Los naipes van cayendo
Se hab¨ªan evaporado justo antes de la entrada en Bagdad de las tropas de EE UU. Pero los jerarcas del r¨¦gimen de Sadam Husein, los de la baraja distribuida por el Pent¨¢gono con sus fotos, van apareciendo en un lento goteo, muertos, capturados o voluntariamente entregados. El caso de Tarek Aziz, el duod¨¦cimo de estos 55 naipes, es el m¨¢s notorio. ?nico cristiano en el Gobierno de Sadam, fue la cara visible del r¨¦gimen en la guerra de 1991 como ministro de Asuntos Exteriores, lo que le vali¨® su posterior ascenso a viceprimer ministro. Aziz puede aportar informaci¨®n valiosa sobre el paradero de Sadam Husein y de sus dos hijos, Qusay y Uday, y eventualmente, sobre las armas de destrucci¨®n masiva.
Sadam Husein sigue sin aparecer. Bush lo da por muerto o malherido. Se ha esfumado. Su captura ser¨ªa un tanto para Bush, aunque probablemente Washington lo prefiera muerto, pues Sadam podr¨ªa poner en aprietos a EE UU y otros pa¨ªses occidentales si relatara el apoyo que recibi¨® de ellos en los a?os ochenta.
A estas alturas, pese a la ilegalidad de la guerra y el consiguiente caos en Irak, nadie va a llorar a ese r¨¦gimen, de cuyas brutalidades, abusos y corrupci¨®n van surgiendo nuevas pruebas d¨ªa a d¨ªa. La cuesti¨®n que se plantea es qui¨¦n va a juzgar a estos criminales y de acuerdo a qu¨¦ ley. En principio, la Administraci¨®n de Bush ser¨ªa partidaria de que fueran juzgados por tribunales iraqu¨ªes, una vez que se pongan en marcha las nuevas instituciones. Pueden tardar y plantearse procesos con peticiones de muerte, vedadas en un tribunal internacional. En algunos casos, como el del antiguo jefe de la inteligencia exterior, Faruk Hijazi, que no figuraba en la baraja, EE UU podr¨ªa juzgarle en sus tribunales si, como se supone, organiz¨® el frustrado asesinato del ex presidente y padre del actual presidente Bush, en una visita a Kuwait en 1993.
Organizaciones como Human Rigts Watch piden poner en pie un tribunal especial internacional, avalado por la ONU, para juzgar a los integrantes del r¨¦gimen iraqu¨ª. Ser¨ªa m¨¢s congruente que mediante una autorizaci¨®n especial el Consejo de Seguridad encomendara esta labor a la reci¨¦n formada Corte Penal Internacional (CPI). Pero parece poco probable, ya que la Administraci¨®n de Bush no s¨®lo no reconoce, sino que se opone de plano a este tribunal. En todo caso, lo que s¨ª requiere Irak para construir un futuro mejor es una comisi¨®n de la verdad que desvele su terrible pasado.
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