Par¨ªs en bici, y sin claxon
PAR?S ES una ciudad horizontal y pedalear por ella en bicicleta es un aut¨¦ntico placer. Para nosotros es la mejor manera de conocer una ciudad, parando cuando quieres y recorriendo m¨¢s distancia que paseando. Por m¨¢s que Par¨ªs es una gran ciudad -con m¨¢s de diez millones de habitantes- y monumental donde las haya, es factible pedalear tranquilamente por ella, y no es s¨®lo por una reducida pero eficaz red de carriles bici, y de carriles bus-bici muy anchos, sino sobre todo por el inmenso respeto que los automovilistas tienen hacia el ciclista. No nos pitaron ni una sola vez, y en m¨¢s de una ocasi¨®n frenaron coches o motos para que hici¨¦ramos los giros o cruces de calzada. Este respeto ha sido una grata sorpresa y un enorme contraste con la ciudad donde a menudo nos jugamos el tipo, Madrid, que destaca, mucho m¨¢s que por sus cuestas, por los conductores estresados o simplemente maleducados y por la falta de sensibilidad de las instituciones.
Nos hemos recorrido la ciudad desde la Bastilla hasta el Bois de Boulogne; de los jardines de Luxemburgo a Montmartre, donde Picasso se tomaba sus vinos. Este barrio es la ¨²nica dificultad orogr¨¢fica, una colina que nos llev¨® 15 minutos de subida hasta el Sacre Coeur. (Por las calles de Caulaincourt y Lamarck se hace muy gradual y c¨®modo). En el Forum de Les Halles (calle de Rambuteau), muy c¨¦ntrico, hay un alquiler de bicicletas con precios asequibles: s¨¢bado o domingo, 12 euros, un d¨ªa laboral son 6 euros, pero si se coge desde el lunes hasta el viernes se rebaja a 15 euros, y hay posibilidad de alquiler quincenal por menos dinero todav¨ªa.
Hay muchos aparca-bicis y, lo que m¨¢s nos llam¨® la atenci¨®n, parejas de polic¨ªa patrullando sobre dos ruedas. Por toda la ciudad, no como en Madrid, donde hay algunas unidades en la Casa de Campo y el Retiro. Par¨ªs, lo que es la ciudad, nos gust¨®. Las reformas del tal bar¨®n Haussmann de mediados del siglo XIX fueron enormes. Se ve que le dieron manos libres y tir¨® barrios enteros que ahora surcan flamantes bulevares anch¨ªsimos con casas bien hermosas. Adem¨¢s, los franceses han concentrado una enorme cantidad de belleza en sus museos (Louvre, Orsay, no perderse el Rodin y el Arts et Metiers) y en sus monumentos. Por cierto, no intenten acercarse al Arco del Triunfo en bici. La plaza-rotonda tiene unos seis carriles que absorben tr¨¢fico de 12 calles, y no sabes ni por d¨®nde te vienen los coches. Cuando por fin llegamos, con un poco de susto, todo hay que decirlo, los guardias nos dijeron que all¨ª no se permiten bicicletas. Lo suyo es atarla y pasar por el subterr¨¢neo dispuesto para ello. Con todo, ni un pitido nos dieron los coches. Ese respeto nos gustar¨ªa ver en nuestro ciclismo cotidiano. Animamos a vivir la experiencia de hacer dos viajes en uno, y a contagiarse.
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