S¨®lo el 1,4% de los ancianos catalanes tiene acceso a la atenci¨®n domiciliaria gratuita
Los ayuntamientos se quejan de que no pueden financiar esta alternativa a las residencias
La atenci¨®n domiciliaria, que tanto los ancianos como los expertos definen como la mejor alternativa a las costosas y a menudo fr¨ªas residencias geri¨¢tricas, no arranca en Catalu?a. Apenas 15.500 mayores tienen acceso a un servicio que, si se cumplieran las recomendaciones de los organismos internacionales, deber¨ªa llegar al triple de personas.Mientras en Catalu?a la asistencia domiciliaria alcanza al 1,4% de los ancianos, en Dinamarca, por ejemplo, llega al 24% de la poblaci¨®n mayor de 65 a?os. Los ayuntamientos se quejan de que no tienen m¨¢s dinero para estos servicios.
La mayor parte de los municipios catalanes han aprovechado la legislatura que ahora termina para sentar las bases de proyectos que permitan extender la atenci¨®n domiciliaria a los ancianos que viven solos y que en muchos casos necesitan de alguien que les vaya a hacer la compra o que les ayude en las tareas del hogar unas horas a la semana.
Pero los ayuntamientos, responsables ¨²ltimos de la prestaci¨®n de este servicio, chocan con la falta de presupuesto y con una financiaci¨®n por parte de la Generalitat que juzgan insuficiente. Por este motivo, la mayor parte de los consistorios catalanes se han valido de las diputaciones o los consejos comarcales para beneficiarse as¨ª de unos servicios comunes y menos caros. Pero no es suficiente.
Catalu?a, con 1,1 millones de personas mayores de 65 a?os, est¨¢ muy lejos de las recomendaciones de la Sociedad Espa?ola de Geriatr¨ªa y Gerontolog¨ªa, que considera que la atenci¨®n domiciliaria debe llegar al 5% de las personas mayores de 65 a?os antes del a?o 2006. A finales de 2001 esta cobertura s¨®lo alcanzaba el 1,4% de los ancianos. En el conjunto de Espa?a, con una tasa de accesibilidad del 1,8% las cosas no est¨¢n mucho mejor.
Este problema se vive con especial intensidad en las grandes ciudades, donde hay un importante n¨²mero de ancianos que viven solos, lejos de sus familiares y con apenas contacto con los vecinos. Barcelona, una de las ciudades m¨¢s envejecidas de Europa, es uno de los casos paradigm¨¢ticos de esta situaci¨®n. El 22% de la poblaci¨®n de la ciudad ha superado la edad de la jubilaci¨®n y la actual distribuci¨®n del presupuesto municipal s¨®lo alcanza para dar atenci¨®n domiciliaria a 5.776 personas, lo que supone el 1,74% de los ancianos.
"No llegamos a m¨¢s"
La concejal de Bienestar Social de Barcelona, N¨²ria Carrera, admite que la atenci¨®n domiciliaria que se presta a los ancianos de la capital catalana "es insuficiente" y alega: "Con los actuales recursos no llegamos a m¨¢s". Si repite en el cargo tras las elecciones, Carrera espera duplicar el n¨²mero de personas atendidas por los trabajadores familiares mediante la creaci¨®n del Consorcio de Servicios Sociales, en el que debe participar la Generalitat y que de momento est¨¢ aparcado. "En estos momentos", explica Carrera, "s¨®lo estamos dando atenci¨®n a personas extremadamente necesitadas y que en muchos casos deber¨ªan estar en una residencia. El problema es que tampoco hay plazas residenciales y tenemos que intentar cuidarlos en casa".
Lo cierto es que los ancianos que s¨ª tienen acceso a los servicios de atenci¨®n domiciliaria no pueden estar m¨¢s satisfechos. Una encuesta elaborada por el Ayuntamiento con una muestra de 400 personas asegura que el 90% de los receptores est¨¢n satisfechos o muy satsifechos con la atenci¨®n que reciben, aunque el tiempo de dedicaci¨®n de las trabajadoras familiares por cada anciano raramente supere las ocho horas semanales. En la mayor parte de casos, la trabajadora social ayuda a los ancianos en su higiene personal, hace la compra o les acompa?a al m¨¦dico.La encuesta del Ayuntamiento de Barcelona refleja en general un alto grado de satisfacci¨®n de los ancianos atendidos, y s¨®lo el 15% de ellos creen que se deber¨ªa ampliar el tiempo que les dedica la trabajadora social. "Lo que realmente tenemos que hacer es llegar a m¨¢s personas", afirma N¨²ria Carrera. Econ¨®micamente les interesa, ya que atender a los ancianos en sus casas es sensiblemente m¨¢s econ¨®mico que hacerlo en una residencia.
En el ¨¢rea metropolitana de Barcelona, por ejemplo, la mayor parte de residencias geri¨¢tricas cobran 1.000 euros mensuales por cada cama. Al cabo del a?o la factura alcanza 12.000 euros, dos millones de las antiguas pesetas. En cambio, el coste de la atenci¨®n a domicilio no supera los 1.600 euros anuales. Por tanto, atender a los ancianos en su domicilio mientras sea posible cuesta ocho veces menos que hacerlo en una residencia, y da m¨¢s satisfacciones.
Lo sabe muy bien Juan Soto, un vecino del Eixample barcelon¨¦s que hasta hace pocos d¨ªas viv¨ªa solo a sus 93 a?os de edad. Amante de la poes¨ªa y con una lucidez enorme, ha encontrado en su trabajador social no s¨®lo alguien que le ayuda con la compra y su higiene, sino un aut¨¦ntico compa?ero de lectura. "No sabe la alegr¨ªa que me da cuando le veo entrar por la puerta", explica Juan, que se qued¨® viudo el a?o pasado. Aunque ahora ha decidido libremente ir a vivir con uno de sus hijos, Juan afirma: "No hay nada mejor que vivir en tu propia casa, a tu manera y con alguien que te ayude un poco".
Lo mismo piensa Adoraci¨®n Garc¨ªa, Dora, residente en la calle de Bail¨¦n de Barcelona, que admite que en la semana no hay d¨ªa m¨¢s triste que el viernes, cuando la trabajadora social que la atiende se marcha de fin de semana. "Cuando Carmen se va comienzo a llorar y s¨®lo espero que llegue otra vez el lunes", explica esta anciana de 83 a?os que vive sola desde hace mucho tiempo y que ve como el edificio entero donde vive se vac¨ªa el viernes por la tarde. No tiene miedo, pero recuerda que hace pocas semanas tuvo "un buen susto" cuando se cay¨® estando sola y hasta la ma?ana siguiente no pudo pedir ayuda. "Cre¨ªa que no era nada, pero acab¨¦ con un brazo roto", explica ahora quitando importancia al asunto.
En su caso, la trabajadora social la atiende dos horas diarias todos los d¨ªas laborables. La ducha, la compra y alguna que otra gesti¨®n son las principales tareas de que se encarga Carmen, aunque Dora le pide a menudo un favor especial. "Que me lleve a ver a mi hijo". Y Carmen, claro est¨¢, no se niega a ello.
Pero el trabajo de las trabajadoras sociales -casi siempre son mujeres- no es sencillo. El caso de Juan y Dora, sin graves achaques, no es frecuente y a menudo tienen que v¨¦rselas con ancianos que apenas pueden salir de la cama o reconocer a su cuidador. "Es muy triste ir a un piso y encontr¨¢rtelo todo sucio y con el anciano mal cuidado", explica Marta, una de las coordinadoras del servicio de atenci¨®n domiciliaria del Ayuntamiento de Barcelona.
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