En clave de paz
Ha vuelto a Espa?a el Papa m¨¢s visible de la historia del catolicismo, con 99 desplazamientos por todo el mundo y unos medios de informaci¨®n rendidos a su capacidad comunicadora. Este viaje a nuestro pa¨ªs es el quinto de su papado y coincide con un momento dif¨ªcil para la humanidad, que padece guerras y hambrunas escandalosas, desprecios a los m¨¢s elementales derechos del hombre y caos o corrupci¨®n en instituciones que parec¨ªan inamovibles. Juan Pablo II, anciano pero todav¨ªa con gran capacidad de liderazgo moral, alz¨® su voz en¨¦rgica contra la guerra de Irak y moviliz¨® a sus diplom¨¢ticos para evitarla, con acciones tan valientes como el viaje del cardenal Roger Etchegaray a Bagdad en un ¨²ltimo esfuerzo por parar la invasi¨®n militar. Sus mensajeros visitaron a los l¨ªderes occidentales clamando en vano que la guerra deb¨ªa ser "la ¨²ltima soluci¨®n".
La visita de Juan Pablo II a Madrid coincide con la proclamaci¨®n del final de las hostilidades. Es, adem¨¢s, su primer viaje fuera del Vaticano desde el conflicto armado y una visita de Estado a uno de los pa¨ªses cuyo Gobierno m¨¢s se distingui¨® en promover una soluci¨®n b¨¦lica. Millones de espa?oles, muchos pertenecientes al partido gobernante, el PP, manifestaron en la calle su radical oposici¨®n a la guerra y escucharon con esperanza las apelaciones del Papa a la paz.
Es l¨ªcito imaginar qu¨¦ hubiera hecho este Papa anciano y enfermo -sin capacidad ya para moverse por su cuenta, pero que ayer moviliz¨® en Cuatro Vientos a centenares de miles de j¨®venes- de haberse producido esta crisis en su plenitud de facultades, entre las cuales destac¨® siempre la fortaleza para expresar condenas con severidad y constancia. Aquel Papa que desafi¨® hasta desesperarles a los l¨ªderes comunistas de su pa¨ªs, Polonia, o que amarg¨® la vida a los sandinistas de Nicaragua durante uno de sus viajes m¨¢s pol¨¦micos.
Pero nadie podr¨¢ decir que Juan Pablo II no ha hecho lo que estaba en sus manos cansadas por poner racionalidad, legalidad y misericordia a la pol¨ªtica internacional. Al igual que, en clave local, subray¨® bien alto en su primer mensaje en Barajas el repudio de la jerarqu¨ªa cat¨®lica por todo tipo de terrorismo y nacionalismo excluyente, un rechazo que los obispos espa?oles no siempre han sabido expresar con la claridad que les reclamaba la inmensa mayor¨ªa de la sociedad.
El rey Juan Carlos lo reconoci¨® as¨ª al llamarle "sembrador ejemplar del mensaje universal de paz", y el propio Pont¨ªfice lo demostr¨® con creces repitiendo hasta seis veces esa palabra en su primer discurso. Para quienes tienen responsabilidades de gobierno y presumen de seguir sus pr¨¦dicas, la voz de Juan Pablo II deber¨ªa ser un acicate hacia una mayor coherencia entre algunas de las convicciones proclamadas y el crudo ment¨ªs de los hechos.
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