Una mano a los obispos
Como los buenos abuelos, el papa Juan Pablo ha limado de asperezas sus discursos p¨²blicos, incluso cuando le sobran motivos para alzar la voz con severidad. Aquel pont¨ªfice que ri?¨®, urbi et orbi, al sacerdote y poeta Ernesto Cardenal por el pecado de ser ministro del Gobierno sandinista de Nicaragua, o que aplast¨® sin contemplaciones a decenas de te¨®logos de la liberaci¨®n por radicalismo anticapitalista -"Cuando doy alimento a los pobres, me llaman santo. Cuando pregunto por qu¨¦ los pobres tienen hambre, me llaman comunista", se lament¨® a prop¨®sito el arzobispo Dom Helder C¨¢mara, de Recife (Brasil)-, es hoy un papa sufriente que se hace querer por cat¨®licos y no cat¨®licos.
Su mensaje fundamental se mantuvo ayer en pie, pero sin molestar a quienes en los ¨²ltimos meses han hecho lo contrario de lo que el Papa hubiera deseado. Paz, legalidad, misericordia. "Sab¨¦is bien cu¨¢nto me preocupa la paz en el mundo. La ideas no se imponen, se proponen. Venced la enemistad con la fuerza del perd¨®n", dijo a los cientos de miles de j¨®venes que le rindieron honor en Cuatro Vientos.
No pronunci¨® el Papa ni una sola vez la palabra guerra. Ni hubo referencia alguna a los pol¨ªticos sin integridad moral que no hacen cuanto pueden para terminar con las injusticias. Pero s¨ª hizo una generosa alusi¨®n en el discurso de la ma?ana a Juan XXIII, el papa del Concilio Vaticano II, que en la enc¨ªclica Pacen in Terris, de la que se cumple este mes el 40? aniversario, puso en pie una idea para entonces peligrosa, revolucionaria: Paz s¨ª, pero "la paz [que] es obra de la justicia, de la verdad, del amor, de la solidaridad; la paz que los pueblos s¨®lo gozan cuando siguen los dictados de la ley de Dios, la paz que hace sentirse a los hombres y a los pueblos hermanos unos con otros", cit¨® expresamente Juan Pablo II a su beato predecesor.
La en¨¦rgica apelaci¨®n pontifical de ayer -"?La paz est¨¦ contigo, Espa?a!"- no alcanza ni de lejos a la pol¨¦mica posici¨®n del Gobierno de Aznar en la guerra contra Irak, por mucho retorcimiento que se quiera hacer a los discursos. Y Aznar, adem¨¢s, para evitar compromisos, se present¨® en la audiencia que le conced¨ªa el Pont¨ªfice en la Nunciatura, pasadas las cinco de la tarde, acompa?ado de su esposa, los dos hijos, la madre, los suegros y varios hermanos, cu?ados y sobrinos, hasta sumar 20. Como acertadamente dijo minutos m¨¢s tarde a los periodistas el portavoz del Vaticano, el espa?ol Joaqu¨ªn Navarro Valls, el encuentro "fue muy cordial", mientras un portavoz del Gobierno explicaba, a la misma hora, que "en una reuni¨®n de esas caracter¨ªsticas no ha lugar para ese tipo de asuntos".
El mensaje papal sobre Europa, reiterado por la ma?ana y por la tarde, estuvo tambi¨¦n a la contra de lo gestado en los ¨²ltimos meses en el palacio de La Moncloa. Europa es preferente, seg¨²n el Pont¨ªfice, que dijo tener un sue?o: el nacimiento de una Europa fiel a sus ra¨ªces cristianas, sin duda una referencia a que la Constituci¨®n que est¨¢n redactando los expertos de la UE debe contener una cita a Dios.
Para consumo interno, de la propia Iglesia cat¨®lica espa?ola y, sobre todo, de sus 80 obispos ejercientes, el Papa no olvid¨® echarles una buena mano en el tema que ha agriado desde 1970 las relaciones de Espa?a y la Santa Sede. Se trata del terrorismo y, por extensi¨®n, seg¨²n la tesis episcopal, del nacionalismo que lo engendr¨®. Los obispos publicaron en noviembre del a?o pasado un documento que deseaban definitivo sobre tan espinosa cuesti¨®n, y a?oraban desde entonces que el Papa viniera a poner la r¨²brica. Lo hizo ayer, pero sin excederse.Una directa alusi¨®n al terrorismo de ETA, que el Rey le agradeci¨® m¨¢s tarde, y un llamamiento a los espa?oles sobre la "convivencia en la unidad, dentro de la maravillosa y variada diversidad de sus pueblos y ciudades".
En tiempos del dictador Franco, cuando el Vaticano II impuls¨® que los curas dijeran misa en las lenguas vern¨¢culas, Espa?a ya estuvo a punto de romper relaciones con el Vaticano -incluso dedic¨® una c¨¢rcel, la de Zamora, para tantos sacerdotes presos, y quiso enviar al exilio en 1975 al obispo de Bilbao, Antonio A?overos-. Pero tambi¨¦n han abundado los conflictos durante la democracia. El ¨²ltimo se produjo el verano pasado cuando los cuatro obispos vascos publicaron una pastoral conjunta que irrit¨® de tal manera al Gobierno del PP que Aznar, irritado, lleg¨® a tachar de "inmorales" a los prelados, el ministro de la Presidencia, Juan Jos¨¦ Lucas, se refiri¨® al obispo de Bilbao, Ricardo Bl¨¢zquez, como a "ese tal Bl¨¢zquez", y el titular de Exteriores, Jos¨¦ Piqu¨¦, llam¨® a consultas al nuncio (embajador) del Vaticano, el arzobispo Manuel Monteiro de Castro, para reclamar de Roma una satisfacci¨®n. Nunca lleg¨®.
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