El espejo argentino
Las escenas de idilio Ana de Palacio y Collin Powell en el incomparable marco de los jardines de El Pardo las dejo por si quisieran tratarlas la prensa del coraz¨®n. Dejo tambi¨¦n la noticia del Primero de Mayo, el garrotazo que le abri¨® la cabeza a Fidalgo, otro acto m¨¢s de violencia en la moda y talante que se inaugur¨® con el No a la guerra que en Euskadi conocemos desde hace a?os. Tengo inter¨¦s en hablar de los argentinos. Han pasado todo tipo de calamidades, los periodos de mando peronistas han sido sucedidos por dictaduras militares que justificaban sus cuartelazos por la situaci¨®n en la que hab¨ªan sumido al pa¨ªs los pol¨ªticos que les precedieron. Han padecido guerra sucia y desaparecidos, guerra limpia, que no las hay, contra el Reino Unido, que perdieron por goleada, corrupci¨®n a raudales, bancarrota... Y no aprenden, tienen que volver a votar a un presidente peronista.
Es que cuando el partido lo es todo -familia, religi¨®n, deporte, cultura, idioma, vida cotidiana- y la adhesi¨®n a los vicarios de ¨¦ste se convierte en idolatr¨ªa, no hay manera de que la democracia funcione, aunque existan los procedimientos democr¨¢ticos, y prospere una alternativa capaz de romper con el c¨ªrculo vicioso. Invent¨® Per¨®n un gran movimiento patri¨®tico, sindicalista, cat¨®lico, interclasista, en cuyos aparatos se encuadraba a toda la sociedad y la convert¨ªa en una clientela controlada por una oligarqu¨ªa pol¨ªtico-sindicalista; un partido-movimiento tan enorme que hoy el pa¨ªs es incapaz de expulsarlo, por muchas atrocidades que cometa. Hasta el punto de que pueda ser elegido de nuevo presidente el que ha sido procesado por corrupci¨®n en un pa¨ªs en bancarrota.
Nos conmueve la desesperaci¨®n de los argentinos golpeando con sus cacerolas las persianas cerradas de los bancos, algunos de ellos bancos espa?oles, a los que acusan de haber empobrecido al pa¨ªs, ancianos llorando porque se han quedado sin los ahorros de toda su vida, y mucho m¨¢s nos conmueve ver a ni?os que se mueren de hambre. Y van seguir votando lo mismo, atolondrados por discursos patri¨®ticos y el recuerdo mal¨¦volamente usado de aquella Argentina rica que nunca lo volver¨¢ a ser por el camino que va. Es que los cantos patri¨®ticos entumecen el cerebro.
Todo empieza por negar la existencia de clases o sectores sociales diferentes, y en ocasiones enfrentados. Todo empieza por la uniformizaci¨®n de toda la ciudadan¨ªa bajo el excelso abrazo de la patria, cuyas se?as de identidad no tienen parang¨®n en el mundo. Todo eso constituye el primer paso para acabar negando al individuo y sus derechos, para acabar, paso seguido, negando al ciudadano. Empezar a negar la existencia de sectores sociales y la pluralidad de intereses facilita que el patriotismo se deslice hacia el nacionalismo, y, entre las soflamas ideol¨®gicas y la colaboraci¨®n de los poderes, la sociedad se convierte en una masa d¨®cil capaz de ser arrastrada hasta el matadero. La posibilidad de erigir una alternativa pol¨ªtica en un pa¨ªs formalmente democr¨¢tico, pero controlado por un movimiento, es muy dif¨ªcil. Comentamos en la distancia y con un rictus de prepotencia: los argentinos no aprenden.
Aqu¨ª, donde 530 curas le dirigen al Papa una carta a favor de la reivindicaci¨®n nacionalista de la autodeterminaci¨®n; donde el poder pol¨ªtico controla amplios mecanismos, desde los educativos a los econ¨®micos; donde el sindicalismo mayoritario es nacionalista y no de clase, ni siquiera profesional; donde hay recursos importantes provistos por el Concierto, y donde para colmo existe una banda de pistoleros, es m¨¢s dif¨ªcil que en Argentina crear una alternativa pol¨ªtica que nos saque del c¨ªrculo vicioso del nacionalismo y la violencia. Disfrutamos en Euskadi de un movimiento m¨¢s denso y uniforme, desde la iglesia al sindicalismo, desde el poder pol¨ªtico a la banda de extorsionadores, que convierten en una caricatura la situaci¨®n pol¨ªtica de Argentina. Aqu¨ª volveremos a votar lo que diga el peronismo.
Algo empieza a moverse para romper el c¨ªrculo vicioso de la pol¨ªtica vasca. El Estado se hace presente y empieza a hacer cumplir la legalidad. Esperemos que no nos ocurra como a los vecinos de Villa del R¨ªo, que no pase de largo la comitiva y que la pancarta de Bienvenido Mr. Marhsall, ahora Bienvenido Estado de Derecho, no sea arrancada tras las elecciones y caigamos como aquellos en una mayor frustraci¨®n.
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