Mendigos cibern¨¦ticos
HASTA LA MENDICIDAD ocupa su lugar en Internet. Cientos de sitios piden una contribuci¨®n voluntaria sin ofrecer nada a cambio, a no ser, en ocasiones, de que se trate de una historia para hacer llorar a los corazones m¨¢s sensibles.
El arte consiste en conmover, pero el negocio en realidad se basa en c¨¢lculos simples, inspirados m¨¢s en una compa?¨ªa puntocom. Ya que cientos de millones de personas se conectan a Internet, basta con que un n¨²mero ¨ªnfimo de entre ellas done una suma min¨²scula para hacer rico a uno de estos sitios. Rich Smidt, uno de los pioneros con su sitio Sendmeadollar (env¨ªame un d¨®lar) piensa que "si un 1% me env¨ªa un d¨®lar..".
"No me quiten la ¨²ltima esperanza de gozar de la vida, de ver el sol de la primavera de otra manera que a trav¨¦s de las ventanas de un hospital", escribe Zaneta Zmoginaite, una lituana de 19 a?os v¨ªctima de la leucemia. Otra mujer, esta vez en California, busca dinero para agrandar sus peque?os senos. Algunos buscan financiar sus estudios, un divorcio o un tratamiento para la infertilidad.
La caridad es un mecanismo esencial en los EE UU, donde aparece como una excusa para justificar la riqueza y la relativa debilidad del Estado
Cientos de sitios piden una contribuci¨®n voluntaria sin ofrecer nada a cambio, a no ser que se trate de una historia para hacer llorar a los sensibles corazones.
La cibermendicidad es, de hecho, una mendicidad de clases medias. Karyn Bosnak, la cibermendiga (uno titubea al emplear el t¨¦rmino) m¨¢s conocida, trabaja para la televisi¨®n en Nueva York pero, pose¨ªda por una desenfrenada pasi¨®n por las baratijas -de las cuales algunas son Gucci- logr¨® acumular un total de 20.000 d¨®lares en deudas. Su sitio, redactado con humor, le ha valido un art¨ªculo en la revista People y una aparici¨®n en la televisi¨®n. Ella ya logr¨® terminar de pagar sus deudas y todo parece indicar que se encuentra negociando un contrato para escribir un libro, y tal vez hacer una pel¨ªcula sobre su experiencia.
La caridad es un mecanismo esencial en los EEUU, donde aparece como una excusa para justificar la riqueza y la relativa debilidad del Estado. Y a muchos no les gustar dar a organizaciones de caridad con abultados costos de funcionamiento. Ayudar directamente a una persona que tiene alguna necesidad parece preferible. Pero, a parte de Bosnak, la mayor¨ªa de estos sitios no reciben casi nada. Aquellos que colecten algunos cuantos cientos de d¨®lares pueden darse por bien servidos. Un pu?ado de ellos ha recibido unos cuantos miles... en un lapso de varios a?os.
Los cibermendigos aceptan, adem¨¢s de las donaciones en especie, cheques enviados por correo. Prefieren, sin embargo, los m¨¦todos electr¨®nicos, como PayPal. Lo dif¨ªcil es romper el anonimato. Las historias m¨¢s dram¨¢ticas o m¨¢s astutas circulan sin dificultad. La solidaridad juega y varios sitios ofrecen enlaces a otros similares.
Algunos recurren a una insolente franqueza. Una pareja de Michigan pide "su dinero para que podamos retirarnos de nuestros trabajos por un a?o y viajar por el mundo". Dos alegres compadres que quieren ser gordos y perezosos escriben: "Todo los fondos que nos env¨ªen ser¨¢n usados para pagar ya sea alcohol, drogas o pornograf¨ªa". La honestidad tambi¨¦n merece un premio.
e-panhandling.com, por otro lado, se presenta como "un foro para p¨¢ginas personales, sitios para donaciones y las peque?as compa?¨ªas de comercio electr¨®nico que comienzan".
Creado en diciembre de 2002, Cyberbeg tiene registrados a m¨¢s de 700 sitios de cibermendigos. Uno de los m¨¢s populares es Cyberbeggar.biz. Ha tenido m¨¢s ¨¦xito, lo que parece indicar una tendencia interesante, que el m¨¢s antiguo Cyberbeggar.org. Se trata de una especie de directorio que divide a esos sitios por categor¨ªas, desde los humildes, que se contentan con un d¨®lar, hasta los m¨¢s ambiciosos, que quieren un coche deportivo, o aquel que pide la ayuda de todos nosotros (y s¨ª que la necesita) para ser m¨¢s rico que Bill Gates.
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