Ecuador juega en casa
"Siento una emoci¨®n inmensa. Estaba ansioso porque llegara el momento", dijo Santiago, uno de los 30.000 ecuatorianos que acudieron al Calder¨®n
Madrid. Glorieta de Pir¨¢mides. 20.30 horas. La boca de metro expulsa un r¨ªo humano te?ido de amarillo. Una multitud de banderas tricolor, con los colores rojo, amarillo y azul de Ecuador, serpentea por los alrededores de la Puerta de Toledo. Desembocadura: el estadio Vicente Calder¨®n. Nunca antes las categor¨ªas de local y de visitante fueron tan ambiguas. En Madrid, Ecuador jug¨® en casa. Por cada tres familias ecuatorianas, vestidas de fiesta para la ocasi¨®n, como si fueran a disfrutar de un fin de semana con los suyos, s¨®lo un espa?ol mostraba t¨ªmidamente alguna bandera o bufanda roja y gualda.
La estampa junto al Manzanares traicionaba los hechos: Espa?a jugaba en casa, y m¨¢s concretamente, en la capital. Ya en el estadio, arracimados entorno a las distinciones de los colores de Ecuador, la hinchada coreaba el nombre de su pa¨ªs. Era un grito ensordecedor. En contraste, una mermada representaci¨®n de seguidores espa?oles hac¨ªan lo propio. El estadio Vicente Calder¨®n mezcl¨® dos culturas.
Los vagones de metro se poblaron de familias enteras dos horas antes de comenzar el partido, como la de Santiago, un hombre pr¨®spero en Ecuador que ahora en Espa?a gasta los d¨ªas en el sector de la construcci¨®n. Se olvid¨® de las penurias cotidianas y esboz¨® para el encuentro de anoche su mejor sonrisa. "Siento una emoci¨®n inmensa. Estaba ansioso porque llegara el momento", dijo Santiago. Residente en la localidad madrile?a de Colmenar, no dud¨® ni un instante en convencer a su mujer, a sus hijos y a sus nietos para embarcarse en la fiesta. Pocas veces hab¨ªa visto a su familia as¨ª, susurraba. "A pesar de todo, soy realista. Espa?a va a ganar porque es mejor equipo; pero Ecuador garantiza el espect¨¢culo", coment¨® con la boca peque?a mientras su mujer soltaba una carcajada.
Doce personas, de todas las edades, forman la familia de Carlos. Los doce acudieron al estadio Calder¨®n. Carlos tampoco encontr¨® palabras para soltar sus emociones. Se limit¨® a decir, bajo la atenta mirada de los otros, que le gusta el juego de Ecuador y que su selecci¨®n ganar¨ªa 3-1. "Estamos muy integrados con nuestro equipo". Entre tanto, uno de sus hijos gritaba: "?Seis cero, seis cero, Ecuador ganar¨¢ seis cero!".
En las taquillas del estadio, pocos minutos antes de comenzar el choque, muchos m¨¢s ecuatorianos esperaban para comprar las ¨²ltimas entradas. Los m¨¢s j¨®venes jugaban al f¨²tbol contra la pared del estadio; los mayores preguntaban en los tenderetes cu¨¢nto costaban las camisetas amarillas. Aguardaban sin ansiedad. Sab¨ªan que no iba a haber ning¨²n problema para entrar en el estadio y reunirse con los suyos.
Unos 200.000 ciudadanos de Ecuador residen en la Comunidad de Madrid, seg¨²n datos proporcionados a EL PA?S por el consul general, Jorge Maldonado. Al estadio acudieron cerca de 30.000. El partido destap¨® otras historias, como la de Fernando, un profesor ecuatoriano que construy¨® una vida en su pa¨ªs. Ahora es alba?il en Madrid. Agitaba la bandera ecuatoriana como si estuviera en casa; de pronto se olvid¨® de sus problemas.
El encuentro se disput¨® en beneficio de la Asociaci¨®n de Futbolistas Espa?oles (AFE). Pero tambi¨¦n sirvi¨® para recordar que la integraci¨®n de culturas es posible.
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