enzas de la ret¨®rica de la Administraci¨®n durante la guerra ha sido el empleo de la palabra coalici¨®n. ?Qu¨¦ coalici¨®n? En la guerra participaron cientos de miles de combatientes norteamericanos y cincuenta mil brit¨¢nicos. ?Cu¨¢ntos envi¨® Espa?a? ?Doscientos? En Washington sabr¨¢n qui¨¦n es Aznar, pero la atenci¨®n prestada a Espa?a ha sido nula. Adem¨¢s, con el dato de que la poblaci¨®n estaba en contra de la guerra, estoy convencido de que 9 de cada 10 estadounidenses no sabr¨ªan decir si Espa?a estaba con Estados Unidos o en contra.
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