En la Universidad
Rectorado de la Universidad Complutense de Madrid, 30 de abril, vest¨ªbulo. Una persona lee los aprobados del primer ejercicio, cuestionario tipo test, del concurso oposici¨®n para 4 plazas de titulados superiores periodistas para esa universidad. Lee: uno, dos, tres, cuatro y cinco nombres. Las decenas de aspirantes que acaban de realizar la prueba oyen esto, y s¨®lo el estupor puede justificar el silencio sepulcral que invade el recinto. S¨®lo cinco pasan al segundo ejercicio. Yo estoy entre los suspendidos, no alcanzo, como la inmensa mayor¨ªa, el 5 sobre 10.
Inmediatamente despu¨¦s, las voces, los adjetivos: "esc¨¢ndalo", "atraco", "de verg¨¹enza", "incre¨ªble". Yo no los exclamo, pero pienso lo mismo. Se habla de impugnar, pero tengo prisa y tengo que irme. Adem¨¢s, ?c¨®mo obtener pruebas?
All¨ª fuimos los aspirantes sin saber casi nada del tipo de pruebas a las que hab¨ªamos de enfrentarnos. Ni cu¨¢ntos ejercicios, ni de qu¨¦ tipo. S¨®lo se public¨® una especie de temario (en el que, por cierto, para verg¨¹enza universitaria hab¨ªa un error, pues dec¨ªa getekeeper, cuando quer¨ªan decir gatekeepers con 13 ep¨ªgrafes, en muchos casos, extraordinariamente gen¨¦ricos. Naturalmente, ah¨ª estaba el truco.
Porque el test que repartieron -lamentablemente no tengo copia del mismo, cosa que ser¨ªa muy ilustrativa para el lector- era muy curioso, con numerosas preguntas cabal¨ªsticas, muy especializadas, o simplemente alejadas del n¨²cleo del temario. Y tambi¨¦n llamaba la atenci¨®n la escasez o ausencia de preguntas de varios ep¨ªgrafes importantes, los m¨¢s relacionados con las plazas, a mi juicio.
En fin, 24 euros perdidos, am¨¦n de numerosas horas de estudio. Predomina en m¨ª, en estos momentos, la sensaci¨®n de corrupci¨®n, de esquivar el esp¨ªritu de las leyes, el triunfo del nepotismo, todo ello aplicado a la Universidad, Complutense en esta ocasi¨®n. Lo peor es que no se vislumbra soluci¨®n alguna posible: las decisiones y procedimientos relativos a la mayor¨ªa de las oposiciones p¨²blicas est¨¢ en manos de los que las convocan, lo que posibilita y, de hecho, alimenta el clientelismo y el pago de favores. En el caso que acabo de vivir, tal vez de los funcionarios docentes de nivel directivo y, ?por qu¨¦ no? de los representantes sindicales, que -quiz¨¢- no fiscalizan lo suficiente, dicho sea suavemente.
La ¨²ltima. Una y no m¨¢s, Santo Tom¨¢s.
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