Las chapas vuelven a llenar las calles
La eclosi¨®n de movimientos sociales y ONG ser¨¢ uno de los elementos clave en los resultados electorales
Lo puede ver en las calles de cualquier ciudad espa?ola: llevar pegatinas, chapas y emblemas en la solapa vuelve a estar de moda. Son casi las mismas chapas que poblaron trenkas y camisas de cuadros en los a?os setenta, con las mismas intenciones y mensajes de fondo parecidos, pero con una diferencia muy importante: las siglas de los partidos pol¨ªticos han desaparecido. Y en su lugar cabe casi todo: No a la Guerra, Nunca M¨¢is, o Lo riu ¨¦s nostre.
Este peque?o detalle, el de las chapas, hace pensar a Carlos Taibo, profesor de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, que "algo se est¨¢ moviendo" en nuestra sociedad. Los de las pegatinas son los mismos que en los ¨²ltimos meses han salido a la calle para protestar contra una guerra que consideraban injusta o para reclamar la dignidad del pueblo gallego ante la cat¨¢strofe del Prestige. Millones de personas, de votos, que los partidos pol¨ªticos se disputar¨¢n el pr¨®ximo 25 de mayo ante la inc¨®gnita de si las urnas ser¨¢n capaces de recoger estas voces de la calle.
"Las ONG son una cantera de pol¨ªticos que han conocido los problemas sociales"
El 'Prestige', la guerra de Irak y el trasvase del Ebro han provocado terremotos ciudadanos
La legislatura que ahora toca a su fin ha sido la de la eclosi¨®n de los movimientos sociales, el momento en que el trabajo de miles de personas ha salido de centros c¨ªvicos y casas ocupadas para ocupar calles y plazas. Su denominador com¨²n es el inter¨¦s "por hacer cosas", cuenta Carlos Taibo, pero hacerlo "por derroteros muy distintos al de los partidos, los sindicatos e incluso, de las ONG". "Son personas con ideolog¨ªa libertaria, que no anarquista: no leen a Bakunin ni a Kropotkin. Act¨²an por reacci¨®n a lo que han visto hasta ahora y que tanto les ha desencantado".
Y la pol¨ªtica tradicional no les atrae en absoluto. Este es el caso de Montse Castell¨¤, una militante de base de la Plataforma en Defensa de las Tierras del Ebro, creada en 2000 para rechazar el Plan Hidrol¨®gico Nacional del PP. Esta joven de 26 a?os, convertida en portavoz de la plataforma, ha sido tentada a entrar en pol¨ªtica. Pero lo rechaz¨®. "Me ofrecieron participar en una candidatura de independientes para estas municipales, pero no s¨¦, yo me siento m¨¢s de la calle", explica.
Por todo ello no entrar¨¢ en pol¨ªtica, aunque esto no significa, al menos en su caso, quedarse en casa. Participa en no menos de tres reuniones por semana con la plataforma, es la encargada de la difusi¨®n de las actividades de la misma y no tiene reparo alguno en emplear m¨¢s de una noche en ir a empapelar las paredes de su ciudad con carteles de los antitrasvase. Y todo ello lo hacen sin estructuras r¨ªgidas algo que, seg¨²n el presidente del Consejo de la Juventud de Espa?a, David Ortiz, da m¨¢s atractivo a estas organizaciones y movimientos. "La gente se siente c¨®moda colaborando con las plataformas porque son movimientos que logran hacer cosas sin necesidad de carn¨¦s, ni afiliaciones". Esta fue, seg¨²n Ortiz, la llave del ¨¦xito de la Plataforma del 0,7%, que en su opini¨®n fue "la verdadero punto de partida de todos estos movimientos en 1994".
Coincide con ¨¦l el presidente de la Plataforma de ONG de Acci¨®n Social, Josep Gass¨®, quien afirma que "lo que hemos visto los ¨²ltimos meses es un trabajo de muchos a?os, sobre todo de la gente que ha estado toda la vida trabajando en el mundo del asociacionismo". Las ONG, adem¨¢s, no han experimentado un gran crecimiento en el n¨²mero de socios. "Somos los de siempre, pero ahora sabemos m¨¢s", resume Gass¨®.
El polit¨®logo Carlos Taibo es menos optimista en este punto y considera que los nuevos movimientos no s¨®lo se han apartado de los partidos pol¨ªticos y sindicatos, sino tambi¨¦n de las ONG, a las que en su opini¨®n, meten en el mismo saco. "Muchas ONG se han convertido en estructuras regidas por aut¨¦nticos funcionarios, lo que las ha alejado de la sociedad civil".
Gass¨® considera, sin embargo, que las ONG, as¨ª como el conjunto del movimiento asociativo "son y seguir¨¢n siendo una cantera para nuevos pol¨ªticos con el a?adido que ¨¦stos han conocido los problemas sociales y los han vivido de cerca".
Conoce bien este sentir Savina Mayoral, residente en Formentera, de 29 a?os, y con un importante bagaje asociativo. Despu¨¦s de pasar por la Comisi¨®n de Fiestas alternativa de su pueblo y haber militado en movimientos ecologistas ahora ha decidido dar un peque?o paso hacia la pol¨ªtica tradicional. Ocupa el n¨²mero 13 de la lista de la Coordinadora de Organizaciones Progresistas de Formentera, actual miembro del pacto de progreso que gobierna el consejo de Ibiza y Formentera. Todav¨ªa no se acaba de creer el paso que ha dado: "Aunque doy por seguro que no acabar¨¦ entrando en el ayuntamiento, acept¨¦ estar en la lista porque pienso que en un lugar peque?o como este debe haber buena sinton¨ªa entre las asociaciones y los que est¨¢n gobernando".
Pero el gran reto de muchos movimientos, como Nunca M¨¢is, es mantener el atractivo y su poder de convocatoria. Xos¨¦ Luis Barreiros Rivas, profesor de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad de Santiago de Compostela, cree que la plataforma lo tiene dif¨ªcil para lograrlo. "La mayor parte de movimientos de este tipo tiene un periodo de vida corto que viene condicionado, aunque s¨®lo en parte, por la voluntad de sus l¨ªderes. Si ¨¦stos quieren mantener vivo el esp¨ªritu reivindicativo pueden prolongarlo un poco m¨¢s, quiz¨¢s hasta las pr¨®ximas elecciones generales, pero costar¨¢ mantener el mismo nivel de participaci¨®n".
De hecho, y por el desgaste que implica toda movilizaci¨®n de larga duraci¨®n, los efectos del cansancio ya hacen mella en muchos rincones de Galicia. Saulo Toba, un joven de 19 a?os de Muix¨ªa (A Coru?a) explica c¨®mo la presencia de voluntarios no ha parado de disminuir desde que los medios de comunicaci¨®n dejaron de mostrar las im¨¢genes m¨¢s negras del episodio del Prestige. "Adem¨¢s, en el pueblo algunos tambi¨¦n hemos vistos cosas de Nunca M¨¢is que no nos han gustado. Por ejemplo, hace unas semanas una empresa don¨® unos vestidos para ir a limpiar playas que se hab¨ªan utilizado para otras tareas y los de la plataforma los rechazaron. ?Qu¨¦ quieren, que limpiemos con trajes de marca?".
En cambio, s¨ª cree que la plataforma podr¨¢ apuntarse al menos un ¨¦xito a largo plazo. "Una buena parte de la sociedad gallega se ha movilizado con el Prestige como nunca lo hab¨ªa hecho y esto siembra un precedente hist¨®rico. Veremos c¨®mo evoluciona".
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