En la ciudad sin l¨ªmites
Si no me falla la memoria,hace ya bastantes a?os que en un art¨ªculo de prensa Josep Vicent Marqu¨¦s estuvo a la altura de Groucho Marx al afirmar (m¨¢s o menos): "Mi Pa¨ªs limita al este con el Mediterr¨¢neo; al Norte con Catalu?a; al Oeste con Teruel y Albacete y al Sur con Murcia. Pero, sobre todo, mi pa¨ªs limita con la limitaci¨®n mental de sus gobernantes". La cosa, por tanto, va hoy de l¨ªmites y justifica el tomar prestado el t¨ªtulo de la magn¨ªfica pel¨ªcula de Fernando Fern¨¢n G¨®mez, Geraldine Chaplin y Leonardo Svaraglia.
?Es nuestra ciudad -y, por extensi¨®n, otras muchas del Pa¨ªs- una ciudad sin l¨ªmites? Me atrever¨ªa a responder en tono afirmativo no sin avisar al lector de la polisemia (diferentes significados de una palabra) que se encuentra detr¨¢s del "s¨ª".
La limitaci¨®n mental de nuestros gobernantes disminuir¨ªa notablemente si en lugar de ponerle puertas al campo en forma de t¨¦rminos municipales obsoletos -fuente de estrafalarios y anacr¨®nicos poderes y de alguna que otra comisioncilla- se convencieran de que la ciudad "real" no tiene m¨¢s l¨ªmites que los que establecen las continuas mejoras en la accesibilidad. No hace falta ser ap¨®stol de la aldea global ni profeta de la discutible desaparici¨®n de la "fricci¨®n" del espacio que est¨¢ en el origen de las ventajas de la aglomeraci¨®n urbana para reconocer, con sencillez, que la ciudad es el espacio geogr¨¢fico determinado por la importancia de los flujos cotidianos de trabajo, estudios, compras, etc...
Pero reconocer esta evidencia les complica la vida a esa especie que s¨®lo piensa en t¨¦rminos de esca?os. Adem¨¢s les obligar¨ªa a cambiar de costumbres y a hablar con el alcalde o alcaldesa colindante. Me silban los o¨ªdos: "En mi municipio mando yo y ese mequetrefe pod¨ªa dejar de ejercer de mosca cojonera. ?Sssst¨¢ claro?". Pues, lo siento, pero no. "Mira que si te pones pesado te saco la Constituci¨®n y encima monto un pollo medi¨¢tico para convencer al personal que hay una conspiraci¨®n judeo-mas¨®nica que intenta robarnos nuestra identidad". Vd. misma/o, pero se le puede ver el rabo porque una cosa es tener ra¨ªces y cultivarlas (ser radical dir¨ªa Toni Mestre) y otra confundir peras y manzanas. El municipio est¨¢ muy bien para elegir al representante pol¨ªtico, para la atenci¨®n primaria -en m¨²ltiples temas-, para el cultivo de la memoria colectiva y el desarrollo cultural..., pero, para planificar y gestionar el territorio (de los usos del suelo a las infraestructuras pasando por los equipamientos de una cierta entidad, la promoci¨®n econ¨®mica o la pol¨ªtica medioambiental), olv¨ªdense amigos. Ya s¨¦ que no es infrecuente encontrarse con m¨¢s de un vendecabras (bienintencionado o no), vestido de consultora o de "experto" universitario que propone Agendas Locales 21 por doquier o estudios -m¨¢s o menos estrat¨¦gicos- sobre la sostenibilidad urbana del municipio de Beniarj¨®, B¨¦tera, Benimuslem o Benidorm, por coger la B. Parafraseando a aquel escritor decepcionado por los avatares de la guerra de Espa?a (no la llamen civil, por favor, que aquello fue un alzamiento militar ilegal), podr¨ªamos decir: no es eso, no es eso.
El municipio no es el ¨¢mbito adecuado de an¨¢lisis y ejecuci¨®n de pol¨ªticas territoriales. Y eso no tiene nada que ver con el necesario reforzamiento de la identidad "local", como intereses poco confesables o la simple miop¨ªa se encargan de difundir de forma torticera. Y, please, dejen de utilizar la Constituci¨®n a guisa de Biblia. Hasta donde mis escasas entendederas llegan, la Constituci¨®n, todas las Constituciones, son obra humana, fruto del consenso social que se produce en un momento hist¨®rico determinado, y, por tanto, susceptible de ser modificada por un nuevo consenso si as¨ª se considera menester. Ni el t¨¦rmino municipal es el ¨¢mbito adecuado para muchos temas de enjundia ni la Constituci¨®n deber¨ªa ser excusa para mantener a unas inoperantes Diputaciones (con alguna honrosa excepci¨®n, como la de Barcelona). Sus se?or¨ªas podr¨ªan estirarse un poco y hacerle un lifting a nuestra Carta Magna, que buena falta le hace. 25 a?os no pasan en balde y anda la pobre un tanto achacosa.
Por tanto, en esta primera acepci¨®n, la ciudad no s¨®lo no tiene l¨ªmites sino que saldr¨ªamos todos ganando si la esca?itis y la burrera remitieran y el sentido com¨²n avanzara. Hay otras formas de organizarse y trabajar. Pero la ciudad, nuestra ciudad, nuestras ciudades, tampoco tienen l¨ªmites all¨ª donde s¨ª deber¨ªan tenerlos. Con frecuencia se deja la "soluci¨®n" de los problemas al sacrosanto mercado (que no entiende ni puede entender de inter¨¦s general, ni de externalidades) o a la depredaci¨®n de ciudadanos que no se merecen el calificativo. Tambi¨¦n aqu¨ª se produce la ausencia de l¨ªmites o la extralimitaci¨®n, pero esta vez salimos perdiendo.
Habr¨ªa que poner l¨ªmites a tantas cosas... Sin caer en el s¨ªndrome del list¨ªn telef¨®nico, habr¨ªa que poner l¨ªmites al robo legal que supone la notable transferencia de renta de parte de la ciudadan¨ªa a los honrados promotores, por mor de una subida de precios de la vivienda en la que todos son Poncio Pilato. Habr¨ªa que poner l¨ªmite a las variadas formas de intolerancia cotidiana, a la descalificaci¨®n aprior¨ªstica del disidente, a la manipulaci¨®n informativa, al escarnio a que se somete desde el m¨¢s absoluto cinismo a los ciudadanos de tercera o cuarta divisi¨®n, a la miop¨ªa que supone no darse cuenta de que los nuevos PAI se llenar¨¢n en parte con gente procedente de barrios poco habitables que a su vez se "rellenar¨¢n" parcialmente con poblaci¨®n de baja renta lo cual los har¨¢ todav¨ªa menos habitables.
Habr¨ªa que poner l¨ªmites al crecimiento galopante de la deuda, perfectamente compatible, por lo visto, con el abandono de colectivos como, por poner un ejemplo, los 40.000 enfermos mentales de los que hablaba no hace mucho la prensa. Habr¨ªa que poner l¨ªmites a la rapi?a que se ejerce sobre situaciones dolorosas (pregunten las tarifas de San Onofre en Rocafort o de la Residencia de Gobernador Viejo). ?D¨®nde est¨¢ el sector p¨²blico? ?D¨®nde el inter¨¦s general? ?D¨®nde la verg¨¹enza?
Habr¨ªa que poner l¨ªmites a la locura de un crecimiento vertiginoso de la motorizaci¨®n privada, de elevados costes sociales, y que, seg¨²n datos recientes referidos s¨®lo a la ciudad de Valencia (el ¨¢mbito metropolitano agrava el diagn¨®stico) tiene su reflejo en que el 60% de los desplazamientos se realiza en veh¨ªculo privado y en que tan s¨®lo 155.000 de los 338.000 coches tiene plaza de garaje. Corolario: los autom¨®viles aparcados en la v¨ªa p¨²blica ocupan la minucia de 3 millones de metros cuadrados.
Habr¨ªa que... Estamos en tiempo de elecciones, de subasta, de qui¨¦n da m¨¢s. No quiero que lleven el programa al notario. Me contento con que, al lado de cada propuesta "estelar", pongan el coste de la medida y si hay o no recursos para llevarla a cabo. Que nos digan qu¨¦ l¨ªmites piensan poner a esta ciudad sin l¨ªmites. Que se cambien el chip y hablen de la ciudad real y no de los decimon¨®nicos t¨¦rminos municipales. Si es mucho pedir, perdonen Vds. Est¨¢ loca, loca, loca primavera me habr¨¢ afectado las neuronas.
Josep Sorribes es profesor de Econom¨ªa Regional y Urbana de la Universidad de Valencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.