El genoma
Imaginemos una frase cualquiera, cuanto m¨¢s sencilla mejor: "Mi sastre es rico", por ejemplo. Supongamos ahora que esta oraci¨®n gramatical, debido a una rareza inexplicable, adquiriera conciencia de s¨ª misma y se preguntara: "?Qui¨¦n soy yo?", a lo que una voz, procedente de lo m¨¢s profundo de s¨ª misma, responder¨ªa: "Eres una frase". Hasta ah¨ª se llega con relativa facilidad. Nosotros sabemos que somos seres humanos casi desde el principio de los tiempos. Los problemas empiezan cuando nos preguntamos por el sentido de la vida o por el tejido del que estamos hechos. La frase "mi sastre es rico", a pocas luces que tuviera (y tiene pocas), descubrir¨ªa que est¨¢ hecha de letras que se organizan en redes a las que denominamos palabras. Un conjunto de palabras ordenadas es una oraci¨®n. Ahora s¨®lo hace falta comprender el significado de esas palabras y el c¨®digo con el que se relacionan para conocer el sentido de la frase, o de la vida, en el caso de que lo tenga.
Por lo visto, el genoma no es m¨¢s que un alfabeto de 3.000 millones de letras. Esas letras forman grupos que, adem¨¢s de un valor gramatical, tienen un valor sem¨¢ntico. Quiz¨¢ le¨ªdos de uno en uno su significado sea pobre, como cuando en una oraci¨®n aislamos caprichosamente un adjetivo, un art¨ªculo, un verbo, pero todos juntos son capaces de decir una idiotez tal como que "mi sastre es rico" o un prodigio como que "muchos a?os despu¨¦s, frente al pelot¨®n de fusilamiento, el coronel Aureliano Buend¨ªa hab¨ªa de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llev¨® a conocer el hielo".
Una vez descifrado el alfabeto o genoma, en fin, nos encontramos frente el reto de entender nuestra morfolog¨ªa y nuestra sintaxis. Muy pronto, en lugar de hacernos an¨¢lisis de sangre, nos haremos an¨¢lisis sint¨¢cticos para ver si este dolor se debe a un adverbio o a una subordinada. El invento m¨¢s complejo del hombre, el lenguaje, est¨¢ hecho a imagen y semejanza del genoma. Somos una frase, una oraci¨®n gramatical cuyo significado todav¨ªa ignoramos. ?Qu¨¦ querremos decir finalmente: algo tan idiota como que "nuestro sastre es rico" o algo tan admirable como que "muchos a?os despu¨¦s frente al pelot¨®n de fusilamiento..."?
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